¿Quién manda en mi casa, el pediatra o yo?
¿Lo que dice el especialista va a misa? ¿Debemos seguir sus consejos a pies juntillas? ¿Qué actitud conviene tener en las revisiones de nuestro hijo?
Mi hijo es feliz y simpático, siempre está sonriendo, come bien y hace todo lo que, en su libro El médico de mi hijo (ed. Temas de Hoy), Jesús Martínez explica que debe hacer un bebé. Pero mi cuñada dice que está flaco y mi vecina del quinto también le ve delgado (yo pienso que ella tuvo a su hijo con el de Michelin, pero, bueno, me callo). Es cierto que mi hijo es flaco y guapo como su padre, no como el abuelo, que era muy feo, aunque delgado también. El caso es que me han hecho dudar y le he llevado a que lo vea la pediatra y le mire eso de los percentiles, y la doctora me dice que lo ve bajo de peso y que le meta cereales».
Lo anterior es una parodia, pero ¿a qué te suena? Describe las dudas de la madre, y las recomendaciones de los otros basadas en apreciaciones estéticas más que en argumentos médicos. Pero vamos al caso: si el bebé está delgado pero sano y es feliz, ¿qué hay que hacer? ¿Cebarle? ¿Porque lo haya dicho su pediatra?
No se trata de cumplir órdenes
Empecemos desde el principio. El pediatra, como cualquier profesional, excepto los notarios, está para pedirle consejo. Salvando la comparación, tú pides ayuda a un fontanero, te da un presupuesto desorbitado o te cuenta milongas y, ¿qué haces? Pues llamar a otro o liarte tú de chapuzas. Cuando tienes dudas sobre algo legal, pides consejo a un abogado y después decides si meterte en juicios o dejarlo pasar. Pero parece que cuando vamos al pediatra, si nos dice que nos tiremos a un pozo, lo hacemos sin pensar. Le cedemos a él nuestra capacidad de decisión.
El pediatra no decide si el nene, tras una enfermedad, tiene que quedarse en casa y no ir al cole para reponerse. Te da su opinión y su consejo para que tú, como padre o madre, sepas qué hacer basándote en tu propio criterio y tus posibilidades. Te recomienda uno u otro tratamiento, pero quien se lo tiene que dar eres tú.
Mensajes lanzados desde las instituciones del tipo: «Consulte con su médico», «Consulte con su farmacéutico» o «No haga nada» quitan capacidad a los padres, que se ven en la necesidad de cumplir órdenes y dejan de participar en las decisiones de salud de su familia.
El deseo de imponer autoridad por parte de los estamentos de salud, tanto en campañas como en las consultas de los profesionales, es una auténtica lucha de poder por decidir quién controla lo qué hay que hacer en cuestiones de todo tipo y, cómo no, de crianza.
Ese tipo de mensajes quita autoridad a los padres, quienes ceden su responsabilidad y piden permiso a su médico hasta para dar al niño un paracetamol. Así, ¿cómo van a estar capacitados cuando vengan mal dadas y el cirujano les pregunte si deciden operar a su hijo o no, o cuando una decisión influya en su vida?
El especialista no es Dios
Son los padres los que tienen la patria potestad sobre los hijos. Son ellos los que, convenientemente informados, deben tomar decisiones y asumir la responsabilidad de lo que le ocurra al niño, por mucho que algunos se intenten quitar de encima ese peso y consulten y acepten órdenes de cualquiera.
¿Qué actitud debéis tener ante la enfermera o el pediatra en la revisión del bebé? No debéis ir a recibir instrucciones, a que os digan qué hacer en la nueva etapa hasta la próxima visita. Es mucho más interesante acudir a la consulta como cuando vamos al abogado o al fontanero: a pedir consejo sobre todo aquello de lo que dudamos y a recibir información sobre la nueva etapa. Al salir nos toca decidir si seguimos esas recomendaciones o no. No se trata de despreciar al pediatra, sino de aceptar todo lo bueno que nos puede ofrecer, de comentar con él nuestro punto de vista, de debatir, si hace falta, y de cargarse las pilas con ese intercambio que ha surgido en la entrevista.
Si te parece que tu niño está delgado y si todo el mundo lo dice, es probable que lo esté, pero lo importante es que esté sano y sea feliz. Entonces, ante el consejo de cebarle, la pregunta es: ¿Está desnutrido o está enfermo? Si la respuesta es «no», pues seguirá flaco y guapo como su padre y solo flaco como su abuelo.
El pediatra ya no es el dios que imparte sabiduría desde detrás de su mesa ataviado con su bata impoluta, dictando cátedra. Es un profesional cercano y disponible con quien comentar nuestras dudas y compartir experiencias vividas o leídas en los libros. A ti, madre o padre, te toca decidir sobre la crianza de tu bebé y los avatares de tus hijos. No cedas esa responsabilidad a cualquiera, sé el artífice de tu familia.
Parece que si el médico nos dice que nos tiremos a un pozo, lo hacemos sin pensar