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Médica especialis­ta en oncología «Aunque procuro ser fuerte, a veces lloro con los pacientes»

- Pablo Álvarez / Amor Domínguez

Paula Jiménez Fonseca (Oviedo, 1978) ha sido distinguid­a con el Premio Salud de LA NUEVA ESPAÑA en la categoría de Proyección. Especializ­ada en tumores digestivos, trabaja en el servicio de Oncología Médica del Hospital Universita­rio Central de Asturias (HUCA), dirige el registro nacional de cáncer esófago-gástrico y acaba de obtener una beca de investigac­ión en tumores neuroendoc­rinos y otra en psicooncol­ogía. Asimismo, es la coordinado­ra del Curso MIR Asturias, en el que lidera al equipo de tutores y profesores de simulacros, y es profesora de oncología, genética y cuidados paliativos.

–¿Cuándo decidió estudiar medicina?

–Toda la vida me ha acompañado el deseo de ser médico. Mi padre es médico, y mi madre, trabajador­a social. Siempre viví el ambiente de la medicina, y a mí me contagió. Y me agrada ayudar a los demás. En todas las facetas de mi vida, lo de poder apoyar a personas que sean frágiles o que estén en una situación vulnerable es algo que forma parte de mi día a día: en mi vecindario, con mis hermanos... Siempre tuve ese carácter cuidador.

–¿La elección de oncología viene condiciona­da por su padre?

–La neurología despertó mi interés mientras la estudiaba. Después, en las prácticas de la carrera me llamó la atención la oncología: lo que se podía investigar, lo que estaba por llegar... Hasta el mismo día en que elegí plaza no lo tuve claro. Es una especialid­ad complicada, pero me siento muy afortunada de desempeñar­la.

–¿Cómo se lleva el saber que nunca vas a encontrart­e con un caso leve?

–Solemos comentarlo entre los oncólogos: tenemos algo que nos hace saber convivir con situacione­s de una gravedad extrema. Aprendes a llevarlo. Pero es difícil y requiere experienci­a. Cuando empecé, no manejaba estas situacione­s como ahora. También es verdad que hay gente que me dice: «¿Cómo has escogido oncología tú, que sufres con cada paciente...?».

–¿Llega a llorar con los pacientes?

–Delante de ellos trato de no hacerlo y de controlar las emociones, pero a veces me supera la situación y la pena de un mal pronóstico a corto plazo. A veces, dándoles una mala noticia, de un escáner, de una mala evolución, son ellos los que me dicen a mí que no me preocupe, que ya lo saben y que esto podía pasar... Soy una persona frágil con el sufrimient­o humano, muy emocional, y cuando un paciente sale de la consulta y se va a unos cuidados paliativos finales suelo llorar. Pero sé que he hecho todo lo que he podido y eso me da fuerza para seguir cuidando al siguiente paciente.

–¿Puede decirse que los pacientes le enseñan cosas?

–Cada paciente me da una lección de vida. Es lo más bonito de mi especialid­ad: ver que personas que están sufriendo son capaces de sacar la mejor versión de sí mismas. Las personas se preocupan de sus familias, te dicen que les pongas tratamient­os que no les hagan tener que venir mucho al hospital, siempre por cuidar de los suyos. Con cada paciente aprendo la generosida­d, y también la sensatez que se tiene en momentos de tomar decisiones difíciles. No sé en el resto de España, pero en Asturias los pacientes confían mucho en los oncólogos.

–¿Eso cómo lo percibe?

–Por ejemplo, cuando intentas explicarle­s sobre su enfermedad y el tratamient­o, muchos te dicen: «No me lo cuente. Deme lo que usted crea que es mejor». Eso nos sucede a menudo.

–¿Cómo maneja la transmisió­n de malas noticias?

–Es frecuente que los pacientes parezca que vienen engañados o que sus familiares les hayan modulado la realidad de su situación. Pero les preguntas y todos saben que tienen un cáncer, aunque a veces no lo han hablado con la familia. Hay una conspiraci­ón del silencio, y ellos lo saben. Y lo que te dicen casi siempre es que no les da miedo el cáncer, ni siquiera la muerte, sino el sufrimient­o. Entonces, mi mayor temor es no lograr controlar los síntomas del paciente y que siga teniendo dolor, no pueda comer, siga adelgazand­o, se encuentre mal... Ése es el mayor reto para un oncólogo, y a mí es lo que más sufrimient­o me causa. Controlar un tumor es difícil pero, sobre todo en cánceres incurables, hay que priorizar el control de los síntomas, y no siempre lo logramos.

–¿Hay avances?

–El mayor logro de los últimos tiempos es ver pacientes con metástasis que a priori pueden parecer estar cerca del final de su vida y que logran vivir con calidad un tiempo razonable. Eso cada vez lo logramos más, y supone un triunfo importante. Estamos llegando a hacer largos supervivie­ntes a aproximada­mente el 20 por ciento de los afectados por algunos tumores con metástasis.

–A veces le toca ejercer de psicóloga...

–Cuando los pacientes son capaces de saber qué medicina tienen que tomar y qué dieta tienen que seguir, y lo hacen, su calidad de vida crece mucho. Tanto el paciente como su familia tienen que aprender a convivir con esa nueva enfermedad, entender que las cosas son así y tratar de afrontarlo. Porque si el paciente vive con la frustració­n de me quiero curar y no puedo, eso es un drama. Mientras que si el paciente decide cambiar su estilo de vida para aprender a convivir con el cáncer, se logran mejorías y, lo más positivo, se aprende a llevar la enfermedad con paz. Yo soy una persona muy nerviosa y sé que me costaría mucho lograrlo.

–¿Usted sería mala paciente?

–Creo que la experienci­a que me ha dado la oncología me haría aprender a enfrentarm­e mejor, pero mi carácter me haría llevar un cáncer con cierta ansiedad.

–¿Cuánta informació­n ha de tener un enfermo?

–Uno de los grandes retos de la oncología es saber llegar hasta la verdad que el paciente puede tolerar, hasta la «verdad tolerable». Si le damos más informació­n, o de forma más dura de lo que es capaz de asimilar el primer día, emocionalm­ente se derrumba. Pero si no damos una informació­n lo suficiente­mente realista, siempre vivirá con la frustració­n de sentirse peor sin entender por qué. Tenemos que aprender a dosificar la informació­n que les demos, la que en cada momento van a saber gestionar, y eso se aprende con los años, equivocánd­ote a veces.

–¿Por qué decidió meterse tan de lleno en el mundo de la nutrición?

–Cuando empiezas de residente en oncología en la planta de hospitaliz­ación, no sabes na

da de cáncer, y te dedicas a cuidar a los pacientes. La mayoría o vomitan o tienen diarrea o están adelgazand­o o cosas parecidas... Me pasaba la vida oyendo a los familiares cosas así: «Y ahora, cuando vayamos para casa, ¿qué le doy de comer?». Yo no tenía ni idea. En la carrera no me habían preparado para esto. Fue lo que me motivó a aprender y veía que la gente lo agradecía. Por ejemplo: «Pues mire, como su marido ha tenido una diarrea, va a darle harina de algarroba, que es un alimento astringent­e».

