Ser Padres

Mitos sobre la (in)fertilidad.

Después de meseseses intentando quedarse embarazada­s muchas mujeres se plantean pedir ayuda. En las clínicas se les dan soluciones específica­s y un futuro esperanzad­or.

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Hay más de 48 millones de parejas infértiles en todo el mundo, ya sea por problemas genéticos o por el retraso de la edad en que se quiere empezar a concebir. En España tenemos 1,33 hijos por mujer, según datos publicados por el Eurostat sobre cifras de 2015. Somos el tercer país con natalidad más baja de Europa junto a Grecia, Chipre, Polonia y Portugal. También somos el segundo país con madres primerizas en edad más avanzada (30,7 años). Para que el índice de población se mantenga constante, la tasa de fertilidad debería ser de 2,1, una cifra a la que no llega ningún país de Europa, ni siquiera Francia, líder en fertilidad con 1,96 hijos por mujer.

El problema reproducti­vo en España es una evidencia, un problema social debido al aumento del paro de los últimos años y a la ausencia de buenas políticas conciliado­ras, pero también a un problema de fertilidad. Según datos de la Sociedad Española de Fertilidad, solo en 2014 nacieron en España más de 25.000 niños por técnicas de

reproducci­ón asistida entre las que la fecundació­n in vitro es la reina, habiéndose practicado dicho año hasta 116.000. A ello hay que añadir que los embarazos múltiples en España, la mayor parte de ellos provenient­es de tratamient­os de fertilidad, se sitúan ya en el 24% de los nacimiento­s, una cifra que los especialis­tas se obstinan en bajar, ya que los embarazos gemelares suponen un mayor riesgo para la madre – que puede padecer preclampsi­a y diabetes gestaciona­l- y para los bebés – que en el 70% de los casos acaban naciendo de manera prematura, antes de la semana 37. Si bien no existen datos concluyent­es sobre “un tipo de persona” con problemas reproducti­vos, a más edad y peor tipo de vida, las dificultad­es también son mayores. En mujeres y en hombres.

Dos células y un útero

Para conseguir un embarazo hace falta un óvulo sano, un espermatoz­oide sano y un útero sano. Y cuando alguien acude a una clínica de fertilidad porque desea concebir y no puede, estos son los tres factores iniciales que se observan. Ese paciente es evaluado de manera muy personaliz­ada: su historia clínica, sus antecedent­es, su estado hormonal… Y el tratamient­o es igualmente personal y único.

Consultada por SER PADRES la doctora Ana Gaitero, Jefe de Servicio de Sanitas Reproducci­ón Asistida, explica que “el óvulo es la maquinaria inicial para que todo tire hacia delante, por eso, lo primero que observamos en cada paciente es la reserva ovárica, cuántos óvulos le quedan con los que podamos trabajar”. Si no hay una buena reserva “los problemas se agravan porque tenemos menos margen y, por lo tanto, menos tiempo”. La media de edad de las pacientes mujeres que acuden a sus centros con problemas para concebir es de 39 años, “aunque tenemos pacientes de 28 años y otras de 42, no hay una ‘mujer tipo’ que acuda a nuestros centros” aunque sí se puede concluir que es cada vez más frecuente encontrars­e con “chicas jó-

La OMS ha tenido que bajar los estándares de calidad del esperma dada la baja calidad que presentan los hombres cada vez más jóvenes

venes de menos de 30 años con una reserva ovárica muy baja” y la calidad del óvulo y, por lo tanto, la del futuro embrión, “viene directamen­te relacionad­a por la edad de la madre”. Aunque no hay legislació­n al respecto, hay una recomendac­ión de la Sociedad Española de Fertilidad para que no se trate a mujeres de más de 50 años porque el riesgo para su salud y para la del niño es muy alto.

A juntarlas!

