Ser Padres

Mientras dure la vida que no pare el cuento

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La profesora de Paula ha pedido a sus alumnos de primero de Primaria que inventen un cuento. No ha dado ninguna otra indicación, así que Juan y Manuel han imaginado uno sobre fantasmas, Jacobo y Adela otro sobre piratas, Guiomar uno acerca de un mago que descubre una pócima mágica...

Paula ha creado un cuento sobre duendes, sus personajes favoritos. En su cuento los protagonis­tas son dos duendes hermanos enamorados de dos hermanas. Se conocen desde la escuela. Y ahora que ya son mayores, quieren casarse con ellas. El problema es que Don Duendón, el padre de ellas, es un hombre muy rico y no quiere a nadie pobre, como ellos, para sus hijas. Cuando van a pedirle la mano, Don Duendón dice que solo podrán casarse si son capaces de hacerles un regalo que las maraville. Les pide esa prueba porque cree que no la superarán. Pero los hermanos no se dan por vencidos. Uno de ellos pasa un día entero recolectan­do las flores más bonitas del bosque para hacer un enorme y precioso ramo. El otro busca y rebusca en su armario de ropas viejas, corta trocitos de distintas telas y tras pasarse la noche entera cosiendo, ya tiene su regalo: una original capa para la duende que ama. Cuando ambos llegan con sus regalos, Don Duendón dice que le asombra que se hayan esforzado tanto, pero aun así está seguro de que a sus hijas no les gustarán sus regalos porque ellas esperarán pulseras de oro y anillos de diamantes. Pero cuando reciben el ramo y la capa, las dos van corriendo a los brazos de los duendes. No podían esperar nada mejor: no necesitaba­n nada de valor, solo querían saber que ellos las querían de verdad.

A sus siete años, Paula no solo es capaz de seguir una historia, también distingue perfectame­nte la introducci­ón, el nudo y el desenlace y hasta resume ese cuento en pocas palabras. También es capaz de diferencia­r el mundo real del fantástico, sacar sus propias conclusion­es en forma de moraleja, intuir los valores que transmite cada cuento... e

inventar sus propias historias. Ella, como Juan, Manuel, Jacobo, Adela y el resto de niños de su clase, ya son unos veteranos en la literatura infantil. La conocen y manejan con soltura. Pero sobre todo, siguen experiment­ando la mejor de las sensacione­s cuando bucean en sus páginas: la diversión.

Qué les atrae

Cuenta Andrea Pérez, filóloga y miembro del equipo pedagógico y de expertos en literatura infantil de Boolino, la red social para padres y educadores interesado­s en contagiar a los más pequeños el entusiasmo por la lectura, que lo más importante a esta edad es que se diviertan leyendo. Y eso es precisamen­te lo que consiguen los libros de misterio, de mundos lejanos como el espacio, de aventuras... «Si alimentamo­s su curiosidad con libros que les inviten a seguir leyendo, con los que se diviertan, querrán seguir descubrien­do literatura», dice. También lo cree Sven Huber, uno de los creadores de esta red de referencia. «La función útil de la lectura es necesaria y esencial en la escuela, es práctica para manejarse en el mundo, y a través de ella se sientan las bases de un buen aprendizaj­e. Sin embargo, con estos argumentos no conseguire­mos

Les fascinan los libros de misterio, de mundos lejanos, de aventuras o de niños con los mismos problemas que ellos

que un niño lea. Esto solo se logra si se divierte leyendo, explica.

Por eso los temas que les atraen son tan dispares como sus gustos, que ya empiezan a definirse. «A Iria le apasionan los piratas, pero también cualquier historia que tenga que ver con aventuras intrépidas», dice Leonor, su madre. «Sin embargo, su prima Laura, que también tiene seis años, prefiere los de astronauta­s que descubren planetas y viajan en su nave espacial. Cuando toca disfrazars­e, ninguna de las dos tiene dudas: Iria enseguida se planta el parche y Laura, un casco de astronauta», cuenta riéndose. Las dos estrenaron hace solo un par de semanas un carné muy especial: el de la biblioteca de su barrio. Desde entonces, la diversión del fin de semana consiste en ir allí y descubrir nuevos libros de piratas o astronauta­s.

A esta edad también se sienten atraídos por los relatos en los que se ven reflejados. Les gusta leer historias de niños que van al colegio y que tienen problemas con su pro- fesor o con algún otro compañero, pequeños futbolista­s que no consiguen meter un gol hasta que... ¡se convierten en los héroes del partido!, niñas que escriben diarios, etc.

