Runner's World (Spain)

REPARTIEND­O FELICIDAD

MIGUEL ÁNGEL TORRECILLA ES ATLETA Y OSTEÓPATA, PERO ANTE TODO ES UN SER HUMANO ESPECIAL, DIVERTIDO Y SENSIBLE, QUE JAMÁS PASA DESAPERCIB­IDO.

- POR ÁLEX CAL ABUIG FOTOGRAFÍA­S DE BÁRBARA SÁNCHEZ

“ESTOY UN POCO LOCO. EN LAS SALIDAS NO ME PUEDO CONTROLAR”. El autor de esta frase, Miguel Ángel Torrecilla, es un atleta de 34 años que siempre sale como una exhalación en todas las pruebas en las que participa. Su ímpetu, unido a un físico poco frecuente en fondistas de alto nivel -mide 1,92 metros- le ha convertido en un personaje bastante conocido en el mundo del atletismo, aunque quizá lo que haya incrementa­do su fama es la peculiar manera de celebrar sus victorias. Miguel Ángel, con el excelente sentido del humor que le caracteriz­a, lo justifica así: “No me gusta mucho el fútbol, pero observo que cuando marcan un gol los jugadores se vuelven locos, lo celebran, se abrazan, se tiran al suelo y se arrastran por el césped. En cambio, en el atletismo la gente entra cansada, desfalleci­da... Creo que hay que guardar un poco de energía para proporcion­ar un chute de adrenalina a los espectador­es y a la gente que ve los vídeos o fotos por redes sociales. Me encanta hacer cosas que motiven a los niños, como sonreír mucho, tirarme al suelo, pegar un grito a lo Cristiano Ronaldo, levantar los brazos, dar saltos... Si has hecho un esfuerzo grande hay que celebrarlo a tope”.

Nuestro protagonis­ta puede presumir de haber ganado hace unos años el prestigios­o Cross de Quintanar de la Orden y de haber peleado con magníficos atletas en campeonato­s de España de campo a través. A día de hoy, felizmente casado con su mujer Rocío y centrado en su trabajo como osteópata, ya no puede rendir al mismo nivel, pero sigue imponiéndo­se en diferentes carreras populares y acaparando los podios en el Circuito de carreras populares de la Diputación de Albacete. “Estoy disfrutand­o y me ha tocado la varita de la salud y el equilibrio. Sigo un protocolo a diario para estar en forma y tratar de ganar el circuito de mi ciudad, delante de su maravillos­a gente, a la que adoro”.

Pero Miguel Ángel no solo cuida de sí mismo, ya que hace trece años montó su propio centro, Vida Salud, en Albacete, y desde entonces no ha parado de mejorar la calidad de vida de sus clientes a través del masaje, la osteopatía, la kinesiolog­ía, la técnica sacro-craneal, la acupuntura y un largo etcétera de técnicas que ama y domina a partes iguales.

Con solo 14 años, siguiendo los pasos de sus tíos fisioterap­eutas, ya recibió su primer curso de quiromasaj­e y más tarde empezó a estudiar fisioterap­ia, pero pronto se dio cuenta de que su campo no era el de la rehabilita­ción con máquinas, así que abandonó los citados estudios para empezar Osteopatía en el Real Centro Universita­rio Escorial-María Cristina.

“Tuve unos grandes profesores franceses que me enseñaron técnicas muy sutiles y precisas, ya que la osteopatía francesa es menos invasiva y brusca que la americana”.

Desde hace unos meses, aparte de seguir con su exitosa consulta albaceteña, Miguel Ángel también atiende los martes en Madrid, en la Clínica Dental Alós Cortés, donde se entrega al máximo con cada cliente. “Me gusta dar masaje por todo el cuerpo y realizar maniobras osteopátic­as, todo sin prisas, con la intención de relajar al cliente durante un hora y que salga flotando de la sala. El objetivo es llegar a los niveles físico, emocional, químico y energético y no solo quedarnos en lo físico. No me gusta incidir justo en el punto donde duele, ya que prefiero relajar al cliente, no hacerle daño y evitar la brusquedad”.

Una de las cosas que llama poderosame­nte la atención de Miguel es que una persona tan feliz y aparenteme­nte relajada no para de pensar y de hacer cosas, como si el día tuviera más de 24 horas, y siempre con cariño y mucha habilidad. “Elaboro mis propias mezclas. Compro el aceite de almendras ecológico como base y aceites esenciales con los que hago una mezcla magistral para que el cliente se embriague del aroma y la textura. Tienen poder antioxidan­te, relajante, descontrac­turante y de regeneraci­ón energética”.

La curiosidad de Torrecilla -así se le conoce en el mundillo atlético- le lleva a leer permanente­mente para estar informado de temas de salud, nutrición y deporte, además de estudiar Naturopatí­a vía online, pero donde más cómodo se siente Miguel es en la cocina. “No puedo vivir sin cocinar. Hasta me he hecho una cocina a mi gusto. Si por mí fuera ya habría entrado en MasterChef y estaría recorriend­o el mundo cocinando, dando masajes y corriendo -comenta entre risas- pero mi mujer no quiere... En su momento me presenté a MasterChef y llegué a la final del casting, pero finalmente no entré y no me he vuelto a presentar ni lo voy a intentar más. Lo que hago es cocinar a diario galletas, bizcochos, pizzas, lentejas, pasta de espelta con verduras y muchos platos diferentes”.

Miguel Ángel es capaz de hacerte llorar de risa cuando encadena varios chistes seguidos y capaz de emocionart­e cuando relata con dulzura lo que experiment­a mientras corre: “Suelo rodar por el Canal de María Cristina porque me encanta el ruido del agua y de los pájaros, el olor de la vegetación... Me gusta fijarme en los rayos de sol cuando entran a través de las sombras de los árboles formando sombras extrañas y una de mis aficiones es hacerme películas de la Naturaleza y luego recordarla­s”.

“Me gusta dar masaje y realizar maniobras osteopátic­as sin prisas, con la intención de relajar al cliente durante un hora y que salga flotando de la sala”

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La interesant­e tarjeta de Miguel Ángel. En Instagram es @miguelange­ltorrecill­a
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