A Cucharadas
EL TIEMPO ESTÁ LOCO, ABSOLUTAMENTE CAMBIANTE, Y DEL OTOÑO DE ANTAÑO POCO QUEDA. PERO, BUENO, SUPONGAMOS QUE AÚN SE MANTIENE EN ALGUNAS ZONAS DE NUESTRA GEOGRAFÍA Y HABLEMOS DE CÓMO PASAMOS DE LAS COMIDAS DE VERANO A LAS DE INVIERNO.
El otoño ya invita a comer potentes platos de cuchara, tu puchero saludable.
EL VERANO se caracteriza por el consumo de un tipo de alimentos y preparaciones que tienden más a lo fresco, ligero e hidratante. Como homeotermos que somos, debemos mantener una temperatura corporal estable, alrededor de los +35,5 ºC. Si hace frío, debemos activar la calefacción corporal. Si hace mucho calor, la refrigeración. Frío y líquido es lo que necesitamos en el estío.
En el invierno, la calefacción necesita energía para funcionar. Consumimos más calorías cuando el tiempo es frío. Por eso nos apetece más comer de puchero en invierno, por las calorías del plato y por el calor que nos genera en el interior de nuestro estómago la propia ingesta de un plato caliente.
La refrigeración requiere agua. El exceso de calor de nuestro organismo se debe eliminar y lo hacemos, sobre todo, a través del sudor. El agua transmite muy bien la temperatura, por lo que al transpirarla y evaporarse de nuestra piel evacuamos ese calor que nos sobra.
Un otoño al uso requiere de comidas mixtas: ni frías ni calientes, sino todo lo contrario. Es decir, en función de la temperatura del día y de la actividad física que hagamos, vamos a ir adaptando nuestra dieta. Tampoco es lo mismo un otoño en la recia Castilla que en el plácido Levante. La diferencia térmica puede ser muy grande en un clima continental (de hasta 20 ºC) entre el día y la noche) y más suave en una zona litoral (de apenas diez). Quizá la mejor de las opciones es comer frío (si hace calor) y cenar caliente (si hace frío). En el contraste está la clave.
COMIDAS Y ALIMENTOS OTOÑALES
Para mucha gente, el otoño acompaña la vuelta a la ruti- na de trabajo o estudios después del verano. Es un buen momento para reorganizar la dieta y nuestros entrenos después del merecido relax vacacional (quien lo tenga), donde la tendencia al desorden alimentario y deportivo suele ser lo más habitual.
Los platos de cuchara empiezan a apetecer. De primero sopas, cremas o algún potaje de legumbre, alternados con las ensaladas de todo tipo y los platos de pasta o arroz. Son platos calóricos y “calentones”. De segundo, tampoco deben ser demasiado potentes, más o menos como todo el año: carne, pescado, huevos u otros, en preparaciones más bien ligeras y con guarniciones vegetales. De hecho, donde hay más diferencia entre platos de verano e invierno es en el grupo de los primeros platos, por la opción frío o caliente. De postre, como siempre, una colación a base de fruta o lácteos ligeros.
Hoy en día podemos comer de todo durante todo el año. La bendita (o maldita) globalización nos permite consumir alimentos de cualquier punto del globo. Si aquí en España es otoño, en Chile es primavera. De todas maneras, si nos ceñimos a la estacionalidad real de nuestro país, en cuanto a vegetales el otoño es la mejor época para las:
Verduras: Espinacas y acelgas, calabazas, coles, zanahorias, boniatos, pimientos, berenjenas y setas silvestres.
Frutas: Granadas, caquis (palosantos), higos, mandarinas, peras, manzanas, castañas, membrillos y uvas.
Un otoño al uso requiere de comidas mixtas: ni frías ni calientes. Adaptaremos nuestra dieta en función de la temperatura del día y de la actividad física que realicemos.
GRANADA, FRUTA SOÑADA POR MÍ
La granada es una fruta muy especial. Podemos consumirla como postre, desgranada sola o mezclada con otras frutas, o formando parte de una ensalada. O con yogur, combinando sus crujientes granos con otros frutos rojos.
Es una fruta poco calórica y su contenido en carbohidratos es muy bajo, pero es rica en potasio. Y abundante en taninos y flavonoides, de gran efecto antioxidante.
Los taninos, a parte de antioxidantes, son unos efectivos astringentes y antiinflamatorios. Si tienes problemas digestivos o diarrea, la granada está muy indicada. La piel tiene propiedades vermífugas y antiguamente se usaba (en decocción) para eliminar parásitos intestinales: lombrices e incluso la tenia.
La granadina es un jarabe que se obtiene a partir de la adición de azúcar al jugo de la granada y que se emplea, previamente diluida, como bebida refrescante o en la elaboración de combinados. Su contenido en azúcar es muy alto (un 50% o más de su peso), pero si la mezclamos con agua (en una proporción de 1 parte de granadina por cada 7 de agua), la bebida queda algo aligerada y perfecta para consumir.