Ser Padres

Adiós, Siria; hola, España.

- POR: Aida Díaz

Los padres tenían casa y trabajo, los niños una escuela donde aprender y amigos con los que jugar. En 2011 su país se vio envuelto en una guerra y tuvieron que abandonarl­o todo y huir. Para salvar sus vidas, dejaron atrás el hogar confortabl­e y cálido, los juguetes, el colegio, las caricias y los besos de los abuelos y el cariño de los amigos. 7,6 millones de sirios se desplazaro­n a otras partes del país y 4 millones salieron al extranjero. Algunos sobreviven como pueden en campos de refugiados, otros, como Ola y Samir y sus cuatro hijos, intentan empezar una nueva vida en otro país.

Tras

cinco difíciles años, la vida de los Al Tenawi es casi como la de cualquier familia: cada mañana los tres niños mayores se marchan al colegio, el pequeño a la escuela infantil y los padres, Ola y Samir, acuden a un centro de la Cruz Roja de Murcia para recibir clases de español. Después, la pareja hace la compra, recoge a sus hijos, tiene una pequeña reunión con ellos para enterarse de cómo les ha ido en el colegio y sirve la cena, una normalidad que agradecen después de que en 2011 la guerra pusiera sus vidas patas arriba.

Ola, Samir y sus tres hijos mayores Kifah, de doce años, Karim, de once, e Islam, de ocho, vivían en el Rif de Damasco, una región rural del suroeste del país que rodea la capital y hace frontera con Líbano y Jordania. Allí vivían también las madres y los hermanos de la pareja con sus respectiva­s familias. En 2012, cuando el conflicto llegó a su población, Zabani, huyeron a Líbano, un país que conocían porque Samir trabajaba allí en periodos de dos o tres meses. «Me dedicaba a hacer columnas de piedra», explica el padre.

Gracias a esos ingresos que Samir recibía en Líbano, no tuvieron que instalarse en uno de los superpobla­dos campos de refugiados y albergues comunales que se extienden por su territorio (Líbano, un país algo más pequeño que Zamora,

“Queremostr­abajo para encontrarq­ue nuestros hijos puedan realizar sus sueños” padres de Kifah, de 12 años, Ola Karim,Ali y de Samir11, Islam, Omarde 8, Aly Adam, Tenawi,de 2.

cuenta con más de un millón de refugiados sirios registrado­s). Ellos pudieron permitirse pagar el alquiler de una habitación. Se quedaron cuatro años y medio, y allí nació el hijo más pequeño, Adam, hace dos años. Pero aunque ya estaban a salvo de bombas y combates, los niños no podían disfrutar de una vida normal. «Echaban mucho de menos la escuela», dice la madre. «Su educación no era reglada, como la de los libaneses, sino que recibían unas clases para refugiados, un día iba el profesor, otro no», explica Ola.

La familia acudió a ACNUR (el Alto Comisionad­o de las Naciones Unidas para los Refugiados) para solicitar asilo en algún país. Esta organizaci­ón intentó encontrar para ellos un nuevo hogar en Canadá, pero no hubo suerte, después llamaron a la puerta de Francia y el país vecino les puso una condición para acogerlos: que la madre no usara hiyab, el velo que cubre la cabeza y una parte del pecho de las mujeres musulmanas. Ola no la aceptó. España fue la tercera opción. Aquí llegaron a principios de julio del año pasado.

En el aeropuerto Adolfo Suárez Madrid Barajas les recibió Mounia Ghamrassi, traductora marroquí de la Cruz Roja, que les acompaña en Murcia. En septiembre los niños comenzaron a ir al colegio. A Kifah, el mayor, le costó un poco acostum-

brarse al instituto, ahora va más contento y está avanzando mucho con el español. A Karim e Islam les gusta mucho ir al clase, ya han hecho amigos en el colegio, «participan en las actividade­s escolares y están contentos porque los profesores y los demás alumnos les prestan atención» comenta agradecida su madre. Los dos son alumnos aplicados que sueñan con ser médicos de mayores. «En Siria los estudios más importante­s son los de Medicina, y ellos quieren llegar a lo máximo, les gustan las batas blancas de los doctores y el trabajo que hacen», añade Ola.

En España, a primeros de mayo, la familia tendrá un miembro más. Ola está embarazada de nuevo, y después de cuatro hijos varones, llegará una niña. Se llamará María, un nombre que comparten su país natal y el de acogida. Mounia acompaña a la embarazada a las consultas con la matrona y el ginecólogo cuando le toca hacer revisiones. «Va todo muy bien», nos dice la traductora. Ola confiesa que al principio del embarazo sentía «un poco de miedo», porque esta es la primera vez que no cuenta con el respaldo de su extensa familia. En esta situación, más que nunca, echa de menos a su madre, que vive en Dinamarca, y a su suegra, que se quedó en Líbano junto con dos hermanos de Samir.

Pero en una casa con cuatro niños y otro en camino no faltan motivos de alegría cada día. Y Samir y Ola no han perdido el sentido del humor, a pesar de las dificultad­es que puedan encontrar en un país que no conocen. Mounia, que comparte muchos ratos cada día con la pareja, se divierte mucho con ellos. «Son muy graciosos», nos dice.

Los Al Tenawi han vuelto a hacer planes de futuro. Su meta ahora es encontrar un trabajo para que sus hijos «puedan realizar sus sueños». La pareja siente una enorme gratitud por la ayuda que les proporcion­a Cruz Roja y también por el interés que muestran muchas personas hacia ellos. «Agradecemo­s que pregunten por nosotros, es un motivo de esperanza», dice Samir.

 ??  ??
 ??  ?? Al familia Al Tenawi pasó cuatro años y medio en Líbano. Los niños echaban mucho de menos la escuela, tenían clases pero no eran regulares, un día iba el profesor, otro no
Al familia Al Tenawi pasó cuatro años y medio en Líbano. Los niños echaban mucho de menos la escuela, tenían clases pero no eran regulares, un día iba el profesor, otro no

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain