CORRER PARA SENTIR ARRAIGO
Las emocionantes historias de un grupo de personas de distintas culturas que, más allá de sus familias y sus raíces, se encontraron a sí mismas gracias al running.
Cuando quedan atrás país, familia y amigos, correr deja de ser afición para convertirse en un elemento integrador. Con cada entrenamiento, con cada carrera haces más tuya la tierra que te acoge, a cada zancada se forjan amistades que valen más que las medallas. Y es que nada acorta las distancias tanto como compartir un sueño y entrenar juntos para lograrlo.
ZAID AIT MALEK,
el trailrunner que llegó a España escondido en los bajos de un camión, es hoy uno de los mejores atletas de montaña. Ganó en 2019 el Olympus Marathon y el Reventón Trail El Paso, y fue
tercero en el Matterhorn Ultraks.
“DURANTE RAMADÁN NO COMPITO, PORQUE RINDO MENOS”
Aveces las circunstancias, la fatalidad o la oportunidad te obligan a cambiar de aires, dejar atrás tu hogar o tu patria y empezar desde cero en otras latitudes en busca de una vida mejor. Llegas a un nuevo lugar, donde hay una cultura distinta, otro idioma, costumbres que desconoces... Te mueves entre extraños, añoras a tus amigos y a tu familia, puede que te sientas solo, pero en cuanto te calzas las zapatillas se obra el milagro.
Hablamos con varias personas que un día decidieron emigrar. Sus casos son distintos: algunos huyeron de la pobreza o de un régimen totalitario, otros tuvieron una importante oferta profesional o siguieron a su corazón, algunos ya eran runners y otros se aficionaron a la carrera en su nueva vida. A todos, correr les ha servido para mantenerse en forma, pero también para hacer amigos y encontrar su hueco en una nueva comunidad.
Zaid Ait Malek, ultrarunner, pasó la frontera en los bajos de un camión El marroquí Zaid Ait Malek halló además a golpe de zancada una profesión que le sacó de la precariedad y de vivir con el miedo constante a la deportación. Siempre le gustó correr por las montañas de su Atlas natal, y jugar al fútbol, pero nunca soñó con que el trail running sería algún día su ocupación principal. Llegó a España en 2007, escondido en los bajos de un camión, y se buscó la vida como pudo, trabajando de temporero sin papeles en los invernaderos andaluces.
Un día vio a un corredor que entrenaba para la media maratón de Almería y decidió correrla él también. Fue su primera media, que completó en 1:26 h. Siempre se sentirá agradecido a Kilian Jornet y a su madre, Núria Burgada, ya que le ayudaron a conseguir el dorsal de aquella Zegama-Aizkorri de 2013 que cambió su vida: quedó en el cuarto puesto y le abrió las puertas del deporte profesional.
Desde entonces no ha dejado de entrenar y de ganar competiciones. Lleva ya cinco ediciones, en las que ha sido ganador de la Euráfrica Trail. Hace dos años consiguió la nacionalidad española y desde entonces vive en Cartagena y es parte del Team Jimbee. Hasta ese momento, trabajaba en el campo o en invernaderos, pasaba ocho
y nueve horas deslomándose y después se iba a entrenar. Aún le quedaba energía, pero dice que le gustaba y se relajaba corriendo. ¿Y durante el ramadán? “En ese mes entreno a última hora, antes de empezar a comer. Trato de no competir durante esas fechas, porque no rindo igual, pero sí que entreno”. Le preguntamos qué victoria es la que más feliz le ha hecho: “Hay muchas, como esa de Zegama de 2013, que marcó mi debut profesional, o la Matterhorn Ultraks en Zermatt de 2014, en la que me consolidé como trailrunner, pero creo que lo mejor está aún por venir. Creo que con el Jimbee Team llegaré lejos”.
El de Zaid tal vez sea el sueño de cualquier emigrante que cambia de país buscando una vida menos dura, pero no todos pueden ser corredores de élite. Aun así, correr les hace formar parte una comunidad, pertenecer o, incluso, desarrollar un perfil profesional relacionado con el running, aunque no sea el de atleta profesional.
