¿Y cuando las repite cada dos por tres?
En el caso de que la conducta se repita, los psicólogos aconsejan tomar varias medidas para que la situación no se nos vaya de las manos:
Practicar con juegos de rol le ayudará. Se trata de montar una especie de teatro. Después de explicarle lo que está bien y mal, nosotros hacemos el papel de personaje que dice cosas feas y él debe sustituirlas por palabras bonitas o explicaciones que no molesten. Es prioritario animarle a que exprese los sentimientos.
Hay que felicitarle cuando se porte bien. Muchas veces solo regañamos a los pequeños ante las conductas que desaprobamos y no les felicitamos cuando su comportamiento es bueno, porque creemos que es su obligación. No podemos olvidar que precisan estímulos que les animen.
Asimismo, es posible que el pequeño aprenda de las consecuencias de lo que hace. Por ejemplo, está jugando con sus amigos y dice una palabrota para insultar a un niño. Entonces, le sacamos del entorno unos minutos o el tiempo oportuno hasta que pueda volver dentro sabiéndose controlar, sin decir ningún taco. Esta es una gran ayuda para el niño, que piensa: «Si no me controlo, me voy a perder el juego».
Estos pequeños «castigos» han de ser proporcionales a las infracciones y siempre hay que combinarlos con compensaciones cuando el comportamiento sea bueno. Se pueden establecer tablas de puntos (algunos psicólogos no aprueban este método): cuando el niño consiga llenar una línea (toda la semana sin haber insultado a nadie con ninguna palabrota) obtiene un premio. No tiene que ser algo material, puede tratarse del privilegio de decidir dónde salir el sábado, por ejemplo. También puede pagar una prenda si no cumple.