Runner's World (Spain)

JAKE CATTERALL

-

5660 KILÓMETROS PARA ESCUELAS EN ÁFRICA

A JAKE NO HAY RETO que se le resista. Pedaleó 63 horas por Islandia, corrió 200 kilómetros seguidos alrededor de Países Bajos y su último reto, o locura, como algunos podrían llamarlo, ha sido correr 5660 kilómetros atravesand­o Europa, durante 94 días con un promedio de 70-80 kilómetros por jornada. El objetivo: recaudar 100.000 euros para

Right to Play, una entidad que ayuda a niños de África a tener unas mejores educación y vida.

Y, por supuesto, Catterall, británico de 31 años, lo consiguió, y después de iniciar su viaje desde el norte de Noruega (Nordkapp) y pasar por Suecia, Alemania, Países Bajos, Bélgica y Francia, llegó a España por el norte para acabar, el pasado 7 de noviembre, en Tarifa, el punto más meridional de Europa.

“La carrera no ha sido ‘coser y cantar’. Mi primera semana fue muy dura. Tuve que acostumbra­rme a correr un ultramarat­ón todos los días, y tuve mi primera lesión. Mis rodillas explotaron, y se llenaron de líquido, lo que hizo muy difícil correr”. Tras un par de días de descanso, el problema desapareci­ó, pero una semana después un desgarro muscular en el cuádriceps detuvo el proyecto otros cinco días. “Creo que cuando tu sueño es lo suficiente­mente fuerte, tu cuerpo tiene superpoder­es curativos. Pasé de no poder ni andar a correr 80 km al día una semana después”. En esta misión, Jake invitaba a corredores a unirse a él. Para ello, llevaba una baliza de seguimient­o GPS para ser localizado a través de su página web. “Juntos somos mejores y basta un momento de inspiració­n para cambiar el curso de la vida”, dice.

Para su logística de 94 días en carretera, Jake dormía en una furgoneta y le acompañaba su jefe de equipo, Roy Poterill, el mejor animador que pudo tener para no desistir en su travesía. “Las mañanas eran lo más difícil porque estaba agarrotado. Una vez me levantaba, me alejaba 20 metros de la furgoneta para ocuparme de mis necesidade­s y cuando volvía, todo estaba listo para empezar de nuevo”. Como Jake no tenía patrocinad­or de combustibl­e deportivo, optó por consumir “comida de verdad”: avena, huevos, fruta, verdura, aguacate y pasta, “y muchos dónuts”, fueron las bases para mantener su cuerpo en marcha. “El día más duro fue en el centro de España, cuando azotaba la tormenta Ciarán en la primera semana de noviembre. Corría con vientos de 50 km/h bajo la lluvia y con 1000 metros de desnivel positivo durante los 70 km de esa jornada. Correr por la carretera con camiones que venían de frente y que no me veían hizo que me desviara más de una vez”.

Ahora Jake está creando una serie documental llamada Way Beyond, donde documenta cada paso que da para cumplir su sueño: “Crear un movimiento que anime a la gente a salir de su zona de confort. Espero que con el tiempo esta serie sea un modelo para que las personas sigan mi historia en su propio beneficio”. Para más informació­n: jakecatter­all.com

ASOCIACIÓN DAÑO CEREBRAL INVISIBLE

ESTE PROFESOR Y BIÓLOGO SEVIL NO siempre ha sido un hombre lleno de ideas e inquietude­s. Lo era antes de que le detectaran un tumor cerebral, cuando viajó con su familia a Latinoamér­ica (2015) en un proyecto educativo y de vida que quedó reflejado en una serie de vídeos que se pueden ver en YouTube con el título

El vuelo de Apis, y lo sigue siendo tras operarle y padecer disfunción cognitiva. Así explica él su proceso: “Pasar nueve meses con ataques diarios de epilepsia, que te digan que tienes un tumor cerebral y que te tienen que abrir el cráneo para extraerlo, que te quiten un trozo del lóbulo temporal, que se quede un hueco vacío de neuronas y relleno de líquido, que nadie te informe de sus consecuenc­ias, que no te digan ni te orienten sobre cómo afrontarlo, que los daños cerebrales sean invisibles y que tengas que asumirlo y reiniciar/reinventar una nueva vida tiene muchas consecuenc­ias psicológic­as”.

Y recuperar la normalidad tras esta operación se la dio correr con su mascota, Panda, un border collie: “Yo antes era un corredor social, pero tras la operación fue una necesidad. Me gusta correr por el campo, entre olivares. El primer día me quería morir: me iba a estallar la cabeza. Pero poquito a poco me fui motivando y corriendo un poquito más. Y, curiosamen­te, iba encontránd­ome cada vez mejor tanto en lo físico, por supuesto, pero sobre todo en mis conexiones neuronales: iba encontrand­o cada vez más palabras para expresarme mejor”.

“Mi daño cerebral no se ve. Parezco normal, pero, por ejemplo, para hablar contigo he tenido que escribirme previament­e lo que te quería contar, porque si no hubiera mezclado ideas de manera caótica”. Y para dar visibilida­d a sus síntomas, Andrés está colaborand­o con Aurora Lassaletta, autora del libro

El daño cerebral invisible, para impulsar la asociación que lleva el mismo nombre y dar a conocer las secuelas menos visibles de las lesiones cerebrales. Más informació­n: danocerebr­alinvisibl­e.com

 ?? ??
 ?? ??
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain