destino Nueva York
Icono del art déco en Nueva York, el Empire State cumple 90 años, pero sigue siendo uno de los edificios más admirados del mundo
A TALL TALE
This year, the Empire State Building, New York’s Art Deco icon and one of the world’s most admired buildings, celebrates its 90th anniversary
En septiembre de 1929 el exgobernador del estado de Nueva York Al Smith y un antiguo ejecutivo de General Motors llamado John Raskob se reunieron para discutir un proyecto ambicioso y arriesgado. Eran los dorados años veinte, y Nueva York acababa de superar a Londres como la ciudad más poblada del planeta. Los recuerdos de la Primera Guerra Mundial se habían disipado y una nueva era asomaba en el horizonte: una en la que iba a primar el poderío económico y tecnológico de esa potencia en ascenso que era Estados Unidos de América. Así que Smith y Raskob decidieron que aquel era el momento ideal para apostar en grande: levantarían en el mismísimo corazón de Manhattan la estructura artificial más alta del mundo, título que ostentaba entonces la Torre Eiffel con sus 300 metros de altura (y después el Chrysler Building, terminado en 1930, con 319 metros). El nuevo edificio se elevaría hasta los 380 (443 con la antena), tendría 102 plantas, y llevaría como nombre el apodo del estado de Nueva York: Empire State.
“Los trabajos arrancaron el 17 de marzo de 1930 donde había estado el hotel Waldorf Astoria, en la Quinta Avenida. Construyeron a ritmo de casi un piso al día y para abril de 1931 el edificio estaba completado”, relata John Tauranac, autor de The Empire State Building: The Making of a Landmark. Hicieron falta unos 3.500 hombres. La construcción fue motivo de optimismo para los neoyorquinos ya que, sumidos de pronto en la Gran Depresión económica que se desató en esos primeros años de la década de 1930, veían aquella silueta futurista que se elevaba cada día como un símbolo de esperanza. “Aunque abrió casi vacío por la crisis, fue una sensación inmediata”, asegura Tauranac. “Hasta hubo un hombre que puso un telescopio en Bryant Park, en la calle 42, y lo alquilaba para que la gente pudiera apreciarlo en toda su magnitud. Fue un gran acontecimiento para la ciudad”. El edificio llevó la corona del más alto del mundo durante 40 años, hasta la inauguración de las Torres Gemelas en 1973.
Este año se cumple el 90 aniversario de su construcción. En la actualidad, el Empire State es el 4º edificio más alto de Nueva York, el 6º de Estados Unidos y el 43º del mundo. Pero continúa siendo el más icónico de todos. Desde que King Kong escalara hasta su cima en el cine por primera vez en 1933, ha aparecido en cientos de películas y programas de televisión. Cerca de 4 millones de personas lo visitan cada año. “El edificio es el pináculo de
In September 1929, former New York state governor Al Smith and a former General Motors executive called John Raskob met to discuss an ambitious and risky project. It was the end of the Roaring Twenties, and New York had just surpassed London as the world’s most populous city. Memories of World War I had faded somewhat and a new period was on the horizon, one in which the economic and technological strengths of the rising power of the USA would prevail. At least, that’s what seemed to be in the air. So, Smith and Raskob decided that it was the perfect time to bet big. Right in the very heart of Manhattan, they would build the world’s tallest artificial structure. At the time, this title was held by the Eiffel Tower (at 300m), but was later surpassed by the Chrysler Building, finished in 1930, which measured 319m. The new building would soar 380m high (443m including the antenna), have 102 floors, and would bear New York’s nickname as the Empire State Building.
“The work began on 17 March 1930 on the former Fifth Avenue site of the Waldorf Astoria hotel. The construction progressed at nearly one floor per day. By April 1931, the building was completed,” says John Tauranac, author of The Empire State Building: The Making of a Landmark. Some 3,500 men were needed to achieve the feat. The construction was a cause for optimism for New Yorkers, who – suddenly immersed in the Great Depression that began in the early 1930s – saw the futuristic silhouette that continued to rise every day as a symbol of hope. “Because of the crisis, it was nearly empty when it opened, but it caused an immediate sensation,” says Tauranac. “One man installed a telescope in Bryant Park on 42nd Street, and rented it out so that people could see it from there and appreciate its immense size. It was a great event for the city.” For 40 years, the building wore the crown of the world’s tallest, until the opening of the Twin Towers in 1973.
