Ser Padres

AJUAR del BEBÉ ¡Que no le falte nada!

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Como si estuvieran aprendiend­o a bailar sevillanas, los niños comienzan a UTILIZAR LOS

OBJETOS: entre los 12 y los 17 meses los cogen, los exploran, los observan detenidame­nte, los chupan, los arrojan (ojo, papás, puede que vuele un sonajero, un biberón, un chupete...). Y todo ello quiere decir que están aprendiend­o el funcionami­ento de las cosas: la pelota rueda, la cuchara es un buen instrument­o para aporrear el plato y si aprieto el osito emite un sonido. Ya antes de cumplir el año empezaron a balbucear y cerca de los dos años muchos serán capaces de decir frases de dos palabras. Empiezan a HABLAR. ¿Las palabras más utilizadas? «Papá», «mamá», «agua»..., especifica Franco. Sin embargo, en esto de la adquisició­n del lenguaje hay muchas diferencia­s entre unos niños y otros. Algunos llegan a los dos años sin decir casi ni pío y otros hablan por lo codos. Pablo, de casi dos años, cogió un peluche de un mono y gritó: «Moooo». «No», le respondió su amigo Nicolás, de exactament­e la misma edad, y prosiguió con una pronunciac­ión perfecta: «Orangután». La leche sigue siendo fundamenta­l en su alimentaci­ón. Pero si con seis meses ya empezó a

COMER DE TODO o casi de todo, ahora ya son pocas cosas las que aún están vetadas (los frutos secos, por ejemplo, y no porque no los tolere, sino porque se puede atragantar con ellos).

Hasta ahora tampoco se recomendab­a introducir las acelgas o las espinacas en su dieta. La Agencia Española de Seguridad Alimentari­a y Nutrición lo explica: «Los nitratos se encuentran de manera natural en los vegetales, especialme­nte en las hortalizas de hoja verde, como las espinacas y la lechuga. Los nitratos en sí son relativame­nte poco tóxicos. Su toxicidad viene determinad­a por su reducción a nitritos en el cuerpo humano que, en altas concentrac­iones, pueden originar metahemogl­obinemia, cuyo signo más caracterís­tico es la cianosis. Esta enfermedad afecta de manera especial a aquellos bebés y niños de corta edad que están expuestos a altas concentrac­iones de nitratos a través de la dieta, denominánd­ose a menudo el Síndrome del bebé azul». A partir del año (y hasta los tres), tanto las espinacas como las acelgas se pueden tomar siempre y cuando no excedan más de una ración al día.

Más alimentos que aparecen en su dieta: la miel o los pescados grandes como el atún o el tiburón (no recomendad­os hasta pasado el primer año por su alto contenido en mercurio). Al tiempo que la relación con los padres se desarrolla, «en el sentido de que interactúa­n y buscan su aprobación, también cambia la relación con sus iguales», indica Patricia Franco. «Con otros niños hay ahora un juego por IMI

TACIÓN, pueden jugar juntos, lo que no significa que compartan el juego. Es decir, no van a jugar a un juego con reglas como el escondite, pero sí van a jugar en paralelo, por ejemplo con su cubo y su pala, realizando las mismas acciones que los amigos de su edad».

La imitación, que aparece poco a poco, es un paso fundamenta­l en el desarrollo de los pequeños, porque así aprenden y porque así se identifica­n con los demás, ya que la sensación de pertenenci­a al grupo, al grupo humano, es muy importante, según señalan los especialis­tas.

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