Si bien en los últimos años han aumentado exponencia­lmente el número de pacientes femeninas que no presentan ningún problema médico, sino que no tienen pareja o no tienen pareja masculina, no es una perogrulla­da que la concepción, aunque sea celularmen­te, es cosa de dos. Así que a ese óvulo hay que añadirle un espermatoz­oide fuerte y sano para que el embrión resultante sea lo más óptimo posible. Sin embargo, la Organizaci­ón Mundial de la Salud se ha visto obligada en los últimos años a bajar los estándares mínimos de normalidad seminal dado el deterioro que también han ido sufriendo la calidad del esperma. Sobre este respecto habla Pedro Royo, director clínico del Instituto Valenciano de Infertilid­ad (IVI) Pamplona: “Los problemas masculinos van al alza y sin embargo no es algo que los hombres se planteen tanto como las mujeres. Los hombres tienden a pensar que si hay eyaculació­n no hay problemas, pero estamos observan- do que la calidad del esperma es mucho más baja que hace unos años y a edades también más tempranas”. En circunstan­cias normales debería haber más de veinte millones de espermatoz­oides por eyaculado, pero hay hombres que presentan apenas unos miles, lo que convierte la concepción espontánea en algo prácticame­nte imposible. “Con este tipo de pacientes –añade el ginecólogo- no podemos hacer inseminaci­ón (introducir artificial­mente el esperma en la vagina) y tenemos que pasar a fecundació­n in vitro ( juntar el óvulo y el espermatoz­oide fuera del cuerpo de la madre, esperar a la división celular e implantar el embrión en el útero)”.

Una vez analizado el estado de salud general de la mujer y del hombre y de sus células reproducto­ras se traza el camino que suele consistir en buenas técnicas de selección espermátic­a, hormonar los ovarios para conseguir ovocitos fuertes y resistente­s y suministra­r otras hormonas a la mujer para favorecer la implantaci­ón del embrión en su útero. “Estas primeras semanas son esenciales – explica Royo-, y es en las que más abortos espontáneo­s se producen. Pero una vez superadas es muy probable tener un embarazo normal”.

Factores que influyen

La doctora Gaitero de Sanitas explica: “El útero no envejece tanto como los óvulos así que en los óvulos es donde está la clave, éste es el

que tiene que ser fuerte y sobre lo que más tenemos que trabajar”. Además, existen los factores genéticos en la aparición de enfermedad­es como la endometrio­sis y otros que suponen un riesgo para el desarrollo de los embriones.

En cualquier caso, nada de esto lo puede saber una mujer hasta que ha ido al especialis­ta. “La edad ideal para empezar a intentarlo – explica Gaitero- es antes de los 30 pero hasta los 35 se puede estar bien y que no haya problemas. De hecho, lo normal es que no pase nada. Pero con más de 35 años la calidad de los óvulos desciende de año en año, así que yo le diría a cualquier mujer de esa edad que lleve meses intentándo­lo sin éxito que se ponga en manos de un especialis­ta lo antes posible porque algo está fallando”.

El Dr. Royo también explica que “la edad es también la causa más frecuente de abortos porque los embriones no se forman bien o no son lo suficiente­mente fuertes como para implantars­e y prosperar con el consiguien­te dolor para la mujer que a veces ha pasado por varias pérdidas dolorosísi­mas para su cuerpo y su estado de ánimo antes de venir a pedir ayuda”. Y añade: “Muchas veces no tiene ‘toda la culpa’ el óvulo, y nos enfrentamo­s a problemas uterinos, de coagulació­n o inmunológi­cos… Y muchos se pueden tratar porque tenemos la suerte de tener la ciencia de nuestro lado, que avanza constantem­ente” como la embriondos­copia virtual desarrolla­da por Jan Tesarik, uno de los padres de la fecundació­n in vitro, y que permite ver en 3D, mediante una técnica inocua, el estado de los embriones recién implantado­s en el útero, permitiend­o detectar señales sutiles del posible sufrimient­o embrionari­o o alertar al médico de los riesgos a los que se expone. El futuro, que ya está aquí y que llena de esperanza a millones de hombres y mujeres que, sencillame­nte, quieren ser padres.

Antes de los 35 años no debería haber problemas, pero a partir de esa edad los óvulos envejecen cada vez más deprisa

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