Runner's World (Spain)

TALENTO TARDÍO

La historia de Marta Galimany es la de una mujer que llegó al atletismo durante su etapa universita­ria, casi por casualidad. No tuvo marcas destacadas en sus inicios pero, temporada tras temporada, ha ido creciendo hasta llegar a la selección nacional.

- POR ALBERT CABALLERO

El caso de la maratonian­a Marta Galimany es inusual: llegó al atletismo cuando ya era mayor de edad. Ahora, rebasada la treintena, ya es internacio­nal.

EMPECEMOS POR EL FINAL. En el año 2018 que está a punto de llegar a su fin Marta Galimany ha logrado la internacio­nalidad con la selección española en el Campeonato de Europa de maratón (Berlín, 12 de agosto). Los éxitos empezaron a llegar un año antes, cuando en el Maratón de Berlín de 2017, acompañada por su liebre Roger Roca, completó la distancia en 2:34:16. Para la atleta de Valls ha sido “trabajar año tras año, como una hormiguita, hasta llegar aquí. 2018 ha sido un año en el que, además, he quedado segunda en los Juegos del Mediterrán­eo, disputados al lado de mi casa, y en Berlín quedamos terceras por equipos en el Europeo”. Ha sido un curso, pues, prácticame­nte perfecto.

En este sueño que ha visto la luz tiene especial incidencia un nombre propio: Jordi Toda, su entrenador. Ha dirigido los pasos de esta espigada atleta con una precisión milimétric­a, un trabajo elaborado y paciente, como si del mejor vino se tratara. “Jordi me dijo que él veía factible que pudiera llegar a la selección en 2018. En Berlín, en mi debut, meteorológ­icamente salió un mal día, estuvo lloviendo durante una parte de la carrera. Pero atléticame­nte me salió redondo. Cuando llegué a meta no podía dejar de llorar. Pensé que había logrado un sueño y que en esa cifra de 2:34:16 que marcaba el reloj de meta se habían plasmado muchas horas de sacrificio, mías y de las personas de mi entorno. Sentí que tanto esfuerzo había valido la pena”.

La filosofía de Jordi Toda para llevar a Marta hasta ese sueño culminado es simple: “El entiende que para afrontar un objetivo antes se debe superar otro menor. Por ejemplo, hasta que no bajé de 34 minutos en 10 km no me permitió dar el salto al maratón. Porque nosotros concebimos que, una vez el atleta llega al maratón, ya no hay una vuelta atrás, ya no es lógico que vuelva a bajar de distancia”. Es un buen razonamien­to, porque Marta, que venía del tartán, tenía claro que en los 3.000 obstáculos y en el 5.000 “no tenía posibilida­des de ser internacio­nal. O era en maratón, o no era”. Y es que la fondista de Valls gusta de competir en todas las pruebas, también cross y pista, sin descuidar el trabajo en distancias menores. Es más, cree que en los 5.000 metros, su mejor marca personal, establecid­a en 2015 en 16:29.42, “es mejorable, porque nunca he corrido un meeting sobre esa distancia, normalment­e hago marca en el Campeonato de España”.

La historia atlética de Marta es curiosa: llegó al atletismo durante su etapa universita­ria, mientras estudiaba Ciencias Ambientale­s en Barcelona. Jugó a baloncesto hasta los 17 años en su Valls natal, pero al empezar la 'uni' dejó de lado toda actividad deportiva. Entonces se apuntó al Club Esportiu Universita­ri para “hacer deporte-salud”, nos confiesa ella misma. Corrió un encuentro de liga con su club, en los 3.000 metros obstáculos; quedó segunda, aunque no recuerda la marca. Si

recuerda que “esa prueba da muchos puntos en los encuentros ligueros, así que se puede decir que me coticé bien (risas)”. Del Universita­ri Marta saltó al ISS L’Hospitalet, un club con más enjundia, que ya disputa ligas nacionales, y que le permitió a la entonces obstaculis­ta “cobrar algún dinerillo con esto del atletismo”, cosa que hasta ese momento le parecía impensable. Después de tres años en el club de L’Hospitalet, pasó a la Agrupació Atlètica Catalunya, donde estuvo tres años más, y de allí al Fútbol Club Barcelona, su equipo actual, siempre avalada por el hecho de ser una buena obstaculis­ta. El maratón, por aquel entonces, no estaba para nada en los planes de Marta. En el Barça ella toma un especial protagonis­mo, no sólo en las pruebas de pista, sino también en el equipo de cross. “El hecho de ser una atleta catalana”, admite Marta, “ayudó mucho a que acabase vistiendo de azulgrana”. Y es que, de algún modo, la de Valls es una referente en el equipo femenino culé.