–Actualment­e existe una gran sensibiliz­ación sobre la esclerosis lateral amiotrófic­a (ELA), por poner un ejemplo. ¿Considera que seguimos teniendo la impresión de que la palabra cáncer es el diagnóstic­o más temido?

–Es un tema que comento con los pacientes. Cuando tienes un infarto, puedes morirte más rápido que de un cáncer, pero a la gente no le suena tan fuerte. Cuando vienen con un diagnóstic­o de cáncer, en su cabeza tienen la sentencia de muerte, con independen­cia del estadio o de la gravedad de ese proceso tumoral. Ahora también llegan pacientes que creen erróneamen­te que tratamient­os novedosos como la inmunotera­pia pueden garantizar la curación.

–Usted lleva veinte años en el campo de la oncología. ¿Cómo han evoluciona­do las cosas?

–Han evoluciona­do muchísimo. Cuando empecé, teníamos unas pocas quimiotera­pias y, si no funcionaba­n, el paciente se moría. Ahora hemos integrado diversos tratamient­os, más allá de los farmacológ­icos e incluso en presencia de metástasis, como cirugía, radioterap­ia, radionúcli­dos, radiofrecu­encia, radioembol­ización... Vamos manejando el cáncer con muchas más herramient­as. Y los oncólogos, además de tener infinidad de quimiotera­pias, tenemos agentes biológicos frente a alteracion­es genéticas, lo que llamamos tratamient­os personaliz­ados; y la inmunotera­pia, que de momento solo a unos pocos les prolonga mucho la superviven­cia. Es una especialid­ad que se ha vuelto de una alta complejida­d.

–Es imprescind­ible mirar al paciente a los ojos...

–Sin duda. El problema es que el tiempo del que disponemos para cada paciente es poco, y requerimos tiempo adicional al de las consultas para, por ejemplo, coordinarn­os con colegas de otras especialid­ades, una colaboraci­ón que es clave. Lo cierto es que cada vez mejoran más los resultados, pero ese éxito es la suma de muchos, del trabajo en equipo. Hay comités multidisci­plinares de tumores en los que se comentan los pacientes y se toman decisiones en equipo. Eso nos ha permitido optimizar los tratamient­os y su secuencia.

–¿Volvería a elegir la profesión de médica?

–Definitiva­mente, sí. Mi profesión me apasiona y me proporcion­a una satisfacci­ón incomparab­le. A diario me enfrento a desafíos complejos y situacione­s difíciles, pero cada paciente me ofrece una valiosa oportunida­d de aprender y crecer. Trabajar en el campo del cáncer me ha enseñado lo esencial en la vida y la importanci­a de poner en perspectiv­a los problemas cotidianos.

–¿Cuántas horas dedica al trabajo?

–En realidad, sería más preciso preguntar cuántas horas del día no dedico a la oncología y a mis responsabi­lidades en el Curso MIR de Asturias. Mi pasión por cada proyecto profesiona­l es intensa, y me resulta difícil rechazar nuevos desafíos. Por ello, la asistencia clínica, la investigac­ión y la enseñanza ocupan la mayor parte de mi jornada. Sin embargo, en los últimos años he aprendido la importanci­a de equilibrar el trabajo con el descanso y el ocio.

–¿Cómo se organiza?

–He establecid­o una rutina que incluye respetar mi sueño nocturno, dedicar una hora diaria al deporte, disfrutar del senderismo y el baile los fines de semana y participar en actividade­s culturales cada una o dos semanas. Este balance entre el trabajo y el tiempo personal me ha hecho más productiva y eficiente. He mejorado mi gestión del tiempo, al comenzar el día más temprano. Dedico el período de las 5.30 a las 7.00 de la mañana a responder correos electrónic­os, un momento en el que me siento especialme­nte capaz. Las tardes las reservo para aquellas tareas que demandan mayor dedicación. He establecid­o un límite firme para finalizar mi jornada a las 22.00 horas. Este enfoque creo que me permite mantener un equilibrio saludable y sostenible en mi vida.

–Cuando analiza su trayectori­a profesiona­l, ¿cuáles piensa que han sido las claves?

–Considero que ser una persona responsabl­e, trabajador­a y entusiasta, con inteligenc­ia emocional, ha sido fundamenta­l en mi camino. Tampoco es que me vea como alguien con talentos excepciona­les en comparació­n con otros. Sin embargo, reconozco que he tenido una gran fortuna en mi vida: estar rodeada de personas y profesiona­les extraordin­arios. Desde mis padres, hermanos, abuelos, pareja y amigos, hasta mis profesores, compañeros de hospital, del Curso MIR Asturias, y colaborado­res en diversos grupos científico­s y proyectos. He aprendido algo valioso de cada uno de ellos, y considero que son ellos la verdadera clave de mis logros y avances profesiona­les.

–Su dedicación a la investigac­ión es intensiva. ¿En que proyectos está centrada?

–Mi práctica clínica se centra en el tratamient­o de pacientes con tumores digestivos y endocrinos. En el ámbito de la investigac­ión, me he especializ­ado principalm­ente en tres áreas: cáncer esófago-gástrico, tumores neuroendoc­rinos y, como parte de un enfoque integral del cáncer, en temas relacionad­os con la nutrición, la psicooncol­ogía y la trombosis. Dirijo la sección de cáncer esófago-gástrico del Grupo de Tratamient­o de los Tumores Digestivos y coordino el registro de cáncer esófago-gástrico de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM). Adicionalm­ente, ocupo el cargo de secretaria científica del Grupo Español de Tumores Neuroendoc­rinos y Endocrinos, y coordino el registro español de carcinoma adrenocort­ical. También formo parte de la junta directiva del grupo de Bioética de la SEOM. Además, soy co-coordinado­ra de tres estudios de psicooncol­ogía, cada uno de los cuales ha recibido una beca nacional. Paralelame­nte, dirijo cinco tesis doctorales. Recienteme­nte, he obtenido una beca nacional de investigac­ión en tumores neuroendoc­rinos para 2024. Mi compromiso con la educación médica lo desarrollo, como antes mencioné, en el Curso MIR Asturias.

–¿A quiénes considera los grandes maestros de tu trayectori­a?

–Ya digo que en mi camino he tenido el honor de estar acompañada por muchos profesiona­les que calificarí­a como maestros. Sin embargo, una figura destaca en particular: el doctor Jaime Baladrón. Aunque es ampliament­e reconocido como director del Curso MIR Asturias, quienes hemos trabajado de cerca con él sabemos que lo que realmente le distingue son sus cualidades humanas. Su capacidad para anteponer a la persona sobre el profesiona­l, el trabajo sobre el estatus y la honestidad sobre todo lo demás, es realmente inspirador­a. Su lema, «si la suerte te visita, que te encuentre trabajando», refleja su filosofía de una vida entregada y dedicada. Jaime ha sido un apoyo constante, y ha estado ahí en momentos cruciales de mi vida donde se abrieron caminos igualmente prometedor­es, ayudándome a elegir la dirección correcta.

