Maratón Fiz
NO HA SIDO LA PRIMERA NI SERÁ LA ÚLTIMA VEZ que Eliud Kipchoge reviente el cronómetro. El año pasado, en el circuito de Formula 1 de Monza, corrió la distancia de 42.195 metros en 2:00:25. Hace pocas fechas, en el BMW Berlin Marathon, logró el récord del mundo de maratón: 2:01:39. El keniano es capaz de ganar al sprint o cabalgando en solitario. Haga frío, calor, humedad o sequedad, no presenta debilidad alguna ante ninguna adversidad. Es único.
Si yo fuera él, me plantearía bajar de las dos horas. En Berlín tuvo todo a su favor. Y cuando digo que tuvo el santo de frente, me refiero a sus bioritmos físicos y mentales. Ese día, hasta los dioses del viento -Céfiro, Bóreas, Noto y Euro- le dieron dos horas de licencia para que insistiese en su búsqueda del récord. La noche antes del maratón tuvo que dormir a pata ancha y cuando a la mañana siguiente apoyo el pie en el suelo, notó que sus articulaciones estaban preparadas para someterlas al máximo esfuerzo. Bostezó y seguidamente abrió la ventana de la habitación 2139 para descubrir la temperatura ambiente. Todavía era de noche. Los árboles del parque de Tiergarten estaban adormecidos, no se movía ni una hoja y el cuerpo de Kipchoge no se impresionó con bajadas ni subidas de temperatura. Era el día perfecto para alcanzar el récord.
Las liebres hacían bien su trabajo, le llevaban a un ritmo constante de 2:54 minutos / kilómetro, pero la sensación era como si estuviera en Eldoret ha- ciendo con sus compañeros una tirada larga. El paso por la media (1:01:06) ya auguraba que el récord de Dennis Kimetto (2:02:57) corría peligro de extinción y por un margen de más de treinta segundos. La carrera avanzaba, las liebres se retiraban. Cuando aún quedaban 17 km para cruzar la Puerta de Brandenburgo, Kipchoge se quedó más solo que la una. Pensé: de estar en su pellejo, la mejor opción es salvar la carrera. Es decir, bajar el ritmo y reservar las energías para lograr la victoria. Pero ese día Kipchoge se levantó predispuesto a ir a por todo y continuó firme en su empeño. Aumentó el ritmo incluso corriendo en solitario (1:00:33), y consiguió un impresionante récord, 2:01:39. ¡Brutal!
El año que viene, en octubre, toca Mundial de Atletismo en Doha. Yo en su lugar, sabedor de que aún tiene margen de mejora, desistiría de este evento y me centraría en aproximarme a las dos horas para agrandar su leyenda. ¿Dónde? Posiblemente la tentativa se producirá en el Virgin London Marathon o de nuevo en Berlín. Me inclinaría por la ciudad alemana; allí disfrutó de sus mejores sensaciones. Y para poner punto y final a su carrera como atleta de élite, qué mejor forma que despedirse corriendo el maratón de los JJ.OO. de Tokio 2020. Revalidar el título de campeón olímpico y después a correr carreras populares. Pero yo soy Fiz, no Kipchoge. Y él hará lo que más le cautive y ambicione. Eliud (05.11.1984) ha ganado diez de los once maratones que ha disputado, cada cual en diferentes condiciones. Cada época es diferente y rememoro a Abebe Bikila, Haile Gebrselassie, Emil Zatopek… Pero como Eliud Kipchoge, ninguno.
En efecto, ese es el dato que subraya el increíble mérito del nuevo récord del mundo: Eliud Kipchoge corrió absolutamente solo durante la totalidad de los últimos 17 kilómetros de la prueba. Sin liebres, sin competidores, sin referencias vivas. Un esfuerzo para enmarcar.
La decisión final, claro está, será personal. Pero el a buen seguro terrible ambiente húmedo de la capital nipona, así como la ardua misión de lograr el triunfo donde Abebe Bikila remató su leyenda olímpica, influenciarán el fallo de un Kipchoge al que se presupone -tal vez de manera injustaque llegará a 2020 en perfecto estado de forma.