EN LA TIENDA
Ten siempre en cuenta estas directrices cuando vayas a probarte unas zapatillas nuevas.
Lo primero de todo, saca la plantilla de la zapatilla y coloca el pie encima de ella. Debería coincidir perfectamente con él. Eso quiere decir que los dedos no deberían salirse nunca por delante ni por los lados, y la punta debería estrecharse donde los dedos también lo hacen.
Introduce la plantilla de nuevo dentro de la zapatilla y póntela. Ata los cordones lo suficientemente fuerte como para sujetar la zapatilla a la parte superior del pie, pero no tanto como para apretar los nervios. Para hacerte una idea, deberías poder meter un dedo entre el nudo y la zapatilla.
Ponte de pie y siente su ajuste. Lo ideal es que entre el final del dedo más largo y la punta de la zapatilla haya el equivalente a la anchura de un pulgar. En algunos pies, el dedo más largo puede ser el segundo. En cuanto a la anchura, hay que fijarse en que no presione el meñique y que la presión del pulgar sea ligera.
Camina con ellas y, si puedes, corre unos metros. Comprueba que el talón no se salga de su sitio, y que nada se clave o roce contra el tobillo. Fíjate también en la tela del upper. Si se arruga, puede ser que necesites una talla menos, y si sobresale o se estira, que tengas que comprar una talla más.
Y, sobre todo, no te compres nunca unas zapatillas que te resulten rígidas con la idea de que con el tiempo se harán a tu pie. Deberían sentarte bien desde el primer día.