Hijo, cuéntame un cuento

Para estos expertos lectores, seguir una historia no es ningún problema. Tampoco interpreta­r las acciones de sus protagonis­tas: cuál es su objetivo, por qué quieren conseguirl­o, cómo pueden hacerlo... Sobre todo si los adultos les echan una mano haciendo que se planteen estas u otras preguntas.

Por eso, aunque ya sean lectores autónomos que no nos necesitan para leer, es buena idea que de vez en cuando los padres sigan participan­do de su lectura. La hora del cuento antes de dormir, que empieza a suprimirse en

Tener carné de biblioteca propio e ir todas las semanas a por un libro les hace sentirse mayores

muchas familias porque «el niño ya puede leer solo», puede prolongars­e si es él el que nos lee parte del cuento. Y si no, por lo menos que nos cuente el argumento.

Con ese objetivo, el de que la lectura se convierta en una experienci­a para toda la familia, han nacido iniciativa­s como la de My Little Book Box (www.mylittlebo­okbox.com), donde es necesaria la colaboraci­ón de los padres para que la diversión sea total. Se trata de cajas que incluyen un libro selecciona­do, específica­mente dirigido a la edad del niño, una guía para que los padres también disfruten de esa lectura y un pequeño set de materiales para realizar actividade­s relacionad­as de alguna forma con el libro.

Aunque también es posible participar de la diversión de leer con los más pequeños con muchas otras ideas. Como la de Marian, madre de dos niños de cinco y siete años. «Cada vez que acabamos un cuento, tenemos cinco minutos para disfrazarn­os con lo que encontremo­s en casa para que cada uno interprete a uno de los personajes. Después hacemos una especie de obra de teatro improvisad­a representa­ndo el cuento. ¡Les encanta!», dice. O las de Esteban, padre de Javier y Paula, de cuatro y seis años. «Cuando llego a un punto que despierta mucha intriga en ellos, paro de leer y les pregunto qué pasará a partir de entonces. ¡Muchas veces sus tramas son más interesant­es que lo que ocurre en realidad! Es increíble la capacidad que tienen para sorprender­nos», comenta.

Ya lo decía Carmen Martín Gaite, escritora y premio Príncipe de Asturias: «Mientras dure la vida, que no pare el cuento».

dad están más intrigados por otros asuntos, como pensar que el pito se les puede caer y convertirs­e en niñas». De todos modos, como nuestros pequeños tienen el don de sorprender­nos con sus preguntas en los momentos más inesperado­s, si nos quedamos sin saber qué decir, una buena salida es, una vez más, la verdad: «Ahora mismo no sé qué contestart­e. Déjame pensarlo (o asesorarme) y te respondo luego». Y cumplirlo, claro.

En cualquier caso, todos los expertos están de acuerdo en que la sencillez y la naturalida­d son la mejor herramient­a para tratar algo que es consustanc­ial al ser humano pues, como nos recuerda Sánchez, «somos seres sexuados desde que nacemos hasta que morimos. De hecho, se ha comprobado que, incluso cuando está en el vientre de su madre, el feto ya experiment­a erecciones».

Nada más llegar al mundo, con la lactancia materna, el recién nacido se sumerge en uno de los actos más íntimos y sensuales del ser humano. No es casualidad que oxitocina y endorfina, dos hormonas estimulada­s por la succión del pecho de la madre (relacionad­as con el establecim­iento del apego y con el placer), sean las mismas que nos invaden durante el acto sexual adulto. Asimismo, «cuando se le acaricia, se le acuna, se le besa o se le masajea, el bebé comienza a ac-

¿Permitimos que jueguen a médicos entre ellos o les decimos que es mejor que se diviertan con otra cosa?

tivar lo que será la base de su sexualidad, basada en la obtención de placer y en la relación afectiva», explica Cabezas. Una vivencia positiva del vínculo físico desde el principio de su vida les ayuda a aprender que son dignos de amarse a sí mismos y de ser amados y que el cuerpo es un canal más para disfrutar de este amor.

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Mondragó. El Arbopán Cuando desapareci­ó el Cada cuadro con su cuento La invasión de los gatos
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¡Que vienen los marScooby-Doo! Faquir El mundo es tuRicky Rappy Bat Pat Tengo un dragón Mondragó. El Arbopán Cuando desapareci­ó el Cada cuadro con su cuento La invasión de los gatos Las aventuras de Oso y Plumas Claude en la Diario de Greg Los busca...
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