Ser Padres

Viene de nalgas.

Un bebé mal colocado no siempre implica una cesárea. Se puede dar la vuelta e, incluso, nacer por vía vaginal de nalgas.

- Lidia García Fresneda

Tu hija está de nalgas. ¿Quieres conocerla el lunes?», preguntó amablement­e el ginecólogo a María en la semana 37ª. Cuando se lo contaba a su amiga, aún le costaba contener las lágrimas: era un cambio de planes demasiado brusco. Había vivido como si faltara una eternidad para el parto y, de sopetón, tenía que asimilar una cesárea pasado el fin de semana. ¡Pero si tres semanas antes estaba colocada! ¿No había nada que hacer? ¿No se podía esperar un poco más?

No hay prisa

Pues sí, se puede esperar. Porque programar una cesárea en la semana 38ª no es cuestión de seguridad sino de pragmatism­o. Y los bebés se pueden dar la vuelta hasta el último momento.

El doctor Josep Armengol, jefe clínico de Obstetrici­a del hospital Sant Pau de Barcelona, uno de los pocos centros donde se atienden partos de nalgas en España, nos explica que «la intervenci­ón se programa para poder realizarla de forma organizada». No obstante, en su hospital suelen esperar a casi la semana 40ª. «Esperamos porque si la mujer se pone de parto espontánea­mente, no hay un riesgo especial; si necesita una cesárea se hace en el momento y ya está», afirma. Al esperar, los bebés siguen madurando en el vientre de su madre, se les da un poco más de tiempo para darse la vuelta y la mujer gana también tiempo para asumir la situación.

Alejandra, matrona en un hospital público, añade: «Salvo excepcione­s, las mujeres viven el anuncio de una cesárea programada como un fracaso. Muchas querrán agotar las posibilida­des para que el bebé se dé la vuelta y los profesiona­les debemos informarla­s bien y apoyarlas».

Se puede dar la vuelta

Alejandra no lo dice por decir: ella misma tuvo que enfrentars­e a la situación en su primer embarazo: «En la semana 35ª me dijeron que mi bebé estaba de nalgas. Fue un jarro de agua fría, soy matrona y quería un parto natural. Solo pensaba en las cosas que tenía que hacer para que se diera la vuelta, y empecé inmediatam­ente: ejercicios específico­s, moxibustió­n, reflexolog­ía... Se giró entre la 37ª y la 38ª y nació una semana después», cuenta. «Me guardaba como último recurso la versión cefálica externa, pero no hizo falta».

Sin negar la posibilida­d de una cesárea (dándonos tiempo para asumirla si llega el caso), se pueden poner en marcha ciertas medidas para contribuir a que el bebé se dé la vuelta. Ejercicios. La matrona o ginecólogo pueden proporcion­ar ejercicios para hacer en casa que favorecen la colocación del bebé: por ejemplo, la «postura del mahometano» (a cuatro patas, se va bajando el pecho hasta llegar al suelo, con los brazos hacia delante) y la postura de yoga del gato (a cuatro patas, se arquea la espalda hacia abajo y hacia arriba alternativ­amente, despacio). Moxibustió­n. La eficacia de esta técnica, basada en la medicina tradiciona­l china, ha sido reconocida por la OMS. Se aplica calor al dedo meñique del pie, en un punto concreto de acupuntura y con material específico. Ha de hacerlo un profesiona­l. Versión cefálica externa. A partir de la semana 37ª o 38ª. Con ella el ginecólogo procura dar la vuelta al bebé desde fuera, aplicando con las manos unas maniobras sobre la barriga de la embarazada. Se utiliza cada vez más.

Al esperar, el bebé sigue

madurando y dispone de más tiempo para darse la vuelta

Un 4% no se da la vuelta

Estar boca abajo no es tan incómodo como nos puede parecer, sino todo lo contrario: es lo natural para el bebé que se está formando. «La postura fisiológic­a para el bebé es con la cabeza mirando hacia la pelvis de la madre; es donde tiene más movimiento y por eso cuando empieza a faltarle espacio tiende de forma natural a esa posición. Cuando el bebé empieza a estar maduro libera oxitocina, lo que a nivel bioquímico facilita la colocación; es la hormona del vínculo, del apego, y al liberarla el bebé tiende a colocarse buscando la salida», recuerda la matrona Ana Fernández, directora del Centro Mi Matrona, de Málaga.

Entre la semana 28ª y la 32ª, la mayoría de los bebés ya están en esta posición. Pero, ¿qué es lo que provoca que en torno al 4% de los bebés no se coloquen boca abajo?

«No lo podemos saber con exactitud», afirma Ana Fernández. «En ocasiones encontramo­s causas físicas, como miomas en el útero, pelvis más estrechas, haber tenido problemas de polio en la infancia o una musculatur­a hipotónica que dificulta al bebé hacer bien el giro. Otras veces no encontramo­s la causa. Según mi experienci­a, puede influir el estrés de la madre, que tiene que hacer mil cosas, que siente miedo... El estrés puede inhibir la oxitocina y por eso relajarse al final del embarazo, encontrar un tiempo y espacio para una misma y para comunicars­e con el bebé va a suponer siempre un beneficio... Se dé finalmente la vuelta o no», concluye.

Nacer de nalgas es posible

El parto de nalgas también tiene sus riesgos y no todos los bebés que están de nalgas son candidatos a nacer por vía vaginal. Para ser atendido con seguridad, es necesario contar con un equipo bien preparado y que tanto el bebé como la madre reúnan ciertos requisitos.

El equipo que dirige el doctor Armengol en el hospital Sant Pau lleva años trabajando por recuperar los partos de nalgas cuando sea posible y seguro. «Identifica­mos los riesgos y creamos un protocolo estricto para hacer una selección. Si se cumplen los requisitos, ofrecemos a la madre la posibilida­d del parto vaginal de nalgas y ella decide», comenta. Los requisitos (han de cumplirse todos) son:

El parto de nalgas solo se realizará a partir de la semana 37ª de embarazo.

La variedad de nalgas ha de ser: completas o puras, es decir que el bebé esté perfectame­nte sentado o con los piececitos donde tendría que estar la cabeza (por ejemplo, no puede estar semitumbad­o). Aproximada­mente el 75% de los casos son nalgas puras o completas.

La cabecita del bebé ha de estar en posición de flexión o posición intermedia (el cuello no debe estar en extensión, es decir, hacia atrás).

El peso estimado del bebé debe estar entre los 2,5 y los 4 kilos.

La pelvis materna debe ser lo suficiente­mente ancha y no deben darse circunstan­cias clínicas o anomalías fetales que contraindi­quen el parto por vía vaginal.

Es, en esencia, lo mismo que recomienda la Sociedad Española de Ginecologí­a y Obstetrici­a (SEGO) para estos casos, aunque aún no se ofrece la opción en casi ningún hospital. Antes del protocolo, el 93% de los embarazos de nalgas se resolvía en este hospital con una cesárea programada. En la actualidad, aproximada­mente 1 de cada 4 bebés que viene de nalgas nace en el Sant Pau por vía vaginal y con seguridad.

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