El pequeño
Es el rebelde de la familia por excelencia. Ingenioso, creativo, aventurero, mimado, pacificador, busca atención.
«Conozco a tres familias cuyo tercer hijo es actor», observa Julio. En los tres casos el hijo menor se marchó de casa para probar fortuna, rechazando la seguridad de puestos de trabajo más convencionales. Sin embargo, su tercera hija, Sara, no se reconoce en el cliché: «No voy a decir que sea la más responsable de los tres hermanos, pero casi», apunta. Sacó sus oposiciones y reconoce que siempre ha buscado la atención de sus padres: «Era la única que llegaba a la hora pactada», recuerda, «me cansé de verlos sufrir con mis hermanos». «Pero de mimada nada», aclara.
Es el hijo que, dicen, «se cría solo». Los padres han experimentado un estilo educativo con sus otros hijos y suelen estar más relajados con respecto a las expectativas y las normas. También él busca su lugar pero no hay tantos «huecos libres». Suele ser aventurero y se siente respaldado (consciente o inconscientemente cuidado por sus hermanos), lo que también le da la oportunidad de explorar más que estos. Suele ser el más creativo, siempre según la teoría de Sulloway, y no acepta el orden establecido.
Llega a un universo donde hay más personas, e igual que el segundo suele encontrar su contrapunto en ser completamente diferente del primero, busca otra estrategia para sobresalir. No suele rivalizar con sus hermanos mayores, más bien suele unir. Si hay rivalidad entre los mayores quizá él encuentre un lugar como pacificador o punto de unión. Pocas veces se le atribuyen responsabilidades, lo que le da fama de mimado. El pequeño también aprende de sus hermanos, de sus éxitos y de sus fracasos: es testigo excepcional durante la niñez de varias vidas, aprende de la experiencia ajena. Y saca sus conclusiones.