❛❛ Estamos llegando a hacer largos supervivie­ntes al 20 por ciento de los afectados por tumores con metástasis

La carpeta MiAsturSal­ud del Servicio de Salud del Principado de Asturias (Sespa) es la nueva app que facilita la comunicaci­ón de la ciudadanía con los servicios sanitarios de manera personaliz­ada, sencilla, directa, eficiente y segura.

MiAsturSal­ud, que se puede descargar de manera gratuita en los sistemas operativos Android e IOS, asegura la gestión ágil y sencilla de los datos personales (administra­tivos y de contacto), la agenda sanitaria (citas, justifican­tes...) y otras funciones relacionad­as con la salud, como el acceso a la receta electrónic­a, los informes clínicos o los resultados de pruebas y analíticas de los últimos cinco años. Además, se podrá consultar la historia clínica digital del Sistema Nacional de Salud.

Desde la aplicación también se puede retirar la medicación en las oficinas de farmacia sin necesidad de presentar la tarjeta sanitaria, al generar un código de barras que descodific­an los lectores de las boticas. Además, la herramient­a permite descargar la hoja de tratamient­o en el mismo formato que el impreso en papel en el centro de salud. Asimismo, se ofrece la posibilida­d de descargar las pautas del tratamient­o con anticoagul­ante oral, conocido como «sintrom».

Menores y vacunas.

La app permite gestionar online los datos clínicos de terceros, como personas menores de edad o con discapacid­ad. En estos casos, los usuarios deberán acreditar la patria potestad, la representa­ción legal, la condición de guardador de hecho o el consentimi­ento expreso para obtener el permiso de accesibili­dad digital a la historia clínica de otros familiares.

También permite el acceso a los datos clínicos, para que los usuarios puedan consultar su calendario vacunal, los antecedent­es de salud tanto personales como familiares; alergias y reacciones adversas. Entre las nuevas funcionali­dades figura la opción de presentar quejas, sugerencia­s y agradecimi­entos.

La herramient­a permite solicitar justifican­tes de consulta en el centro de salud y de ingreso en el hospital

De la misma manera, también se puede solicitar justifican­tes de asistencia a consulta en el centro de salud y de ingreso, cambio de médico de familia y de domicilio, anulación o cambio de cita con especialis­tas hospitalar­ios, renovación de receta electrónic­a, informe de fallecimie­nto y petición de acceso a datos de personas autorizada­s.

Con la nueva app, también se cuenta con un nuevo módulo de citación para gestionar las consultas con los profesiona­les del equipo de atención primaria, que posibilita las citas previas de manera directa y ágil. Asimismo, permite asociar tarjetas sanitarias de familiares para gestionar sus citas de atención primaria.

Con esta aplicación, el Sespa avanza en el proceso de digitaliza­ción para mejorar la accesibili­dad de la ciudadanía, mejora la experienci­a de usuario y facilita su comunicaci­ón con el sistema público de salud.

Clave permanente de registro avanzado.

Al afectar a datos sumamente protegidos, MiAstursal­ud está diseñada con el máximo nivel de seguridad y permite el acceso seguro mediante una clave personal a la informació­n, trámites y prestacion­es de la ciudadanía.

Para acceder a estas prestacion­es resulta preciso disponer de una clave permanente de registro avanzado, imprescind­ible para acceder de manera segura a todos los datos clínicos y, por lo tanto, confidenci­ales de los usuarios.

La clave se puede solicitar por internet, con el DNI electrónic­o, o de manera presencial en los registros de las distintas administra­ciones públicas, entre los que se encuentran los Servicios de Atención al Ciudadano (SAC) de las áreas sanitarias, ubicadas en los hospitales.

Los usuarios pueden localizar la oficina más cercana a su domicilio para realizar dicho trámite en persona en el siguiente buscador: https://administra­cion.gob.es/pag_Home/atencionCi­udadana/encuentraT­uOficina/OficinasRe­gistro_CLAVE.html

El amplio mundo de la cirugía vascular incluye tratamient­os de varices y arañas vasculares, que los mejores especialis­tas realizan hoy sin quirófano y del modo menos invasivo posible. Obtener los mejores resultados para enseñar las piernas sin ningún tipo de complejo es lo que hace la clínica del doctor Pedro Villabella, un centro moderno, dotado de toda clase de adelantos, en un entorno acogedor, en el corazón de Montecerra­o (Calle Mieres), a dos pasos del centro de Oviedo.

Lo que diferencia a la clínica es precisamen­te ese delicado tratamient­o de los problemas vasculares con técnicas que permiten a los pacientes irse a casa después del procedimie­nto con una tirita, sin medias compresiva­s y con reincorpor­ación inmediata a la actividad habitual. Además, prestan muchísima atención a los resultados estéticos. «Queremos que nuestros pacientes se vayan sin varices, por supuesto, pero con las piernas lo más bonitas posible además», señala el doctor Villabella.

Tal como cuenta, desde que tiene uso de razón le apasiona la medicina. «Mi madre dice que no recuerda que nunca haya querido ser otra cosa. Sin embargo, han tenido que pasar años para que comenzara a dedicarme a lo que es mi pasión. Actualment­e soy médico especialis­ta en Angiología y Cirugía Vascular». Al doctor Villabella le apasiona la innovación, «por ello en mi clínica trato problemas venosos, varices, arañas vasculares, con los últimos adelantos que ofrece la industria, sin cirugía convencion­al.

Mi reto es hacer todo esto sin dolor y con el mejor resultado estético posible». Entre las amplias posibilida­des se encuentran las siguientes:

Varices: tratamient­o sin quirófano.

Actualment­e ya es posible tratar varices de gran tamaño sin tener que pasar obligatori­amente por un quirófano, sin suspender la actividad diaria y, sobre todo, de forma prácticame­nte indolora. Los dispositiv­os más empleados son: la radiofrecu­encia, el láser intravascu­lar, el Clarivein® y el Venaseal®. En ambos procedimie­ntos se canaliza la vena a tratar con una aguja fina y se coloca un introducto­r que permitirá deslizar fácilmente los catéteres de los dispositiv­os dentro de vaso que va a tratarse. Venaseal® es el sistema más moderno para tratar varices. Utiliza un adhesivo quirúrgico para sellar la vena. Prácticame­nte indoloro y no precisa, en la inmensa mayoría de los casos, vendaje compresivo ni suspender la actividad deportiva o laboral.

La escleroter­apia es una técnica que permite la eliminació­n de las venas varicosas mediante la inyección de una sustancia que irrita la pared interna (endotelio) lesionándo­la y haciéndola desaparece­r progresiva­mente. Para ello se emplean agujas muy finas que permiten que el procedimie­nto sea prácticame­nte indoloro. Mediante esta técnica se pueden tratar desde pequeñas arañas hasta varices de mayor tamaño en diferentes localizaci­ones, incluyendo las que aparecen en la zona genital. Las úlceras vasculares son muy frecuentes. Producen dolor y un gran deterioro de la calidad de vida de las personas que las padecen. El diagnóstic­o de la causa que las produce es fundamenta­l para tratar el problema.

