Rutinas para dormir a un recién nacido.
El sueño del recién nacido es impredecible y hay que dejar que así sea. No debemos intentar cambiarlo, solo favorecerlo con las mejores condiciones. ¿Cómo lograrlas?
La forma de dormir del recién nacido nos puede parece caótica, pero en realidad descansa cuánto y cuándo lo necesita. Tu hijo precisa un tiempo para acostumbrarse a la vida fuera del útero, ese paraíso donde todas sus necesidades estaban cubiertas. Ahora sus tiempos están determinados por sensaciones que no puede controlar: hambre, pañales sucios, molestias en la tripita… que aparecen a intervalos irregulares. El hambre, por ejemplo, a veces vuelve a la media hora de la toma y otras no aparece hasta pasadas cuatro horas. Además, los ciclos de sueño de un bebé son mucho más cortos que los de los adultos, lo que propicia que se despierte más fácilmente.
No distingue día y noche
En el recién nacido la secreción de melatonina (hormona que induce el sueño) es muy baja y continua. Es decir, no aparece de noche y desaparece de día como en los adultos. Además, eso del día y la noche es algo totalmente nuevo para él, en el útero no había diferencias de luz. Tiene que acostumbrarse. Hasta las cuatro- ocho semanas, no suele adquirir un ritmo día-noche adecuado. Para ayudarle en este proceso:
Intenta exponer a tu hijo el mayor tiempo posible a la luz natural, sobre todo por la mañana, y procura que reciba menos luz a última hora del día.
En la medida de lo posible, realiza sus rutinas y cuidados cotidianos siempre en el mismo horario. Lo ideal es darle un baño relajante a última hora de la tarde, pero si por lo que sea no puedes, no te agobies, tampoco pasa nada. Lo más importante es que lleves a cabo sus cuidados con tranquilidad.
Procura que las tomas nocturnas sean tranquilas, sin luz o con la mínima posible.
¿Es malo que se duerma en brazos?
No es malo, es lógico. El recién nacido necesita tener cerca a su madre o a su padre (lo conocido) para sentirse seguro. En contacto con vuestros cálidos brazos se relaja y le resulta más fácil conciliar ese sueño que a veces se le resiste. No se malacostumbra por cogerle.
Si dentro de unos meses sigue durmiéndose así, y a ti no te importa, tampoco pasa nada. Tú decides. Eres tú, como madre, quien sabe lo que necesita tu hijo en cada momento puntual y quien debe decidir qué pautas educativas seguir.
Durante los primeros meses de vida el sueño depende, sobre todo, de la alimentación.
Lo habitual es que el recién nacido duerma 16 o 17 horas diarias, pero tampoco pasa nada si tu hijo lo hace más o menos horas, siempre que esté creciendo sano y contento.
Cada bebé tiene unas necesidades de sueño distintas. No hay que forzarles a dormir cuando su cerebro no lo necesita.
¿Qué hago si se duerme al pecho?
Nada, dejarle dormir. Es normal que un recién nacido se duerma al pecho: se siente a gusto con su madre, está saciado y cansado (porque para él la más mínima actividad supone un esfuerzo) y, al final, se duerme mamando. No se puede hacer nada para evitarlo.
No pasa nada por permitir que se pase un ratito con el pezón en la boca y luego acostarle. Cuando sea un poco mayor, puedes intentar espabilarle un poco para que sea consciente de estar durmiéndose en su cuna y prevenir futuros problemas de sueño. Pero ahora no intentes despertarle, déjale descansar.
A veces parece que respira mal
Cuando los bebés están resfriados es habitual que emitan leves silbidos respiratorios mientras duermen, pues sus vías aéreas son muy finas y se estrechan aún más si se inflaman a causa de un catarro. Puedes regular la humedad del ambiente con un humidificador (previa consulta con su pediatra) que ayude a rehidratar las mucosas de las vías respiratorias.
Si el bebé respira mal pero no está resfriado, lo más prudente es consultar con su pediatra para que compruebe si tiene alguna infección en las amígdalas o en las vegetaciones que le obliga a respirar por la boca porque le tapona la nariz.
¿Por qué se mueve tanto?
Probablemente se encuentre en una fase de sueño más superficial o en la fase de sueño activo REM, que se caracteriza por una gran actividad mental. La respiración se hace más irregular y un poco más rápida, el bebé puede mover bruscamente brazos y piernas y hacer muecas con la cara y, si te fijas, puedes observar cómo se mueven los ojos bajo los párpados. De ahí su nombre: REM (rapid
eye movement). En esta fase, el sueño es más ligero y, por esta razón, resulta más fácil que el pequeño se despierte ante un sobresalto.
Los adultos alternamos indistintamente la fase REM de sueño ligero con la NREM, pero los bebés pasan bastante más tiempo en la etapa REM que se caracteriza por una gran actividad mental, necesaria para el extraordinario desarrollo que se está produciendo en su cerebro.
En resumen, los movimientos bruscos del bebé durante el sueño forman parte un proceso de maduración e irán desapareciendo poco a poco.
¿Moisés o cuna?
Los moisés y las mini cunas tienen un tamaño ideal para los primeros meses de vida ( al bebé le gusta dormir recogidito, como estaba en el útero materno). Además, tienen la ventaja de que se pueden trasladar más fácilmente por la casa, para tener siempre al niño cerca. Pero no son imprescindibles para que duerma bien.
El bebé debe dormir donde se sienta seguro y cómodo, sea este un lugar grande o pequeño. Por esta razón, tampoco es prudente aconsejar una edad concreta para cambiarle del moisés a la cuna o de la cuna a la cama. Esto va a depender de los gustos de cada niño.
La cuna debe ser segura y cómoda:
Eso sí, nunca hay que intentar hacer la cuna más pequeña colocando cojines o muñecos en los laterales, pues esto aumenta el riesgo de muerte súbita del lactante (por asfixia). Además, el niño irá creciendo, se moverá cada día más, y podría lastimarse con estos objetos.
Ha de tener la marca UE, que garantiza que cumple las medidas mínimas de seguridad. Si te prestan una cuna, comprueba que es así.
No debe llevar elementos que el bebé pueda arrancar o clavarse.
Si tiene barrotes, los bordes serán romos, lo más lisos posibles, y guardarán entre sí suficiente distancia para impedir que la cabeza del pequeño pueda encajarse entre ellos.
El somier debe ser rígido. Es conveniente que se pueda subir y bajar para aumentar la profundidad a medida que crezca el bebé.
La altura del colchón hasta el borde de la cuna ha de ser de unos 40 centímetros.
Es importante que el colchón sea firme y que se ajuste muy bien al tamaño de la cuna, de forma que no queden huecos por donde podría colarse un brazo o una pierna del niño. Se recomienda que lleve una funda que se pueda quitar y lavar y que el relleno sea hipoalergénico. Es mejor evitar los colchones plegables, o al menos usarlos esporádicamente, ya que dificultan el descanso.
Cuidado con los adornos: pegatinas, juguetes, etc. Obviamente, también deben cumplir las normativas de la UE en pinturas, tóxicos y piezas pequeñas.