Tratamientos casi mágicos
¿Gel, crema, fluido, aceite...? Guía para elegir la textura de tus cosméticos
Polvos sueltos, compactos, sérum, agua micelar, gel, mousse... En ocasiones, los tratamientos de belleza nos parecen mágicos no por sus maravillosos efectos, sino por las misteriosas palabras que los definen. ¿En qué vas a pensar cuando te dicen que utilices un suero si con el que más familiarizada estás es con el fisiológico? Vamos a descifrar qué hay detrás de algunas fórmulas y cuándo utilizarlas.
El sérum
El sérum (suero en castellano) es un producto facial con alta concentración de principios activos muy efectivos. A partir de los 30 años, cuando la piel tiene unas necesidades distintas (combatir arrugas, manchas, flacidez, falta de luminosidad...), conviene empezar a utilizar un sérum específico. Pero ¡ojo!, no es hidratante, así que después de usarlo hay que ponerse la crema habitual (además, el sérum potencia sus efectos). Una buena noticia para las mamás a la que nos faltan horas y cada segundo cuenta, hay tratamientos dos en uno: sérum más hidratante.
Las nuevas espumas
Existen unos productos a los que llaman pomposamente mousse y que no son más que cosméticos con textura espumosa. Los podemos encontrar sobre todo en los desmaquilladores, pero hay también bases de maquillaje en mousse que se extienden fácilmente, anticelulíticos en espuma y hasta tintes para usar en casa (superprácticos).
Si no tienes tiempo de ir a la pelu o eres de las que dejas el cuarto de baño como un campo de batalla al retocarte las raíces (o las dos cosas a la vez), te encantará el tinte en espuma: se aplica sobre el cabello como un champú, masajeando a fondo hasta cubrir toda la raíz. Al ser espuma, es fácil de utilizar, ¡y no gotea!
Cremas y aceites corporales
La crema es el producto más habitual en el cuidado de la piel, tanto de la cara como del cuerpo, en hidratantes, anticelulíticos, reafirmantes, reductores... Pero existen otras texturas que merece la pena probar, como el aceite corporal, sobre todo si eres mamá, porque lo puedes compartir con tu bebé. El aceite se aplica después de la ducha, cuando la piel está todavía húmeda, y tiene la ventaja de que con muy poca cantidad de producto crea una película protectora en la piel que la hidrata durante todo el día y la deja más suave que si le echáramos leche.
En los tratamientos reductores y reafirmantes, los nuevos geles son una buena alternativa, pues se absorben más rápidamente que la crema, y ya sabemos que nuestro tiempo es oro.