Ser Padres

Adiós al pañal sin dramas.

A juzgar por la cantidad de artículos y tutoriales que hay en internet, el asunto requiere un alto grado de especializ­ación. Hace unos años no era así: yo a los míos dejé de ponérselo y punto.

- Responde Dr. Jesús Martínez, pediatra Autor de El médico de mi hijo ( ed. Temas de Hoy) y del blog elmedicode­mihijo.com.

La

retirada del pañal se ha convertido en un auténtico drama, en un episodio de la vida familiar que causa tensión –temido y trágico a veces– y requiere un alto grado de especializ­ación. No hay más que ver, en una búsqueda en Google, los miles de artículos, videos, charlas y conferenci­as que hay al respecto. Este no va a ser uno más.

No hace caca

Los pediatras lo vemos con frecuencia como una consulta derivada. Me explico: los padres no venís a mi consulta a preguntar cómo se quita el pañal (no sé, yo a los míos dejé de ponérselo y punto. No hubo ningún problema, pero yo ya soy mayor y antes esto no pasaba), lo que me consultáis es por qué el niño de dos años o dos y medio, de repente, se ha vuelto estreñido.

¿Qué tiene que ver una cosa con la otra?, diréis. Veréis, los bebés no sienten el culo, es como si no lo tuvieran. Hacen caca o pis cuando se han llenado. A veces hacen varias cacas al día, a veces una a la semana, y ambas situacione­s pueden ser normales. Llegados los 15 o 18 meses, las niñas antes que los niños –no porque sean más listas, como dicen las abuelas, sino porque tienen un periné más potente y sencillo–, empiezan a tener sensacione­s ahí abajo, se tocan, se dan cuenta de que algo se les escapa de vez en cuando y no es raro que, cuando hayan hecho caca, se encuentren molestos y algunos avispados incluso avisen: «Mamá, caca».

El niño controlará esfínteres cuando pueda, no cuando decidáis vosotros. Sentadle en el orinal al primer indicio y cread una rutina

Poco a poco, la sensación se va haciendo más intensa. Van notando que algo quiere salir y avisan («Mamá, caca»), pero no les da tiempo a llegar al orinal. Todavía no son capaces de controlar el esfínter y la premura no les permite lograr el éxito deseado. Ese control llegará muy pronto y el niño hará uso de él. Sentirá ganas y será capaz de aguantarla­s y, como bien sabéis por experienci­a, si nos da el achuchón en el trabajo y no se reúnen las condicione­s necesarias para ir al baño, los adultos somos capaces de esperar a un momento mejor, o a otro, o a otro, y así hasta que pillamos un atasco o un estreñimie­nto pertinaz, como suele ocurrir en los viajes.

«Por más que lo intenta, no hay manera»

Al niño le pasa lo mismo, aprende a aguantarse. Le gusta tener el control, y al final se estriñe. Las heces forman una pelota dura que le produce dolor o incluso sangrado por el arañazo que esta hace al rozar la fina pared del ano. Esta es primera causa de consulta al pediatra: el nene hace cacas con sangre. Siente que hacer caca es doloroso y lo evita a toda costa. Aguanta las ganas juntando las nalgas, bailando, dando botes o corriendo de un lado para otro como poseso. Los padres de hoy interpreta­n que está intentando hacer caca y no puede, y es justo lo contrario.

Otro motivo habitual de consulta es: «Por más que lo intenta, no hay manera». Los padres le estimulan el ano, le dan masajes en la tripa, nos ponemos todos nerviosos y empeoramos el cuadro hasta crear un verdadero problema que necesitará de medicación laxante para poder desatranca­r a la criatura antes de llamar al fontanero.

Si estáis a tiempo, sed naturales y firmes pero respetuoso­s con su ritmo. Controlará esfínteres cuando pueda, no cuando lo queráis vosotros o lo decidan en la escuela. Sentadle en el orinal al primer indicio y cread una rutina después de la cena o de otra comida, que es cuando está más receptivo.

Si ya está estreñido, tendréis que cuidar mucho la alimentaci­ón, dándole algo más de líquidos en forma de sopas y zumos y ofreciéndo­le fibra a través de frutas laxantes, como kiwi, ciruela o naranja entera (evitad los zumos industrial­es, que tienen muchísimo azúcar), de cereales integrales y de verduras verdes enteras (no en puré, que a su edad debería ser la excepción). El pediatra os recomendar­á darle también algún regulador, no laxante, que se toma a diario y que ayuda a que las heces sean más blandas y puedan salir sin esfuerzo. Así se curará la herida que le ha provocado la bola dura. Para una emergencia puntual el médico puede recomendar el clásico supositori­o de glicerina o el enema pediátrico.

Insisto: una vez que el niño pueda controlar esfínteres, lo mejor es quitarle el pañal durante el día cuanto antes. Estad atentos a los signos que indican que ya está preparado. Si por comodidad, no sea que nos pringue la alfombra o la ropita de marca, no satisfacem­os sus necesidade­s, se creará una situación complicada, lo mismo que ocurre en otros hitos de su vida que no hay que retrasar, como la introducci­ón de la alimentaci­ón complement­aria en trozos; la retirada del chupete y el biberón; los primeros pasos; el inicio de la escuela; su primer móvil; y sobre todo cuando ya es mayor, el día de volar de casa, que luego se apalanca y no hay manera que deje el nido.

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