La vida deportiva de Marta cambió cuando decidió dar el salto al atletismo semi-profesiona­l. “Tras acabar mi etapa universita­ria volví a Valls. Trabajaba 8 horas al día en una empresa del sector alimentari­o en Les Borges Blanques, que está a más de 50 kilómetros de mi casa. Entonces me surgió la posibilida­d de trabajar cuatro horas en una empresa de Valls (GEOTEC) y poderme dedicar mucho más al atletismo, así que acepté la oferta”. En ese momento vuelve a surgir con fuerza la figura de su entrenador: “Jordi creyó en mí y ello me hizo creer a mí misma. Él es geólogo de profesión, pero es, sobre todo, un apasionado del atletismo. Mi proyecto deportivo es un proyecto que tenemos ambos en común, lo siento así”. La fondista de l’Alt Camp valora que, para ella, es preferible “no ser atleta a jornada completa, también quiero llenar mi vida con otras motivacion­es más allá del atletismo”, nos cuenta.

Una de los secretos de Marta para lograr sus éxitos han sido las concentrac­iones que realiza en verano en Les Terre de l’Ebre, en la zona de Amposta o de Sant Jaume d’Enveja, muy cerca de la frontera entre Cataluña y la provincia de Castellón. La maratonian­a azulgrana suele pasar etapas de tres semanas, corriendo a lo largo de una Vía Verde muy llana que, como ella

"MI ENTRENADOR ENTIENDE QUE

PAR A AFRONTAR UN OBJE TIVO ANTES SE DEBE SUPER AR OTRO MENOR. HASTA QUE NO BA JÉ DE 3 4 EN 10 KM NO ME PERMITIÓ DAR EL SALTO AL MAR ATÓN".

misma nos cuenta, “es tan larga que no te la acabas. Además, el hecho de estar concentrad­a a 100 kilómetros de mi casa hace que, si por motivos de trabajo he de regresar a Valls, en un momento voy y vuelvo con el coche”. La experienci­a de hacer stages cerca de la desembocad­ura del Ebro la inició Marta en 2017, mientras preparaba el Maratón de Berlín. Otro de los lugares idílicos de Cataluña en los que se ha concentrad­o es Olot (Girona).

Fuera del atletismo, a la atleta azulgrana, de 33 años, le gusta “estar con mi familia, ir a comer con los amigos y viajar”. Se considera una persona realizada, tanto en el plano atlético como en el personal, porque “siempre he hecho lo que quería. Si una cosa no me apetece, no la hago. Soy atleta porque me gusta ser atleta, me gusta vivir así. Si no, lo dejaría, sin duda”, confiesa con firmeza. En el horizonte están los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, para los que, junto a Jordi, ya está trabajando en forma de macrociclo bianual. ¿Y si no saliera bien la opción de clasificar­se? “Pues segurament­e pensaría en otro macrociclo, hasta 2024, con motivo de los Juegos Olímpicos de París. Al fin y al cabo a mí me gusta la vida de atleta, no me importaría seguir cuatro años más viviendo como tal. El día que no me apetezca abandonaré la alta competició­n”. Así de clara y concisa es Marta.

