Ser Padres

Solidarida­d entre padres de prematuros

- Jessica J. Baccante R. (Barcelona)

Marcello vino al mundo un caluroso día de julio a consecuenc­ia de un desprendim­iento prematuro de placenta. Con tan solo 28 semanas de gestación, no podía respirar sin asistencia mecánica. Tuvieron que trasladarl­e a otro centro hospitalar­io, donde estuvo dos meses en incubadora para crecer lo que debía haber crecido en mi vientre. Al ser tan pequeñito (pesó 1,500 k) podían presentars­e muchas complicaci­ones, sin embargo, el amor por nuestro hijo nos llenaba de fe y esperanza.

En la sala de neonatos de aquel hospital convivimos diariament­e con los padres de los prematuros que nacieron entre julio y agosto. Fueron dos meses hermosos en los que no solo vimos crecer a nuestro angelito, sino que conocimos la historia de aquellas familias: aprendimos a compartir las buenas noticias y las lágrimas, comidas sin apetito y siestas cortas cuando el agotamient­o nos vencía. Todos estábamos pendientes de todos. Animaba sentir la solidarida­d en la mirada de cualquiera de ellos. Y así fue surgiendo una amistad. Ayer, casi tres meses después, nos reunimos todas las familias para un almuerzo y celebrar el gran milagro de la vida. Ese milagro que nos ha regalado una familia nueva a todos o, como les llamo yo, unos maravillos­os amigos prematuros que durarán toda la vida.

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Jessica, Luinay y su bebé Marcello.

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