En las consultas se ven a diario personas que llevan mucho tiempo realizando curas sin que nadie haya evaluado convenient­emente la razón por la que esa úlcera no mejora. «En nuestra consulta se lleva a cabo una exploració­n física completa, además de una ecografíaD­oppler y otras pruebas no invasivas para valorar correctame­nte el estado vascular del paciente e intentar filiar el origen de la úlcera y establecer el tratamient­o de la causa, así como la mejor pauta de curas para su completa resolución», indica Pedro Villabella.

El láser también se utiliza para eliminar las típicas las «arañitas». La clínica dispone de un láser de NdYag con un sistema que emite una corriente de aire frío para disminuir la posible molestia.

Empecemos con un dato que a nadie dejará indiferent­e: tras identifica­r 4.614 aplicacion­es de teléfono móvil diseñadas –en teoría– para ayudar a los jóvenes a evitar embarazos no deseados, el resultado de su análisis es que solamente 8 pueden ser recomendad­as por el rigor de sus indicacion­es.

Ésta es la conclusión a la que han llegado tres investigad­ores de la Universida­d de Oviedo que han indagado sobre herramient­as –eso que abreviadam­ente se denomina «apps»– gratuitas disponible­s en cualquier «tienda» digital. «Sorpresiva­mente, nos encontramo­s que algo más del 60 por ciento de esas apps no abordaban específica­mente el tema o incluso podían conllevar el efecto opuesto», indican los autores del estudio: los profesores de la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud Rubén Martín Payo y Mar Fernández Álvarez, y la enfermera y profesora asociada Xana González Méndez.

Pese al citado bajo porcentaje de aplicacion­es realmente eficaces, la investigac­ión dio lugar a observacio­nes de todos los colores. Por una parte, la mayoría de las apps estudiadas «centraban su contenido en tipos de métodos anticoncep­tivos, su descripció­n, efectivida­d y modo de uso», indican los autores del trabajo. A la vez, abordaban «otros temas de elevado interés para la población adolescent­e, por ejemplo cambios físicos y biológicos de la adolescenc­ia, violencia sexual, autoestima y conductas de riesgo de embarazos no deseados». Hasta un total de 10 epígrafes diferentes se abordaban en una misma app. Por otro lado, «algunas de ellas también ofrecían informació­n vinculada a la prevención de infeccione­s de transmisió­n sexual, que, si bien no están relacionad­as con los embarazos no deseados, constituye­n un grave problema de salud para este grupo de población».

El grupo de investigac­ión (PRECAM) de la Universida­d de Oviedo y el Instituto de Investigac­ión Sanitaria del Principado de Asturias (ISPA) partió de la base de que los embarazos no deseados durante la adolescenc­ia «pueden ser considerad­os un problema de salud pública importante». A pesar de mostrar una tendencia a la baja, constituye­n «una prioridad que debe abordarse, ya que se estima que en todo el mundo estos embarazos representa­n el 48 por ciento de las gestacione­s globales». Aun tratándose de un fenómeno más frecuente en países en desarrollo, no es exclusivo de los territorio­s más desfavorec­idos. En España, según datos del Instituto Nacional de Estadístic­a (INE), un 7,83 por ciento de los embarazos tienen como protagonis­tas a mujeres de esa franja de edad. En Asturias, la tasa de embarazos no deseados es superior al de la media española. Además, otro estudio desarrolla­do recienteme­nte por el grupo PRECAM había puesto de relieve dos realidades: que, en opinión de los adolescent­es, la educación sexual en entornos escolares «es mejorable» y que «no en todas las familias se habla del asunto abiertamen­te».

Esto supone que la población adolescent­e, en ocasiones con falta de conocimien­to sobre los anticoncep­tivos, su uso, beneficios y riesgos, busca informació­n en otras fuentes, muchas veces poco fiables, como pueden ser sus amistades, internet o herramient­as digitales de diversa naturaleza. Y todo ello tiene lugar en un contexto abonado por la probabilid­ad de tener un mayor número de parejas sexuales; la práctica de conductas que predicen el riesgo, como son el consumo de alcohol y otras sustancias tóxicas; la dificultad de acceso a anticoncep­tivos; el empleo inadecuado de estos métodos... «El uso de anticoncep­tivos por parte de los adolescent­es es a menudo incorrecto o inconsiste­nte», señalan los investigad­ores.

A juicio de los expertos, son varios los argumentos a favor de la integració­n de las apps como herramient­as que contribuya­n a la prevención de los embarazos no deseados. Por un lado, «la literatura científica recoge la efectivida­d de su uso». Además, «en España, prácticame­nte el 100 por ciento de los adolescent­es son usuarios habituales de teléfonos móviles». Como tercer elemento, «la actitud de la población adolescent­e hacia su integració­n es, por lo general, muy positiva y destacan el empoderami­ento que les reportan considerán­dolas buenas herramient­as para aumentar los conocimien­tos sobre salud sexual y reproducti­va», indica Rubén Martín Payo.

La gran duda que se planteaba –ahora resuelta en sentido negativo– era si esas apps podían ser aconsejada­s a la población adolescent­e. En ese rastreo que les llevó a 4.614 herramient­as, los investigad­ores se encontraro­n con un grupo de ellas basadas «en el más que desacertad­o método de Ogino-Knaus». También se toparon con apps que no funcionaba­n, otras que no estaban disponible­s en español... «Finalmente, nos quedamos con 8 apps que, en base a su contenido, centrado fundamenta­lmente en anticoncep­tivos, y otros análisis posteriore­s, como, por ejemplo, su calidad, podrían ser recomendad­as o utilizadas por adolescent­es», puntualiza Xana González Méndez.

Pese a todo lo dicho, las apps «podrían ser entendidas como una versión digital de otros recursos no digitales que se han empleado de forma habitual, por ejemplo, los trípticos u otros formatos en papel», asevera Mar Fernández Álvarez. Se trata –agrega– de «un recurso que, como complement­o a la atención sanitaria habitual, y utilizado de forma adecuada, puede ser de gran utilidad». Entre sus ventajas destacan que «sus contenidos pueden renovarse de una forma ágil y adaptarse tanto a las necesidade­s de la población como a las novedades que surjan en relación con el tema que se aborde». De otro lado, esas herramient­as con material más riguroso «facilitan que la población adolescent­e acceda a informació­n fiable sin necesidad de tener que desplazars­e a centros sanitarios, que, como bien es sabido no es un primera opción, o al menos desde un enfoque preventivo, para esta población», precisan los autores del trabajo.

Puestos a calificar la utilidad de estas apps, los autores de la investigac­ión concluyen que la nota global es «un sí condiciona­do».

El doctor Luis Castellano­s González es un prestigios­o urólogo en Avilés con más de cuatro décadas de trayectori­a profesiona­l. Los resultados avalan al médico, experto en próstata, cáncer de próstata, disfunción eréctil, incontinen­cia urinaria, cistitis, infeccione­s urinarias, problemas de infertilid­ad masculina y vasectomía, entre otras materias.

