Medio Maratón de Valencia
La excelencia del recorrido obró que el keniano Abraham Kiptum batiera el récord del mundo de los 21 km.
Comienzan a agotarse las palabras para describir lo que sucede en ‘La Ciudad del Running’. Cada vez lo imposible. Otra vuelta de tuerca. Hacer de lo extraordinario pura cotidianidad. La última edición del Medio Maratón Valencia Trinidad Alfonso volvió a conjugar de manera brillante el mimo desmesurado al corredor popular con la pasión por el atletismo de élite. El triunfo fue incontestable en ambos campos: al récord de incritos y llegados a meta se encargó de ponerle la guinda Abraham Kiptum con un portentoso tope universal... ¡El tercero en las calles de la urbe en 12 meses!
LA TENDENCIA, HASTA AHORA, decía que el fondista vocacional se desplazaba fuera de su radio de acción solo para embestir los 42 kilómetros. Menos distancia parecía no compensar el viaje. Pero Valencia, como en tantos otros ámbitos, la ha destrozado. Tiene mérito deslocalizar su medio maratón, conseguir que figure con la misma consistencia en los planes de un runner de Alboraya que de uno de Castro Urdiales. Poco más de la mitad de los que se visten de corto (57%) residen en la Comunidad Valenciana. El 25% (3.819) viene de otros puntos de España. Y del extranjero ni hablamos; 2.776 (18%), otro fantástico dato.
La Fundación Trinidad Alfonso y la Sociedad Deportiva Correcaminos desarrollan una labor encomiable en cuanto a puesta en escena y comunicación. Del resto parace haberse encargado el clásico boca a boca. Porque los amigos de los domingos con dorsal pueden ser muchas cosas, pero no tontos.
Un compañero de entrenamiento, un familiar... te mete el veneno en el cuerpo relatándote las bondades de un trazado alérgico a los desniveles, un paraíso de avenidas amplias y curvas abiertas en las que conseguir que el crono te de la razón.
Si ya de por sí el circuito era propicio a ritmos frenéticos, esta vez la cosa se fue de madre. Los tradicionales 19 giros (número ya escaso) quedaron reducidos a unos ridículos 13, atendiendo al clamor popular surgido tras el Campeonato del Mundo de la disciplina (celebrado el pasado marzo).
Gustó ese recorrido que en principio iba a ser flor de un día y de la esencia de ese éxito (con mínimas modificaciones) surgió esta nueva versión aun más veloz. Y los corredores, claro, respondieron en masa, porque cualquiera que tenga un pie en este mundillo sabe que los que dicen que se ponen un dorsal solo por diversión y no por mejorar marca, suelen mentir.
Somos homo cronometricus, y no tiene visos de cura. Valencia lo sabe, y está de nuestro lado.