¿Cómo pueden ser tan diferentes?
Se han criado en la misma casa, con los mismos padres...
Es una de las cosas que nos preguntamos a menudo al constatar las diferencias entre los hijos, como si tuvieran que ser más o menos iguales o como si de verdad hubieran sido tratados de la misma forma desde el momento en el que nacieron. «Sí, los he tratado a todos por igual», se reafirma esta madre. Pero cada hijo llega a un universo diferente y configura su personalidad en función de la situación que encuentra. Nuestra relación con cada uno es única y el orden en el que llegaron a la vida sí importa, aunque no es determinante.
La teoría del «Birth order» (orden de nacimiento), cuyo exponente máximo es Frank J. Sulloway, profesor y miembro del Instituto de Investigación Social y de la Personalidad de la Universidad de California, Estados Unidos, establece una relación entre el orden de nacimiento y el carácter de los hijos. Esta teoría analiza y explica las características propias de cada hermano y cómo influye el orden de nacimiento en la personalidad. El «Birth Order» tiene sus orígenes en la teoría de la evolución de Charles Darwin: los hermanos compiten, según Sulloway, por ganarse la atención de los padres, lo que asegura su supervivencia. Y precisamente las estrategias que utilizan configuran su personalidad.
Todo consiste en encontrar un lugar en el que obtener la atención que necesitamos. Y no solamente se consigue atención siendo un niño «bueno». Si el lugar de niño bueno está ocupado, también se consigue atención siendo rebelde o explorando otros caminos. Y si el lugar de inteligente está ocupado, quizá el segundo explore el de artista o deportista para diferenciarse.