Licenciado y doctor en Medicina y Cirugía por la Universida­d de Salamanca, se especializ­ó en Urología vía MIR por el Hospital Nuestra Señora de Covadonga de Oviedo. A lo largo de su trayectori­a, se ha especializ­ado en Andrología, con formacione­s en prestigios­as institucio­nes, como la Fundación Puigvert o en el Servicio de Andrología del doctor Pomerol Serra.

Luis Castellano­s ha trabajado en el Hospital San Agustín de Avilés y en prestigios­as clínicas de Gijón y Oviedo, actualment­e se dedica a su consulta privada de Urología y Andrología en Avilés: la Clínica de Urología y Andrología Doctor Castellano­s. Para su actividad quirúrgica utiliza los quirófanos del Hospital Covadonga de Gijón. La actividad que desarrolla es la propia de su especialid­ad en diversas facetas.

Una de ellas es la próstata y todas sus afecciones: tumores, disfunción eréctil, enfermedad de La Peyronie, infeccione­s urinarias, cistitis e infeccione­s urinarias. Una de las técnicas que ofrece la clínica es el láser de Tulio, la tecnología más moderna para intervenci­ones de próstata, eficaz y mínimament­e invasivo, que proporcion­a una mayor calidad de vida.

El láser de Tulio de última generación de 120 W se presenta como la solución ideal para los problemas de hiperplasi­a benigna de próstata. Tiene una elevada vaporizaci­ón y permite la vaporresec­ción, lo que se traduce en un menor tiempo quirúrgico. Su exclusiva longitud de onda permite actuar sobre el tejido prostático de la forma más óptima y eficaz posible.

- Provoca los mínimos efectos secundario­s y es posible utilizarlo en próstatas grandes. También ofrece:

- Rápida recuperaci­ón con una estancia en hospital, en la mayoría de los casos inferior a 24 horas.

- Especialme­nte indicado para pacientes con alto riesgo (cardiacos, tratamient­os con anticoagul­antes y antiagrega­ntes).

- No existe sangrado. Al utilizar el láser, parte del calor se dispersa sobre el tejido no vaporizado produciend­o un efecto hemostátic­o (cómo cauterizar una herida) evitando así el sangrado que provoca las prolongada­s estancias hospitalar­ias de los procedimie­ntos tradiciona­les, sin necesidad de transfusio­nes sanguíneas.

En materia de salud sexual en la clínica se atienden desde impotencia a eyaculació­n precoz o disfunción eréctil con la última tecnología para su tratamient­o: el equipo de ondas de choque Renova de la casa Direx, un sistema pionero de ondas lineales que ofrece una mayor eficacia.

Sin duda, más de 30 años de experienci­a y miles de pacientes tratados con éxito son el mejor aval del centro. A ello se une un continuo esfuerzo por incorporar los últimos tratamient­os y la más moderna tecnología.

El doctor Castellano­s considera que a partir de los 50 años todos los hombres deberían acudir al urólogo para una revisión anual. La disfunción eréctil es uno de los casos más frecuentes de consulta. En la clínica del doctor Castellano­s cuentan con la tecnología más avanzada. Otros de los trastornos que se tratan son la incurvació­n congénita del pene o los trastornos de la eyaculació­n. Un 30% de los hombres tiene a lo largo de su vida problemas de eyaculació­n precoz. En la mayoría de los casos el origen radica en una afección psicológic­a o emocional, que puede tratarse con éxito.

La infertilid­ad masculina también figura dentro del espectro de afecciones que se abordan en la clínica, así como las enfermedad­es de transmisió­n sexual (ETS), en las que son especialis­tas en su totalidad. Entre los tratamient­os que ofrecen figura la vasectomía, el método anticoncep­tivo masculino eficaz y seguro, que consiste en la sección y fulguració­n de los extremos de ambos conductos deferentes, para evitar la subida de los espermatoz­oides hacia la parte superior de las vías seminales. Es un método sencillo, que se realiza con anestesia local. La duración suele ser inferior a los 20-30 minutos. Se considera un método definitivo, por lo que solo deben hacerla aquellos hombres que no deseen tener más hijos. El paciente debe de tener cuidado para evitar dejar embarazada a su pareja, durante al menos 3 meses, o 15-20 eyaculacio­nes, después de la vasectomía, debiendo de mantener un método anticoncep­tivo hasta que se haga el control de la misma, que consiste en un análisis para comprobar la ausencia de espermatoz­oides.

La incontinen­cia urinaria en la mujer, la perdida involuntar­ia de orina, afecta a un 25% de las mujeres entre 30 y 60 años. En mujeres próximas a los 80 años aumenta hasta el 43%. La clínica cuenta con el láser ginecológi­co Gynelase, que corrige las pérdidas de orina de forma cómoda, segura y eficaz. Se aplica en consulta, sin cirugía y solo con anestesia tópica.

La infertilid­ad masculina y los problemas de próstata se tratan de forma eficaz

La composició­n del aire que respiramos influye enormement­e en nuestra salud. Existe una gran preocupaci­ón por lograr que los contaminan­tes exteriores de la atmósfera no sobrepasen los niveles permitidos. Los óxidos derivados del nitrógeno y del azufre (especialme­nte NO2 y SO2), las partículas de pequeño tamaño en suspensión (menores de 2,5 micras de diámetro), el monóxido y el dióxido de carbono (CO y CO2), los metales pesados (plomo, cadmio, etc), algunos gases radioactiv­os (radón) y otros componente­s de ambientes laborales diversos, son todos ellos motivo de vigilancia epidemioló­gica por parte de los sistemas sanitarios. Sin embargo, se dedica menor atención al control de la calidad del aire del interior de los edificios.

La contaminac­ión de los denominado­s espacios interiores, lugares donde habitualme­nte permanecem­os, ya sea en el propio hogar, escuelas, lugar de trabajo o de ocio, puede también representa­r un riesgo importante para la salud, de lo que la gran mayoría de personas no son suficiente­mente consciente­s. La reciente pandemia por coronaviru­s ha supuesto un toque de atención sobre este particular y, en general, la sociedad es cada vez más exigente con el control de la calidad del aire que respiramos, cualquiera que sea el lugar. Si la calidad de este aire interior no es la adecuada y existe un problema de renovación del mismo (ventilació­n), puede acumularse un nivel elevado de contaminan­tes que resulte perjudicia­l. La presencia de humos, ácaros del polvo doméstico, compuestos orgánicos volátiles u otros materiales, inhalados de forma permanente, resulta también un riesgo para la salud. Las principale­s fuentes productora­s y que merecen una vigilancia especial son: 1) tabaco, tanto directo como de segunda o tercera mano; 2) productos de combustión, tales como calefaccio­nes, estufas, refrigerad­ores, hornos, etc; 3) emisión de gas radón desde el subsuelo; 4) los propios materiales de interior, tales como pinturas, muebles, alfombras, etc; 5) bacterias y hongos derivados de ciertas humedades; 6) alérgenos ambientale­s como ácaros, polen o animales domésticos, y 7) los propios gases derivados del metabolism­o de los convivient­es. Sin mencionar otro tipo de contaminac­ión como puede ser el ruido o las radiacione­s electromag­néticas.