Sahid dejó atrás Cachemira
Es lo que le ha sucedido a Sahid Ashraf, que vino en 2008 a España procedente de Pakistán. En un primer momento pensó en emigrar a Inglaterra, donde tiene familia, pero en el último momento decidió probar suerte en Barcelona, una ciudad que le llamaba la atención. Y aquí se quedó
Un día, cuando estaba jugando al fútbol, alguien del equipo le animó a que se inscribiera en una carrera de 10 km. Era reacio, pero lo hizo, y dos meses después corría su primera maratón. “No me lesioné de milagro”, confiesa, y añade: “La gente dice que la maratón te cambia la vida. Sí, en mi caso también fue así, pero no por correrla, sino por la gente maravillosa que conocí en esa prueba”. Empezó a entrenar y le picó tan fuerte el gusanillo del running que dejó sus estudios de electrónica para matricularse en ciencias de la actividad física y el deporte.
Tras graduarse, empezó a trabajar en Decathlon y también a colaborar con tres proyectos de inclusión social de jóvenes: la Transpirenaica
“EN EL CORÁN NO HAY NADA QUE PROHÍBA A LAS MUJERES HACER EJERCICIO”
ARBIA AL KAMBOUI OUARDANI,
joven española de origen marroquí, es una de las dinamizadoras de la Associació Esportiva Ciutat Vella. Anima y entrena a muchas jóvenes
migrantes o hijas de migrantes. “EN LA MONTAÑA ME SIENTO VOLAR”
SAHID ASHRAF
dejó Pakistán hace 12 años. Empezó a correr casi por casualidad, y cambió su vida.
Graduado en ciencias de la actividad física y el deporte, se
dedica a ello y a la montaña.
“EL BUEN CLIMA DE BARCELONA FAVORECE ESTE DEPORTE”
RYAN JAMIESON
llegó de las Tierras Altas de Escocia con la intención de quedarse un año o dos... y lleva ocho. Lo suyo es el trail, pero tras el confinamiento decidió probar el asfalto y vio que tampoco estaba tan mal.
Social Solidaria, el reto solidario Mi
grano de arena, para conseguir fondos para los más desfavorecidos, y la Fundación EXIT, que busca financiación de empresas a las que les guste el deporte para ponerlas en contacto con entidades sociales que ayudan a personas en riesgo de exclusión. Los entrenamientos tienen dos funciones: inclusión social y, en el caso de que alguien joven tenga interés –y cualidades–, conseguir una beca para que puedan estudiar ciencias de la actividad física y el deporte.
Como todo buen fondista, Sahid corre mucho en solitario, pero también mantiene un vínculo muy fuerte con otros corredores de larga distancia, por los cuales se siente comprendido y apoyado. Además, dos días de cada semana ejerce de entrenador con otros corredores en el mismo club en el que él empezó a correr, el BCNRun. Es su forma de devolver algo que a él le cambió la vida. La montaña es su medio y siempre que puede sale a entrenar por cerros, riscos y cimas, donde, comenta, se siente volar. Sahid no es
el único que ayuda a otros migrantes o hijos de migrantes a sentirse integrados en su nuevo entorno a través del deporte. Sergi Cobas y Rodrigo Pinto colaboran con la Associació Esportiva Ciutat Vella, una entidad sin ánimo de lucro que, con el deporte como herramienta de intervención, dan soporte y oportunidades a los jóvenes del barrio de Ciutat Vella de Barcelona, donde un 46% de la población es de origen extranjero y conviven personas de 148 nacionalidades distintas.
Muchos son jóvenes que vinieron con sus padres o que ya nacieron en España, pero que se sienten un poco entre dos mundos: ni de aquí ni de allí. La asociación les ayuda a sentir el arraigo que da el deporte. Gestionan la oferta deportiva pública en el distrito, ofrecen actividades extraescolares en los colegios y, luego, a los chavales que tienen interés los derivan a las escuelas de fútbol baloncesto, atletismo... Lo que sea. A menudo es una posible entrada al mundo laboral, pues muchos de los chicos que se animan a probar alguna actividad deportiva acaban trabajando en la entidad o en empresas asociadas al deporte.
