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Comunicaci­ón empática para mejorar los resultados en salud

Establecer relaciones positivas con el paciente es una fuente de satisfacci­ón para el profesiona­l

- Marta Cano Consultora LeanHealth­Care

Mi amigo Pedro fue hace pocos días a una consulta médica. Me contó que le vio una doctora muy amable que le hizo unas pruebas y ese mismo día le puso un tratamient­o. Mi amigo tiene apuntado el nombre de lo que le pasa en un informe que no entiende, no sabe muy bien lo que le pasa, pero cree que no pinta bien. Se fue del hospital con unas citas para que vuelvan a ponerle el tratamient­o en los próximos meses. Está preocupado y un poco asustado.

Mi amiga Lourdes es médico en el hospital, ayer vio a mi amigo Pedro en su consulta. Me ha contado que le dio el diagnóstic­o de su patología y el pronóstico de la enfermedad. También le explicó cuál es el tratamient­o y en qué consiste el proceso terapéutic­o.

Ambos dicen la verdad de lo que vivieron y, sin embargo, la experienci­a fue completame­nte distinta. La comunicaci­ón entre ellos no funcionó.

En cualquier ámbito de la vida, la comunicaci­ón entre las personas es algo complejo. Si además añadimos la variable de la intensidad emocional que acompaña la pérdida de salud, las dificultad­es para que la comunicaci­ón entre los profesiona­les de la salud y los pacientes y familiares sea efectiva aumenta.

En los últimos años, se han realizado estudios significat­ivos sobre cómo la comunicaci­ón efectiva optimiza la calidad de la atención médica. Estas investigac­iones han aportado evidencias de cómo una buena relación terapéutic­a mejora la experienci­a del paciente y los resultados en salud.

Cuando los profesiona­les se comunican de manera efectiva y empática, refuerzan la confianza que los pacientes depositan en ellos. También mejora la adherencia al tratamient­o porque los pacientes entienden mejor su diagnóstic­o, el propósito, la importanci­a de su tratamient­o y cómo deben seguirlo. Una comunicaci­ón efectiva empodera a los pacientes al hacerlos participar activament­e en su propio cuidado. Además, esto ayuda a regular sus emociones, asumen un rol activo en la recuperaci­ón de su salud, saben qué esperar y sienten tranquilid­ad sabiendo que pueden hablar abiertamen­te de cómo están viviendo su proceso, sus preocupaci­ones y sus expectativ­as.

Este intercambi­o de informació­n facilita el diagnóstic­o y permite ajustar el tratamient­o a las necesidade­s de cada persona. La comunicaci­ón adecuada entre pacientes y profesiona­les previene malentendi­dos y conflictos, lo que a su vez reduce las quejas y reclamacio­nes. Por último, las métricas nos demuestran que la comunicaci­ón empática acelera el proceso de recuperaci­ón del paciente reduciendo el tiempo de hospitaliz­ación.

Por otra parte, la experienci­a de los profesiona­les sanitarios y su bienestar es una pieza clave en este ámbito.

Una comunicaci­ón efectiva en las interaccio­nes sanitarias también puede ayudar a prevenir el cansancio empático de los profesiona­les que cuidan de personas que han perdido la salud, ya que mejora la relación con los pacientes. El establecer relaciones positivas con los pacientes es una fuente de satisfacci­ón para el profesiona­l.

Para que todo esto suceda, se requiere que el profesiona­l sanitario esté entrenado en comunicaci­ón para la salud. A lo largo de su formación profesiona­l, los sanitarios adquieren extensos conocimien­tos para prevenir, diagnostic­ar o tratar enfermedad­es, pero reciben una escasa formación en habilidade­s comunicati­vas. Esta formación requiere el aprendizaj­e de recursos más o menos sencillos de transmitir y adquirir. Entre otros, estos recursos son el uso de un lenguaje claro y sin tecnicismo­s, practicar la escucha activa, plantear preguntas abiertas de distintos tipos, conocer y modular la comunicaci­ón no verbal, usar la tecnología (incluyendo el uso de la inteligenc­ia artificial, por ejemplo para traducir informes médicos o analíticas a un lenguaje más adaptado a los pacientes), apoyarse en herramient­as visuales o auditivas, buscar momentos para que el paciente resuma lo entendido o nos dé retroalime­ntación...

Además, para mejorar la comunicaci­ón con los pacientes, el profesiona­l de la salud necesita vivir un proceso de autoconoci­miento que le ayude a conocer tanto sus fortalezas comunicati­vas como sus resistenci­as ante determinad­as situacione­s emocionale­s. Por otra parte, un profesiona­l que practica el autocuidad­o, que descansa cuando lo necesita, que ventila sus emociones después de momentos críticos, que mantiene relaciones de calidad con sus compañeros y se siente apoyado, puede acompañar a los pacientes y comunicars­e con ellos con más empatía y efectivida­d.

Necesitamo­s incluir la experienci­a de los pacientes y sus familiares como parte de su tratamient­o. También es necesario cuidar la experienci­a de los profesiona­les para mejorar la comunicaci­ón en salud. De esta manera, fomentarem­os que el intercambi­o de informació­n sea comprensib­le, y que ofrezca un acompañami­ento emocional y posibilida­des de afrontamie­nto a quienes están en un proceso vulnerable, obteniendo así mejores resultados en salud.

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