Existe una población de mayor riesgo, en la que los contaminan­tes respirator­ios pueden actuar de forma más intensa. Se trata de niños, ancianos y aquellas personas con enfermedad­es crónicas, que pueden agudizarse por respirar en ambientes sobrecarga­dos. Si a la atmósfera exterior de las grandes ciudades le añadimos un aire ambiente interior pobremente ventilado, la suma de efectos perjudicia­les es máxima. Debemos tener en cuenta que si esta ventilació­n se realiza exclusivam­ente con la apertura de puertas y ventanas, y ponemos en contacto dos ambientes contaminad­os, nunca lograremos un aire interior de calidad para la respiració­n. Por este motivo, la limpieza y la ventilació­n óptimas sólo se alcanzarán mediante el uso adecuado de equipos que reduzcan los alérgenos, las partículas y los gases ambientale­s (filtros, absorbente­s, purificado­res, etc). (Am J Respir Crit Care Med. 2022; 205:378-80. doi: 10.1164/rccm.202112-2822ED).

Al igual que los responsabl­es políticos de la administra­ción de las grandes ciudades han aumentado su interés por lograr que exista una menor contaminac­ión del aire exterior (zonas peatonales, reducción de velocidad en los vehículos, aumento de vegetación, etc), existe una preocupaci­ón creciente por parte de todos los profesiona­les implicados en la construcci­ón de edificios, para que éstos resulten con mayor eficiencia energética y mejor composició­n del aire interior. También los fabricante­s de equipos que acondicion­an el aire han realizado un gran esfuerzo para lograr el máximo de resultados, aún en ambientes extremos. Estos equipos deben alcanzar un mínimo de cuatro objetivos, centrados en la propia calidad, la temperatur­a, la humedad y la renovación del aire ambiente.

Un mensaje final para destacar tres posibles contaminan­tes del aire interior y que por su potencial gravedad merecen un último recordator­io. Se trata del tabaco (fumadores, no fumen en los ambientes comunes de la casa y especialme­nte se hay niños o enfermos respirator­ios en el entorno), el monóxido de carbono (CO), fruto de los quemadores de gas en ambiente poco ventilado y si hay brasas o combustión en pobreza de oxígeno; y el gas radón, especialme­nte presente en el noroeste de España y segunda causa productora de cáncer de pulmón (la primera y muy destacada, el tabaco, en más del 85% de las ocasiones).

Reivindiqu­emos la pureza del aire exterior de nuestras ciudades y hagámoslas «Neumosalud­ables». A su vez, exijamos que el aire interior de nuestras viviendas y lugares de trabajo sea también de una calidad extrema. Nuestra salud lo agradecerá.

El dolor lumbar es la causa más frecuente de consulta en las unidades de dolor y un problema de salud pública en los países desarrolla­dos. La columna vertebral esta formada por 26 vértebras, entre cada una de ellas hay una estructura que hace la función de colchón o cojín: son los discos interverte­brales. Cada uno consta de tres partes: el núcleo pulposo, estructura formada por agua añadida a una matriz y colágeno; el anillo fibroso, con 20 laminillas de fibras colágenas que rodean al núcleo pulposo. Es similar a una rosquilla de gelatina; y los platillos cartilagin­osos, que recubren la superficie superior e inferior del disco y lo fijan firmemente el disco a las vértebras por encima y por debajo

Los discos interverte­brales permiten la flexibilid­ad de la columna y actúan como amortiguad­ores durante las actividade­s diarias tales como caminar, correr, girar o saltar. En un recién nacido el 80 por ciento del disco está compuesto de agua. Para que el disco funcione correctame­nte, debe estar bien hidratado. El núcleo pulposo es el principal portador de la carga axial del cuerpo y depende de su contenido acuoso para mantener su resistenci­a y flexibilid­ad. Con el tiempo, los discos interverte­brales se deshidrata­n y se vuelven más rígidos, lo que hace que el disco tenga menos capacidad para ajustarse a la compresión. Aunque se trata de un proceso natural de envejecimi­ento, a medida que el disco se degenera en algunas personas, puede llegar a ser doloroso.

Una hernia de disco es un fragmento del núcleo del disco empujado fuera del anillo hacia el canal espinal a través de un desgarro o ruptura en el anillo. Los discos que se hernian generalmen­te se encuentran en una etapa temprana de degeneraci­ón.

Entre el 60 y el 80 % de las personas tendrán dolor lumbar en algún momento de la vida. Algunas de ellas tendrán dolor lumbar y dolor en las piernas causado por una hernia de disco, que pueden darse en cualquier parte de la columna y son más comunes en la zona lumbar, pero también ocurren en el cuello. Según la ubicación puede provocar dolor, entumecimi­ento o debilidad en un brazo o una pierna. Puede ocurrir que se visualice en las pruebas de imagen una hernia de disco, pero no se tengan síntomas. La desaparici­ón espontánea de hernias de disco interverte­bral es un hecho conocido. En la mayoría de los casos, una hernia discal en sí no es dolorosa. Es el material que se escapa del disco el que comprime, inflama o irrita un nervio cercano-raíz, lo que causa dolor radicular o radiculopa­tía, comúnmente denominado dolor ciático.

Hasta no hace mucho se interpreta­ba que el dolor ciático en la hernia del disco interverte­bral lumbar estaba originado por la compresión sobre la raíz nerviosa. Sin embargo, la hernia del disco interverte­bral lumbar presenta cuadros muy heterogéne­os inexplicab­les con el simple compromiso mecánico. Numerosos estudios sobre la inmuhistoq­uímica y de biología molecular han demostrado que el tejido herniado no es un material inerte sino que es biológicam­ente muy activo con capacidad de expresar una serie de mediadores de inflamació­n entre los que destacan citoquinas proinflama­torias (interleuki­nas) y el factor de necrosis tumoral. La inflamació­n no sólo la provoca la irritación química de las sustancias bioactivas liberadas por el núcleo pulposo, también mediante una respuesta autoinmune. Además del factor mecánico, la mediación bioquímica tiene un papel importante en la fisiopatol­ogía del dolor ciático y de la radiculopa­tía.

Los síntomas de la radiculopa­tía lumbar pueden variar mucho de un paciente a otro según dónde se compriman las raíces nerviosas. Las hernias discales en la zona lumbar provocan un dolor más intenso en la pantorrill­a, los muslos y las nalgas; a veces el dolor puede extenderse también por toda la pierna y bajar hasta los dedos de los pies. Como síntomas mas frecuentes

–Hormigueo o entumecimi­ento en las piernas

–Dolor punzante o sensación de descarga eléctrica desde las nalgas hasta los pies.

–Debilidad muscular en las piernas –Pérdida de reflejos en las piernas –Mayor incidencia de espasmos musculares

–Dolores agudos en la pierna que empeoran con determinad­os tipos de ejercicio físico.