También gestionan las pistas deportivas del barrio. Lo que están haciendo últimamente es fomentar el deporte entre las chicas, ya que se han dado cuenta de que a las pistas acceden mucho más ellos que ellas. Hay un nuevo proyecto de oferta deportiva informal, pero guiada y dirigida a la mujer: “Poco a poco vamos consiguiendo que las pistas sean un espacio cotidiano para las chicas, pero también para sus familias, ya que, al provenir de una cultura muy distinta, no consideran el ejercicio físico como una actividad femenina”, cuenta Pinto. De hecho, tienen un proyecto muy ambicioso e interesante que se denomina Deporte en la mezqui ta: “No se trata de hacer deporte dentro de la mezquita, sino que se anima a las mujeres que acuden a la mezquita a que hagan deporte. Se animan más si es un grupo enteramente femenino, adaptado a sus necesidades, en un espacio que consideran seguro, como es la mezquita”, asegura Cobas. Es un primer contacto con la actividad deportiva, con el beneplácito de sus líderes espirituales. Son ellos los que me ponen en contacto con Arbia.
Arbia Al Kamboui Ouardani, musulmana y feminista
Arbia Al Kamboui Ouardani, una joven española de origen marroquí, es una de las dinamizadoras que combinan su trabajo en la asociación con sus estudios de Historia en la Universidad de Barcelona. Nos cuenta cómo ella misma empezó entrenando en el barrio y que al principio su padre no estaba muy feliz con la idea. “A veces mi padre está en el siglo XXI, pero a veces parece que vive en el XIII”, me asegura. Arbia es musulmana y una de las cosas que más le irritan es la confusión que hay en relación a
“CORRER ES UNA FORMA MUY SANA DE ECHAR RAÍCES”
MARTINA ROCCO es napolitana. Lleva corriendo desde niña, federada de los 11 a los 26 años. Lo dejó, pero luego lo recuperó, y con ello volvieron las ganas de competir y de disfrutar de la adrenalina y de la amistad que la une a sus ‘rivales’.
“EN EL CONO SUR NO ENCONTRÉ UN AMOR, SINO DOS”
JUANJO SÁEZ tenía 49 años cuando el trabajo le envió a Chile. Allí conoció a la atleta Magaly Medina, se enamoró y se enganchó al running y a la competición. Volvió a Barcelona con su amor y unas ganas locas de seguir batiendo récords.
la mujer y el deporte. “Los que ponen trabas a que la mujer haga deporte no lo hacen porque sean religiosos, sino por machistas”, explica: “En el Corán no hay nada que prohíba a las mujeres hacer ejercicio. Muchas chicas tienen miedo de lo que dirán sus padres o sus maridos. Ahí estoy yo para animarlas, para resolver sus dudas, para romper tabúes: no hay nada malo en que una mujer juegue al fútbol si ella quiere”, y añade: “En este barrio la lucha es, más que por combatir el racismo y la xenofobia, por combatir la misoginia. Muchos chicos creen que me pueden tratar como un ser inferior por ser mujer. Yo me cuadro, aunque sean mucho más fuertes que yo, y no tolero ninguna falta de respeto, ni contra mí ni contra ninguna de las chicas que entrenan conmigo”.
La verdad es que esta mujer de 19 años, dulce pero firme, valiente y deportista, nos ha desvelado todo lo que se puede lograr entrenando: no solo buenas marcas, sino luchar, de todas las formas, contra la discriminación y la desigualdad.
Los migrantes del primer mundo
El deporte, y el running en particular, no solo ayudan a quien está en una situación crítica o en un barrio con altos índices de inseguridad, sino a todo el que ha dejado atrás su hogar por una oportunidad laboral o un gran amor. En el Club de Atletismo de Nou Barris, un grupito variopinto de extranjeros entrenan junto a algunos locales. El preparador, Moha, es de origen marroquí. Ryan Jamieson es de un pueblecito de las Tierras Altas escocesas que vino a España con la intención de quedarse un año o dos, pero que lleva aquí ocho. Como corredor y amante de todo lo que se hace al aire libre, aquí se siente muy a gusto: “El clima de Barcelona favorece este deporte”, sonríe. Lo suyo es el trail, pero cuando, tras el confinamiento, la sierra de Collserola se llenó de runners, decidió probar el asfalto y vio que tampoco estaba tan mal. Se unió al club y todos los martes y jueves acude religiosamente a la pista a entrenar.