This year marks the 90th anniversary of the Empire State Building’s construction. Currently, it is the fourth tallest building in New York, the sixth in the US and the 43rd in the world. And it remains the most iconic of all. Since King Kong first scaled its heights in film in 1933, it has appeared hundreds of times on big and small screens alike. Each year, some four million people visit it. “The building is the pinnacle of US Art
los rascacielos art déco de Estados Unidos”, afirma la directora de la Sociedad Art Déco de Nueva York, Meghan Weatherby. “Conquistó la imaginación de la gente al traducir el opulento art déco francés al lenguaje vernáculo americano, creando una extravagancia visual que uno no se limita a ver, sino que también experimenta”, dice. “Mientras te vas acercando por la calle, lo primero que te atrapa es su verticalidad. Luego empiezas a notar los detalles art déco del exterior ‒las águilas sobre la entrada, los marcos rojos de las ventanas o el mástil de amarre en la cima, diseñado para que los dirigibles descargaran allí pasajeros, idea que pronto fue desechada‒. Y luego, al entrar, te topas con la teatralidad de su vestíbulo de oro y mármol, y con un mural en el techo de motivos celestiales que aluden a la industria y a la producción en masa. Es muy especial, único en el mundo” asegura Weatherby.
El edificio fue elegido como una de las Siete Maravillas del Mundo Moderno por la Sociedad Estadounidense de Ingenieros Civiles, y obtuvo el primer puesto en la lista America’s Favorite Architecture del Instituto de Arquitectos Estadounidenses. También fue declarado monumento histórico nacional. Tras un plan de renovación emprendido en los últimos años, cuenta con dos nuevos espacios de exposiciones sobre su historia y su presencia en la cultura popular (en las planta 2 y 80), y una segunda entrada por la calle 34. A su mirador del piso 86 se ha sumado un observatorio en el 102 con vistas aún más espectaculares. Para Carol Willis, directora del
Museo de los Rascacielos y editora del libro Building the Empire State, el edificio “es un emblema de la era en la que Nueva York se convirtió en el centro del mundo moderno”. “Hay edificios más altos, pero el Empire State sigue siendo sorprendente por su escala, por su enorme espacio total”. Hoy, además, vuelve a ser un símbolo del futuro al asumir un papel de liderazgo en la reconversión hacia la sostenibilidad, convirtiéndose en un ícono de la eficacia energética. “Durante la pasada década, por ejemplo, nuestro equipo ha logrado reducir un 40% el consumo de energía y un 54% las emisiones. Además, el edificio lleva ya 10 años funcionando al 100% con energía renovable de fuentes eólicas”, añade Jean-Yves Ghazi, presidente del Observatorio del Empire State Building. ¶
Deco skyscrapers,” says Art Deco Society of New York director Meghan Weatherby. “It won over people’s imagination by translating the opulent French Art Deco into the American vernacular language, creating a visual extravagance that one not only feels, but also experiences. As you approach it in the street, the first thing that catches your eye is its verticality. Then you begin to notice the Art Deco details of the outside – the eagles located over the entrance, the red window frames and the mast of the mooring, designed for airships to disembark passengers there – this idea was soon discarded. Then, when you enter, you are met with its theatrical gold and marble lobby, and with an impressive mural on the ceiling of celestial motifs referring to industry and mass production. It’s something very special, unique in the world.”
The building was chosen as one of the Seven Wonders of the Modern World by the American Society of Civil Engineers, and took first place on the American Institute of Architects’ list of ‘America’s Favorite Architecture’, ahead of the White House. It has also been declared a National Historic Landmark. After a renovation plan undertaken in recent years, it has opened two new exhibition spaces on its history and presence in popular culture and a second entrance on 34th Street. The widely filmed 86th-floor observation platform has been joined by one on the 102nd floor that boasts even more spectacular views. For Carol Willis, director of The Skyscraper Museum and editor of the book Building the Empire State, the building “is an emblem of the era in which New York became the centre of the modern world. There are taller buildings, but the Empire State continues to amaze because of its scale, its total space, which is huge.” Today, it is once more a symbol of the future as it takes on a leadership role in its retrofit towards sustainability and becoming an icon of energy efficiency. “Over the past ten years, our team has worked to cut energy usage by 40 per cent and emissions by 54 per cent,” explains Jean-Yves Ghazi, president of the Empire State Building Observatory. “In addition, the building has been 100 per cent powered by renewable wind electricity for a decade.”