LOS ABDOMINALES.
En masculino, pues hacemos referencia a “los ejercicios” o a “los músculos”. En el año 1996 se publicó un mítico artículo en la revista
Spine, quizá la más importante publicación médica sobre columna vertebral, donde Richardson y Hodges explicaban a la Humanidad que trabajar el recto abdominal con los típicos ejercicios de “crunch” no sujeta tanto la faja lumbo-abdominal (el “core”) como potenciar el transverso abdominal con ejercicios de cortísimo recorrido o sin recorrido alguno (isométricos). Los clásicos abdominales, esos de llegar con las manos a los dedos de los pies con piernas rectas, tenían los días contados. Y en 2005, nueve años más tarde, esto ya había sido manifiestamente probado en múltiples publicaciones. Nacía el trabajo isométrico con las planchas abdominales (ahora sí podemos decir “las abdominales”) que hoy en día poco se discute. Digo 2005, porque ese fue el año en que nuestra publicación hermana SportLife editó un excelente artículo titulado “Cintura Adentro” que preconizaba este nuevo trabajo abdominal de corto o nulo recorrido, muy ventajoso además, pues al no tener retroceso no hacía sufrir innecesariamente a la zona cervical y lumbar. Una famosa cadena de gimnasios amenazó con quitar su publicidad si no rectificábamos el artículo con urgencia, ya que tendría que formar de nuevo a sus decenas de monitores para enseñar otra forma distinta de trabajo abdominal. La ciencia suele sufrir estas presiones. Afortunadamente, con la popularización del Pilates y otros métodos de trabajo físico más actuales, aquellos abdominales quedaron en el olvido.