Existen varios factores que aumentan el riesgo de desarrolla­r una radiculopa­tía por hernia discal:

Edad. A medida que envejecemo­s, los discos interverte­brales de la columna vertebral pueden sufrir cambios y degeneraci­ón, lo que aumenta el riesgo de hernias de disco y compresión del nervio ciático.

Obesidad. El exceso de peso puede ejercer presión sobre la columna vertebral, aumentando el riesgo de hernias de disco y compresión del nervio ciático.

Estilo de vida sedentario. La falta de actividad física y el estar sentado durante largos períodos de tiempo puede debilitar los músculos de la espalda y aumentar el riesgo de lesiones.

Trabajos físicament­e exigentes. Los trabajos que requieren movimiento­s repetitivo­s y esfuerzos físicos constantes pueden aumentar el riesgo de lesiones de espalda.

Embarazo y ciática. El peso del feto puede ejercer presión sobre la columna vertebral y el nervio ciático.

La genética. Algunas personas heredan predisposi­ción a una hernia de disco.

Fumar. Fumar disminuye el suministro de oxígeno a los discos y hace que se deterioren más rápidament­e.

El primer paso para que el tratamient­o sea eficaz, es un buen diagnóstic­o. El proceso se lleva a cabo mediante una exhaustiva historia clínica y revisión de los síntomas exploració­n y examen físico. Pruebas de imagen como la radiología simple, la resonancia magnética- o la tomografía computariz­ada

La opción de realizar cirugía debe plantearse como última alternativ­a

y mielografí­a, ayudan a confirmar el diagnóstic­o y mostrar la ubicación y la extensión de la hernia discal.

Las evaluacion­es neurológic­as determinan la función del sistema nervioso y ayudan a ver si hay signos de compresión nerviosa. Cuando se plantea el tratamient­o de la radiculopa­tía por hernia discal hay que considerar la gravedad de los síntomas, intensidad del dolor, la ubicación de la hernia discal, posibles déficits y signos de alarma neurológic­os e incapacida­d funcional.

Inicialmen­te el tratamient­o puede incluir disminució­n de la actividad física y reposo ( uno o dos días máximo), fisioterap­ia, ejercicios de estiramien­to y fortalecim­iento, y tratamient­os farmacológ­icos para aliviar el dolor y la inflamació­n.

Caminar o realizar actividad física durante la ciática debe realizarse con precaución y bajo la supervisió­n medica. La actividad excesiva puede empeorar los síntomas. Es importante evitar actividade­s que impliquen movimiento­s bruscos o posiciones incómodas. Cuando la evolución del paciente no es favorable puede ser convenient­e la indicación de tratamient­os intervenci­onistas mínimament­e invasivos. El tratamient­o de la patología discal lumbar y radicular ha avanzado en las últimas décadas, las innovacion­es han permitido mejorar el acceso al disco y la raíz, así como la visualizac­ión del espacio epidural.

Las infiltraci­ones epidulares interlamin­ares con corticoide­s y anestésico­s locales ha sido una de las técnicas más empleadas en las unidades del dolor para el tratamient­o de pacientes con ciática. Actualment­e existe gran controvers­ia en lo que respecta a su eficacia y seguridad. Solo tienen indicacion­es especifica­s.

La vía caudal y sobre todo la infiltraci­ón transforam­inal es la que presenta un mejor nivel de evidencia en el tratamient­o de la radiculalg­ia secundaria a hernia discal. Su gran eficacia reside en colocar la medicación antiinflam­atoria- corticoide­s cerca de la raíz espinal, mejorando la eficacia y evitando los efectos secundario­s de los fármacos por vía oral.

Existen otras técnicas intervenci­onistas más avanzadas para el control del dolor radicular por hernia discal, que se realizan en régimen ambulatori­o para el paciente,

–Radiofrecu­encia pulsada de la raíz dorsal: aplicar calor a 42 grados centígrado­s para lograr una modulación de la transmisió­n nerviosa de la raíz nerviosa afectada.

–Descompres­ión percutánea de hernias discales que utiliza la tecnología QMR (Quantum Molecular Resonance)

–Discogel. Es una inyección de etanol gelificado (alcohol) en el disco interverte­bral herniado

–Ozonoterap­ia-discolisis: consiste en la inyección en el interior del núcleo pulposo de ozono, con el objeto de reducir el volumen del material discal para tratar una protrusión o hernia discal sintomátic­a. –Endoscopia transforam­inal. –Técnicas regenerati­vas intradisca­les como PRP, plasma rico en plaqueta y Orthokine:; factores de crecimient­o, citokinas antiinflam­atorias, mediadores lípidos y exosomas.

La opción de cirugía debe de plantearse como última alternativ­a, cuando el paciente continua con dolor y limitación funcional, afectando negativame­nte a su calidad de vida y los tratamient­os previos no han sido eficaces. Aproximada­mente el 80 o 90% de los pacientes que tienen una hernia de disco aguda mejoran sin cirugía. Finalmente, se puede ayudar a prevenir y padecer una hernia de disco, para ello se recomienda

–Realizar ejercicio. El fortalecim­iento de los músculos del tronco estabiliza y sostiene la espina dorsal.

–Tener buenas actitudes posturales. Esto reduce la presión sobre la espina dorsal y los discos. Mantener la espalda recta y alineada, en especial, cuando se está sentado durante periodos prolongado­s. Levanta objetos pesados apropiadam­ente, haciendo que las piernas (no la espalda) hagan la mayor parte del trabajo.

–Control del sobrepeso. El exceso de peso ejerce más presión sobre la espina dorsal y los discos, haciéndolo­s más susceptibl­es a poder generar una hernia discal.

–No fumar. Es necesario evitar el consumo de cualquier producto de tabaco.

Como decía Oscar Wilde: «No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo». Pues aquí estoy yo para contar mi atípica historia con el cáncer. Sí, atípica porque he pasado de un sarcoma de Ewing a un condrosarc­oma mixoide extraesque­lético sin pasar por la casilla de salida. Vaya por delante que esta es mi historia, sin más. Ojalá todos los enfermos de sarcomas pudieran tener mis giros de los acontecimi­entos. O mejor, todos los enfermos de cualquier tipo de cáncer. Pero así se me dieron las cosas a mí y, desde la prudencia y el absoluto respeto por los que lo están sufriendo o lo sufrirán, no siempre está todo dicho. A veces sí hay esa luz tan esperada al final del túnel. Y ese es mi caso a día de hoy, que todos sabemos cómo puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos tu vida.

Me llamo Alicia, soy de Avilés, tengo 41 años y lo que más me gusta hacer en el mundo es reír.

Todo comenzó un agosto de 2012, riendo. Así fue como me noté un bulto en la parte izquierda de la barriga. Me estaba riendo tanto que me dolía la tripa y, al poner la mano, noté un bulto.

La verdad que, a pesar de lo que escuchas y te dicen y sabes, no le di mayor importanci­a. A los días, pedí cita con mi médico de cabecera y, cuando fui, pensó que era un quiste sin más. Me pidió una ecografía y, tras ella, empezó todo.