La fuerza del grupo
En Nou Barris también entrena Martina Rocco, napolitana. Vino a España a acabar su doctorado y se quedó. En Italia estaba federada, y corrió como profesional desde los 18 hasta los 26 años. Dejó de hacerlo hasta llegar a Barcelona. Al principio empezó a salir a correr sola… hasta que decidió apuntarse al entrenamiento en pista del club. “Ahí es donde se nota la fuerza del equipo: te entrenas aunque no tengas energías, llegas de mal humor y te vas riendo. Es mágico”.
Juanjo Sáez también está con ellos. Él es español, pero fue en Chile donde empezó a correr cuando conoció a la que sería su pareja, la atleta chilena Magaly Medina. Sáez se lo tomó en serio, se federó y en 2018 compitió en el Mundial de Atletismo Master Málaga representando a Chile. Cambió de país por trabajo y encontró no un amor, sino dos. Se iba a quedar un par de años, pero se quedó más y, al final se volvió con su pareja, con toda su familia, a Barcelona, y siguió con ese hábito de dar zancadas que había adquirido al otro lado del charco.
Angélica Esparza es una mexicana que empezó a correr en 2004, cuando se fue a vivir con su marido a Holanda: “Es una sociedad muy cerrada, que no recibe con los brazos abiertos a los de fuera. Empezamos a correr
“EL CORRER TE ABRE PUERTAS”
ANGÉLICA ESPARZA, mexicana, empezó a correr cuando se fue a vivir con su marido a Holanda. Se unieron a un club y empezaron a conocer gente. Al venir a España hicieron lo mismo. Sus mejores amigos son corredores.
y así hicimos amigos. Realmente el running te abre puertas cuando no conoces a nadie”, comenta. “Al llegar a España, nos unimos al club y seguimos corriendo, ganando campeonatos y haciendo amigos. Son muchas satisfacciones las que da el running”, añade. Florence Bertholet es francesa y está de acuerdo con ella. Junto a Kristina Krentzien, una alemana que también pertenece al grupo, ganaron en 2019 el campeonato de Cataluña de cross veterano, y también compitieron en el campeonato de cross este año.
La unión hace la fuerza
María Medina llegó a Barcelona hace 15 años, porque conoció a su expareja por Internet y, al estar desempleada en su Sevilla natal, se animó a probar suerte en la Ciudad Condal. “Cuando llevaba aquí un tiempo oí hablar de la Carrera de la Mujer y me inscribí en la que sería mi primera carrera popular. No dejé de competir desde ese momento y me fijé en que siempre había corredores que lucían las mismas camisetas. Así descubrí los clubes de corredores y pensé que apuntarme a alguno sería una forma de no sentirme sola en las carreras. Me uní a Corredors.cat y la realidad superó ampliamente mis expectativas. Comencé a conocer mucha gente. Nos ayudábamos durante la carrera para conseguir nuestros objetivos y quedábamos después para comentar los resultados delante de una cerveza y una tapa. Quedábamos a menudo para entrenar, pero también para ir a tomar algo y compartir los retos y las ilusiones de cada uno. Fue una forma de ampliar mi círculo de amistades en una ciudad nueva para mí”, cuenta.
Correr para echar raíces
Hablamos de cómo correr fomenta la amistad. Martina concluye: “Ahora que lo pienso, las mejores relaciones que tengo, y que todavía mantengo a pesar de la distancia, son de ‘rivales’ de diferentes ciudades de Italia. Con muchos sería imposible vernos si no fuera porque quedamos para las carreras populares que se celebran por toda Europa, como la Media de Valencia o la de Nápoles”. Y añade: “Realmente correr es una de las formas más sanas de echar raíces y conocer gente maja.
Son amistades diferentes, más puras: miran más a lo esencial, porque en el fondo, cuando corremos, no necesitamos nada: solamente una camiseta y un par de zapatillas”.
Sea cuál sea el motivo de la partida, correr sirve sin lugar a dudas como herramienta de integración: los beneficios físicos y psíquicos del running los conocemos de sobra, pero es que, además, correr no solo lima las diferencias entre distintas culturas, sino que te integra en una comunidad muy humana, donde se valoran el esfuerzo y la dedicación. Por eso, si alguna vez tienes que dejar tu hogar… no olvides meter en la maleta tu par de zapatillas.