Tranquila, pasará pronto.
Tras los cambios del embarazo y el esfuerzo del parto, el organismo necesita tiempo para recuperarse. Eso se traduce en molestias pasajeras. ¿Cuáles son? ¿Cómo se alivian?
Nadie pone en duda que el trabajo del parto es duro, pero saber qué te espera ayuda a afrontarlo con más tranquilidad. Sin embargo, el puerperio es aún un desconocido con el que debe convivir la madre cuando más cansada se encuentra y más vitalidad necesita para cuidar a su hijo. Conocer de antemano esas molestias que pueden aparecer (no siempre) y cómo superarlas, te servirán para disfrutar más de los primeros días con tu recién nacido.
Estás triste y no sabes por qué
La maternity blues o tristeza puerperal se debe sobre todo a que desciende la producción de hormonas por la desaparición de la placenta. Si a eso se añade el cansancio y la transformación del vínculo con el bebé es normal que la madre esté abatida. Esa tristeza suele remitir espontáneamente si se cuenta con una red de apoyo: la pareja, la madre, la hermana, alguna amiga… Si tienes quién te ayude con la comida, las tareas de casa y la intendencia para que puedas descansar y centrarte en el bebé, la remontada, en lo físico y en lo psicológico, suele ser mucho más sencilla.
Sudas mucho
En las dos primeras semanas tras el parto, sobre todo las primeras noches, es normal sudar mucho, ya que los líquidos que se retienen al final del embarazo se eliminan a través del sudor y la micción.
Conviene aumentar la hidratación para regular la pérdida de líquidos durante ese proceso y también, porque no, para de paso evitar el estreñimiento.
Aparece el estreñimiento
Es muy común en el puerperio y puede resultar incluso doloroso. Para evitarlo, en la medida de lo posible, es fundamental beber muchos líquidos, seguir una dieta rica en fibra, con mucha fruta y verduras, y moverse, pasear. Estar tumbada todo el día no favorece el movimiento intestinal.
Problemas con la lactancia
Cuando un bebé nace, si la adaptación a la vida extrauterina es correcta, el bebé permanece piel con piel con su madre y comienza a mamar. Eso hace que la leche suba antes y favorece la recuperación de la mujer. Si se produce la subida de la leche al tercer o cuarto día, cuando madre e hijo ya tienen el alta, y se produce una ingurgitación mamaria que no se trata, la lactancia puede fracasar: si el pecho no se vacía lo suficiente termina por no producir leche. Lo mejor que podemos hacer para que eso no suceda es poner al bebé a mamar, ya que la lactancia es una cuestión de oferta y demanda. Cuanto más toma el recién nacido, más leche produce su madre.
Un insistente dolor de cabeza
Si no hay patología de base, la causa de la cefalea suele ser el cansancio. En caso de que te duela la cabeza, coméntalo durante tu ingreso hospitalario. Te darán el analgésico compatible con la lactancia materna que mejor se ajuste a tus necesidades.
Escapes de orina
Cuando la musculatura pélvica queda muy distendida, la madre reciente puede sufrir pérdidas de orina con la tos, la risa o al hacer un esfuerzo durante algún tiempo. Habitualmente, esta incontinencia urinaria se soluciona practicando ejercicios específicos para fortalecer el periné, como los ejercicios de Kegel, a partir de los 15 o 20 días del parto. Si se comienza a practicar a diario durante el embarazo, es posible que se minimice el problema.
Cicatrices abultadas
Es habitual que la zona de la incisión de la cesárea se note acorchada, tirante y engrosada durante un mes, hasta que cicatrice. Esa sensación de inflamación y piel tirante también puede aparecer en la zona de la episiotomía o desgarro (si hay). Persiste unos 15 días, durante los que hay que mantener la zona limpia y seca para evitar que macere. Se consigue con una ducha diaria y usando compresas tocológicas.
Las hemorroides empeoran
Es cierto, el esfuerzo del parto puede agudizar el dolor de las hemorroides, que se agrava además con los problemas de estreñimiento. Se alivia aplicando agua tibia en la zona, con pomadas específicas y procurando pasar poco tiempo sentada.
La tripa continúa hinchada
El cuerpo no volverá a ser el que era antes del embarazo –tórax, cintura, abdomen…– hasta que no hayan transcurrido entre 6 y 12 meses. Al principio, el abdomen permanece distendido, por la laxitud de la musculatura. De hecho, los primeros días parecerá que aún sigues embarazada.
Siguen las contracciones
El útero tiene que volver a su tamaño habitual y lo hace con los entuertos, que duran entre 48 y 72 horas. Son contracciones normales, aunque pueden resultar un poco dolorosas, en especial a partir del segundo hijo. Se notan más al dar el pecho porque el bebé, con la succión, estimula la producción de oxitocina en la madre, que potencia las contracciones.