De los brazos a la cuna
Es esencial ser paciente y, al mismo tiempo, mantenerse firme. Siempre que iniciamos un cambio de conducta en el niño empieza empeorando, pero luego mejora Mi hija de 18 meses solo se duerme en mis brazos y hay días que tardamos 20, 30 y hasta 45 minutos. Me duele la espalda y ya no sé cómo debo hacerlo para meterla en la cuna despierta sin que llore. Soy de las que piensa que con cariño, la disciplina se inculca mejor. Verónica Montilla Jiménez
(c. electrónico)
La
situación que comentas no es en absoluto extraña y, además, nos está indicando que tu hija ha entendido perfectamente los mensajes que tú le has enviado desde su nacimiento, explicándole cómo debe iniciar el sueño. Ahora ha llegado el momento de mostrarle que hay otra manera de hacer las cosas que es posible y necesaria, y que lo es no solo porque a ti te moleste la espalda o gastes mucho tiempo en intentar dormirla, sino fundamentalmente por la evolución armónica de la niña.
La cuestión, que es realmente lo que a ti te apremia, es cómo hacerlo. En primer lugar siendo conscientes de que NO es tu obligación dormir a tu hija. Tu obligación es cuidarla, amarla, calmarla e indicarle los caminos que ella misma debe ir recorriendo para ir aprendiendo y adquiriendo pequeñas experiencias en el hogar que sentarán las bases para afrontar mejor las situaciones diversas que va a encontrar en la vida.
El primer paso para conseguir que se duerma de manera autónoma es retirar los brazos. Para que no resulte muy traumático, coloca un colchón grande en el suelo de su cuarto y túmbate con ella. Pasa un rato con caricias, besos... y en un momento determinado (que debes elegir tú), dale un beso de buenas noches, ofrécele un muñeco que le guste y quédate tumbada a su lado, interactuando lo menos posible. Evidentemente si llora, tendrás que consolarla, pero distinguiendo perfectamente lo que es calmar de lo que es intentar que se duerma. Si ves que ella se coloca entre tus piernas para iniciar el proceso de adormecimiento, retírala y ponla a tu lado en el colchón para que se sienta tranquila, pero con el menor contacto posible. Una vez que consigas que se duerma con menos contacto, poco a poco vete separando de ella hasta desaparecer. Después podrás pasarla a la cuna.