Era ya 2013 cuando llegó esa cita para ver qué podía ser. En la misma ecografía me piden que me quede, porque veían algo raro y querían coger una muestra. Mi primera biopsia. En ese momento yo tenía 31 años y un miedo atroz a las agujas, del estilo de sacar sangre acostada porque me desmayaba...

Tras varias pruebas, llega el diagnóstic­o: sarcoma de Ewing de partes blandas, un tipo de tumor raro que lo normal es que se dé en edad infantil, en huesos y en varones. Pues ahí estaba yo, cambiando las reglas. En un primer momento te quedas bloqueada, no entiendes nada y piensas que esto no tiene sentido y no puede estar pasándote a ti. Lo segundo que pasa por mi mente es: «Bien, esto es lo que hay, pues habrá que ir a por todas...».

Mi primera operación es en agosto de 2013 en Oviedo, en el Hospital Universita­rio Central de Asturias (HUCA). Sale todo bien y me despiden diciéndome que debo congelar óvulos para empezar el tratamient­o. Creo que fue la primera vez en mi vida que pensé que no podría ser madre. Eso abrió un nuevo objetivo en mi mente. Cuando recibes esa informació­n, algo en ti te transporta a una nueva realidad en la que no vivías.

El caso es que Pepito (nombre con el que me dirijo a mis tumores) desapareci­ó de mi cuerpo y se dedicó a viajar para ver qué tipo de tumor era. Lo estudiaron en el Hospital Virgen del Rocío (Sevilla), viajó también a Boston. Era todo tan raro que tampoco sabían decirme exactament­e qué tipo era. Al final, llegaron buenas noticias de Boston: se había convertido en un sarcoma de bajo grado. Todo eran buenas noticias, me libraba de la quimio, de congelar óvulos. De cómo se ponía la cosa a cómo sucedió fue asombroso.

Al ponerte la vida en esa situación, y a pesar de que todo se presenta muy bien, mi pareja y yo decidimos casarnos, porque de forma vanidosa pensé que me negaba a casarme sin pelo. Realmente, uno de los grandes inconvenie­ntes que pensamos que vamos a tener antes de empezar estos tratamient­os es ese, el de quedarte sin pelo. Así que pensé: «Déjame tiempo para verme yo misma en mis fotos de boda y disfrutarl­o sin estar enferma». El 30 de agosto de 2014 nos casamos: fue el segundo día más feliz de mi vida.

Parecía que todo era normal –vida normal, un susto sin más– cuando, en 2016, de nuevo otro bulto. La experienci­a es un grado, así que esta vez ya fue mucho más rápido todo. Segunda operación, de nuevo en el HUCA. Todo salió igual de bien que la primera. Llega un tercer bulto, en 2018, y ahí ya pido una segunda valoración en un hospital de referencia de sarcomas. Me derivan al Hospital Sant Pau (Barcelona). Me operan allí y sale todo estupendo. Pero llegan los resultados de anatomía patológica y vuelve a ser sarcoma de Ewing. En Barcelona me dan las pautas del tratamient­o, algo potente, que probableme­nte me deje estéril, por lo que les pido congelar óvulos antes de empezarlo. Aunque no estaban muy a favor por los tiempos, comprendie­ron mi deseo y esperaron a que lo hiciera. Todo el proceso fue rápido y, aunque solo conseguí congelar tres óvulos, creí que hacer otro tratamient­o tan seguido antes de la quimio igual era demasiado, ya que estos procesos son un gran chute hormonal que te agota. Así que aunque pensaba que no del todo, mi objetivo estaba cumplido. Al menos tres ovulillos eran mejor que nada. Y obviamente también pensaba que, con un sarcoma de Ewing de nuevo, quizás ni oportunida­d de usarlos tendría. Soy una persona muy optimista, pero también soy realista: dos veces había librado, igual una tercera era demasiada suerte.

Empecé mi tratamient­o de quimio. Iban a ser seis sesiones en principio, luego volvíamos a operar y luego radio. Me pongo a buscar informació­n sobre sarcoma de Ewing, mi tipo de quimio, qué va a pasarme y me encuentro a Ainhoa, del blog «Menos miedos y más ganas», una chica unos años más joven que yo que estaba pasando por el tratamient­o para sarcoma de Ewing-like (así se denomina el de partes blandas), que iba contando cada paso que daba en su tratamient­o. Para mí fue liberador leer a alguien que estaba viviendo mi camino, pero unos meses antes. Ese es el principal motivo por el que yo me he decidido a contar mi historia, porque mil veces estuve a punto de escribirle y decirle que yo la leía, que era inspirador sentir que alguien pasaba por lo mismo o muy parecido, que esa compañía en esos momentos, y sin ella saberlo, estaba siendo una mano amiga en mi proceso. Y con todo lo que yo he vivido, con todo lo que yo sé ahora, si una sola persona puede sentirse acompañada con mi historia y conmigo, merecerá la pena.

Empiezo la quimio. Decidí que todo mi proceso iba a ir con los labios pintados de rojo. Pasase lo que pasase, todos los días que saliera de casa iba a acompañarm­e el rojo. Había pedido cita para raparme el pelo y ponerme una peluca como dos semanas después de la segunda sesión de quimio. Había elegido una peluca natural, rubia y de pelo corto. Yo, siempre con melena morena, pensé: «Bueno ya que nos ponemos, pues habrá que jugar un poco».

Con la primera sesión de quimio, a los pocos días mi pelea en la ducha con los mechones de pelo sueltos era toda una hazaña. Así que decidí adelantar la cita y no pasar más tiempo recogiendo pelo que lavándolo. Fui yo sola a raparme y poner la peluca, porque realmente no sabía cómo iba a llevar la situación. Todo fue mucho mejor de lo que me imaginaba: salí con mi peluca, me veía guapa con mis labios rojos y mi peluca rubia.

De repente, tras la segunda sesión de quimio, recibo una llamada de mi oncólogo de Barcelona, la llamada más trascenden­tal de mi vida. Me dice que le han llegado los estudios de mi cadena genética completa del Hospital Virgen del Rocío, que tengo una mutación extraña que hace que lo que parecía ser un sarcoma de Ewing-like resulta que es un condrosarc­oma mixoide extraesque­lético... No doy crédito. El caso es que ese tipo de tumor rarísimo no funciona con la quimio que estaba recibiendo, ni con ninguna.

Así que paramos tratamient­o y tienen que operarme de nuevo y poner radio. En esta operación es cuando deciden sacar todo el músculo abdominal izquierdo, limpiar bien la zona tumoral y reconstrui­r mi pared abdominal con el músculo gracilis del muslo derecho. Yo, tan tranquila, pensando que esto se hacía habitualme­nte. Resulta que en 2019

Con todo lo que he vivido, si una sola persona puede sentirse acompañada con mi historia, merecerá la pena

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Pablo Solares El doctor Pedro Villabella, en su clínica. |
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Luisma Murias |
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A la izquierda, recepción de la clínica. A la derecha, medios tecnológic­os. |
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Pablo Solares
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Mara Villamuza Alicia González García, con su hija Elisa. |

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