Adiós al pañal sin dramas.
A juzgar por la cantidad de artículos y tutoriales que hay en internet, el asunto requiere un alto grado de especialización. Hace unos años no era así: yo a los míos dejé de ponérselo y punto.
La
retirada del pañal se ha convertido en un auténtico drama, en un episodio de la vida familiar que causa tensión –temido y trágico a veces– y requiere un alto grado de especialización. No hay más que ver, en una búsqueda en Google, los miles de artículos, videos, charlas y conferencias que hay al respecto. Este no va a ser uno más.
No hace caca
Los pediatras lo vemos con frecuencia como una consulta derivada. Me explico: los padres no venís a mi consulta a preguntar cómo se quita el pañal (no sé, yo a los míos dejé de ponérselo y punto. No hubo ningún problema, pero yo ya soy mayor y antes esto no pasaba), lo que me consultáis es por qué el niño de dos años o dos y medio, de repente, se ha vuelto estreñido.
¿Qué tiene que ver una cosa con la otra?, diréis. Veréis, los bebés no sienten el culo, es como si no lo tuvieran. Hacen caca o pis cuando se han llenado. A veces hacen varias cacas al día, a veces una a la semana, y ambas situaciones pueden ser normales. Llegados los 15 o 18 meses, las niñas antes que los niños –no porque sean más listas, como dicen las abuelas, sino porque tienen un periné más potente y sencillo–, empiezan a tener sensaciones ahí abajo, se tocan, se dan cuenta de que algo se les escapa de vez en cuando y no es raro que, cuando hayan hecho caca, se encuentren molestos y algunos avispados incluso avisen: «Mamá, caca».
El niño controlará esfínteres cuando pueda, no cuando decidáis vosotros. Sentadle en el orinal al primer indicio y cread una rutina
Poco a poco, la sensación se va haciendo más intensa. Van notando que algo quiere salir y avisan («Mamá, caca»), pero no les da tiempo a llegar al orinal. Todavía no son capaces de controlar el esfínter y la premura no les permite lograr el éxito deseado. Ese control llegará muy pronto y el niño hará uso de él. Sentirá ganas y será capaz de aguantarlas y, como bien sabéis por experiencia, si nos da el achuchón en el trabajo y no se reúnen las condiciones necesarias para ir al baño, los adultos somos capaces de esperar a un momento mejor, o a otro, o a otro, y así hasta que pillamos un atasco o un estreñimiento pertinaz, como suele ocurrir en los viajes.
«Por más que lo intenta, no hay manera»
Al niño le pasa lo mismo, aprende a aguantarse. Le gusta tener el control, y al final se estriñe. Las heces forman una pelota dura que le produce dolor o incluso sangrado por el arañazo que esta hace al rozar la fina pared del ano. Esta es primera causa de consulta al pediatra: el nene hace cacas con sangre. Siente que hacer caca es doloroso y lo evita a toda costa. Aguanta las ganas juntando las nalgas, bailando, dando botes o corriendo de un lado para otro como poseso. Los padres de hoy interpretan que está intentando hacer caca y no puede, y es justo lo contrario.
Otro motivo habitual de consulta es: «Por más que lo intenta, no hay manera». Los padres le estimulan el ano, le dan masajes en la tripa, nos ponemos todos nerviosos y empeoramos el cuadro hasta crear un verdadero problema que necesitará de medicación laxante para poder desatrancar a la criatura antes de llamar al fontanero.
Si estáis a tiempo, sed naturales y firmes pero respetuosos con su ritmo. Controlará esfínteres cuando pueda, no cuando lo queráis vosotros o lo decidan en la escuela. Sentadle en el orinal al primer indicio y cread una rutina después de la cena o de otra comida, que es cuando está más receptivo.
Si ya está estreñido, tendréis que cuidar mucho la alimentación, dándole algo más de líquidos en forma de sopas y zumos y ofreciéndole fibra a través de frutas laxantes, como kiwi, ciruela o naranja entera (evitad los zumos industriales, que tienen muchísimo azúcar), de cereales integrales y de verduras verdes enteras (no en puré, que a su edad debería ser la excepción). El pediatra os recomendará darle también algún regulador, no laxante, que se toma a diario y que ayuda a que las heces sean más blandas y puedan salir sin esfuerzo. Así se curará la herida que le ha provocado la bola dura. Para una emergencia puntual el médico puede recomendar el clásico supositorio de glicerina o el enema pediátrico.
Insisto: una vez que el niño pueda controlar esfínteres, lo mejor es quitarle el pañal durante el día cuanto antes. Estad atentos a los signos que indican que ya está preparado. Si por comodidad, no sea que nos pringue la alfombra o la ropita de marca, no satisfacemos sus necesidades, se creará una situación complicada, lo mismo que ocurre en otros hitos de su vida que no hay que retrasar, como la introducción de la alimentación complementaria en trozos; la retirada del chupete y el biberón; los primeros pasos; el inicio de la escuela; su primer móvil; y sobre todo cuando ya es mayor, el día de volar de casa, que luego se apalanca y no hay manera que deje el nido.