No es, la de Valls, una persona muy mitómana, pero confiesa admirar a Esther Guerrero, porque “vive el atletismo como yo lo vivo, le apasiona el deporte y vivir como un atleta igual que a mí, es algo que se lee en el brillo de sus ojos”. También siente Marta especial predilecci­ón por Ana Lozano, de quien nos destaca que, al margen de ser una gran fondista, “tiene la cabeza muy bien amueblada”. Sobre el equipo de maratón femenino actual considera que “hemos hecho un grupo muy compacto a la vez que muy competitiv­o, en el que estamos varias chicas a un nivel muy parejo y en el que tienes que ganarte el puesto. A mí una de las cosas que más me han llenado de la preparació­n para el Europeo de Berlín ha sido el poder convivir con el resto de maratonian­as en las concentrac­iones que la RFEA nos hacía con motivo de los test de lactatos. Las chicas hemos hecho, como decimos en catalán, una pinya (la base desde las que levantan las torres humanas, els castellers).

Nuestra protagonis­ta suele entrenar sola habitualme­nte, y, a lo sumo, “se me enganchan un par de chicos a los que más que hacerme ellos de liebre a mí les hago yo de liebre a ellos (risas), pero que, sinceramen­te, les agradezco que me quieran acompañar en los entrenos y estar a mi lado. Cuando puedo entrenar con una buena liebre es cuando voy a Igualada. Allí me apoyo en Roger Roca, mi liebre de cabecera, para realizar los ritmos más exigentes. ¡Entonces sí que me salen siempre los entrenamie­ntos perfectos!

Su mejor sesión preparator­ia, que recuerde, son 2 x 5.000 metros a “17 minutos y muy poquito, es decir, no tan lejos de mi marca personal en la distancia…”. Antes del pasado Campeonato de Europa de Berlín Marta llegó a acumular 200 kilómetros en una semana, con la anécdota de que “el domingo por la tarde salí a rodar 10 kilómetros extras que no tenía planificad­os, porque me di cuenta de que, en ese momento, había acumulado 190 kilómetros durante la semana. Me puse cabezota y me dije a mí misma que quería llegar a la cifra de 200 kilómetros. Así que me calcé las zapatillas y me fui a rodar, se me antojó…”. Y es que como dijo en una ocasión la luchadora de MMA Ronda Rousey, “los campeones siempre hacen más”.

Otro de los pilares en la preparació­n de Marta es trabajar a fondo la técnica de carrera y los intervals cortos a ritmos vivos. La fuerza, “cuando preparo maratón la solemos dejar más de lado, pero es por un problema de tiempo disponible para entrenar”, matiza la maratonian­a del Barça. Su distancia preferida es el medio maratón, que “siempre me suele salir bien”.

En 2019 tiene la mirada puesta en el maratón del Mundial de Doha (Qatar), pero con matices; “el problema de este es que se va a llevar a cabo en el mes de octubre y, de cara a preparar un maratón en condicione­s a inicios del 2020, pensando en Tokio, no nos favorece a la hora de planificar. Si al final fuera a Doha a correr el maratón sería cerrar un ciclo y, como quien dice, al día siguiente empezar otro. Pero por supuesto, si me clasifico para el Mundial iré; sería la máxima competició­n en la que habría participad­o en toda mi carrera deportiva, tendré entonces 34 años, y, por lo tanto, es obvio que si me clasifico, estaré allí. Lo que quiero decir es que si no me clasifico tampoco será ningún drama, puesto que el no ir me permitirá encarar la preparació­n en busca de la clasificac­ión para los Juegos Olímpicos de Tokio, con mayor margen de tiempo, con un calendario más desahogado”, puntualiza la maratonian­a.

Su historia es la de una mujer y una atleta hecha a sí misma, como dirían los americanos. Marta llegó al atletismo prácticame­nte siendo mayor de edad, como una atleta de club, sin casi conocimien­to de lo que suponía ser una deportista de élite. De la mano de Jordi tuvo un sueño, un deseo, una ambición.

Entonces, creyó, para ver algún día su objetivo cumplido. Como canta Fito Cabrales junto a sus Fitipaldis: “Sé que no puedo dormir porque siempre estoy soñando”. Te veremos en Doha, Marta. Y en Tokio.

"SIEMPRE HE HECHO LO QUE QUERÍA SI UNA COSA NO ME APETECE, NO LA HAGO. SOY ATLETA PORQUE ME GUSTA VIVIR ASÍ. SINO LO DEJARÍA"

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