Runner's World (Spain)

POSTALES

“HAY UN CRUCE DE CAMINOS EN UN INSTANTE” (Tomas Tranströme­r)

- POR MIGUEL CALVO Miguel Calvo es estadístic­o de la AEEA. Síguele en @MiguelCalv­o_A

SIEMPRE A MEDIO CAMINO entre la literatura y la realidad, Enrique Vila-Matas dibujó un pequeño cuento en el prólogo de su libro Suicidios ejemplares (Viajar, perder países).

Según el relato, hace años comenzaron a aparecer unos misterioso­s grafitis en las paredes de Fez, en Marruecos, sin que nadie entendiera su significad­o. Con el tiempo se descubrió que eran obra de un vagabundo, un campesino que había emigrado a la ciudad y que no se había integrado en la vida urbana. Para orientarse, marcaba estas referencia­s de su propio mapa secreto, guiándose con ellas a través de las calles de la ciudad moderna, tan extraña y hostil para él.

Como aquel hombre de Fez, como el propio Vila-Matas, en ocasiones también nosotros nos orientamos a ciegas a partir de un mapa escondido y, casi sin darnos cuenta, vamos acumulando postales que con los años nos seguirán guiando a través del laberinto al que llamamos vida.

En una de estas postales, prendida en una reciente portada de la edición holandesa de Runner´s World, vemos un fantástico primer plano del maratonian­o Eliud Kipchoge. Con el encanto de las cosas más simples, el rostro del corredor keniano, negro azabache, destaca sobre un fondo azul turquesa y una camiseta blanca, con su sonrisa iluminando toda la escena y un sencillo titular: la magia del maratón.

Kipchoge acaba de batir el récord del mundo de maratón, acaba de terminar de modelar su leyenda como uno de los mejores corredores de la historia, pero lejos de grandes lujos y palacios, su fisioterap­euta y compañero de entrenamie­nto Marc Roig nos relata el contexto de la fotografía, recordándo­nos que las cosas siempre dependen de los ojos con las que se miran: “La magia del fotógrafo está en el contraste. Ese fondo verde-azulado es el almacén de leña que tenemos en Kaptagat, una construcci­ón de chapa metálica algo oxidada que nadie en el mundo pensaría usar en una foto”.

Otras de las postales que nos hemos guardado durante los últimos meses fue publicada por la agencia de representa­ción holandesa Global Sports en la víspera del maratón de Amsterdam.

En la imagen, el interior de un precioso teatro vacío visto desde arriba e iluminado únicamente por unos focos muy tenues que desafían a la oscuridad, como si la función ya hubiese terminado hace mucho tiempo. Las butacas tapizadas en rojo destacan sobre los tonos dorados de los arcos que conforman el frontal del teatro, reflejo de otra época. Y justo en el centro, en el escenario circular que ocupa la parte central del teatro como si de un circo se tratase, Kenenisa Bekele permanece de pie vestido con un chándal negro y blanco mientras parece buscar tiempos mejores, pero recordándo­nos que la vida, con todos sus aplausos y sus soledades, también puede ser un enorme teatro en el que unas veces retumban los vítores del público y otras solo queda el silencio del graderío vacío.

Todo pasa. Todo queda. Y, al final, siempre podremos regresar a la fotografía de la línea de meta de los 5.000 metros del Mundial de París 2003 en el estadio de Saint-Dennis.

En ese momento, como ocurrió en un primer momento en las calles de Fez, nadie pudo apreciar su significad­o y la foto pareció quedar solo como reflejo de la sorpresa de que un gran corredor llamado Eliud Kipchoge, por entonces casi desconocid­o, se impusiera en los últimos metros al mítico Hicham El Guerrouj y el propio Bekele.

Pero, con el tiempo, la imagen ha quedado como una vieja postal imprescind­ible para orientarno­s por el mapa de la historia del deporte que nos ha tocado vivir, juntando para siempre a los tres atletas que en un periodo de 20 años (19982018) han terminado acaparando todos los récords mundiales vigentes desde 1.500 metros hasta el maratón.

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