Corre a Vencer al Envejecimiento
Y NO MORIR EN EL INTENTO
Pautas para cuidar tu cuerpo entrado en años sin perjuicio de tu rendimiento y forma física, que mejorarán.
CONTABA YO treinta y tantos años cuando me rompí el menisco interno. Corrí el riesgo de no volver a correr como lo había venido haciendo: libremente, cuando me apetecía, todo el tiempo que me daba la gana, por cualquier terreno y a cualquier intensidad.
Así que me establecí una meta: En vez de operarme, rehabilitaría mi rodilla de tal manera que pudiera seguir corriendo con solvencia y junto a mis hijos. Pedí cita con un fisioterapeuta especializado en corredores e hice todo lo que me pidió. También aprendí mucho por mí mismo, no sólo acerca de mi rodilla y cuerpo, sino también de cómo entrenar según envejecía. Estas lecciones son universales y benefician a todo aquel que quiere correr libremente y sin dolor tanto tiempo como sea posible.
Aquí tienes algunas de las claves, que luego vertí en mi sistema de entrenamiento, recogido en mi libro Run 360.
¡Incorpora los Intervalos! Cambia los rodajes largos por sesiones más cortas e intensas que incluyan sprints. Las series interválicas son buenas para el corazón, pues lo entrenan para bombear a su máximo nivel y que luego se recupere con rapidez. También hacen trabajar a las fibras musculares de contracción rápida, altamente metabólicas. Para desechar la grasa corporal, cualquier forma de sprint interválico es bueno. ¡Recupérate Mejor! Envejecer podría hacerte desear tener un fisioterapeuta personal, pero una pelota y un rodillo de espuma pueden hacer parte del trabajo por menos dinero. Estos utensilios de automasaje pueden ayudarte a distender las zonas rígidas, volviendo a los músculos más maleables y receptivos a los estiramientos. Además, te hacen sentir muy bien.
¡Salta!
Nuestros tejidos blandos pueden hacerse propensos a lesionarse según envejecemos, haciendo que rutinas como levantar pesas o determinados ejercicios pliométricos supongan un riesgo. Por eso mucha gente evita la práctica de movimientos explosivos.
Pero hay un modo seguro de obtener beneficios: trabaja con tu peso corporal (o si lo quieres más difícil, con una cinta de resistencia). Comienza desde abajo, en punto muerto, y luego haz un movimiento explosivo. Por ejemplo: Para hacer una sentadilla con salto, baja lentamente hasta quedarte en cuclillas. Aguanta un par de segundos y luego salta, aterrizando con suavidad. Esto implica a las fibras musculares de contracción rápida (difíciles de entrenar), favorece la elasticidad en cada paso y te prepara para atacar las cuestas. Una precaución antes de empezar: la clave es una postura correcta. Analiza antes los movimientos que vas a efectuar.