Un mascota en casa.
¿Os habéis decidido? ¡Enhorabuena! Es un gran paso para la familia y sin duda una excelente decisión para los más pequeños. Tener un amigo de cuatro patas no solo alegrará la vida de tu hijo. También aportará bienestar y momentos inolvidables al hogar.
Es un gran momento para nuestros hijos que, normalmente, piden una y otra vez tener una mascota en casa. Y con razón. Un animal de compañía no solo se convierte en un miembro más con que divertirse sino que además genera muchos beneficios. Los más pequeños consiguen un amigo inseparable con el que jugar y compartir. Pero el resto de la familia también notará los cambios positivos: mejor salud, más alegría, más ejercicio, mayor círculo social e incluso alarga la expectativa de vida, según los estudios.
Armonía y responsabilidad en el hogar
Quién tenga una mascota en casa lo sabe: muchas conversaciones, risas e incluso planificaciones de las vacaciones giran en torno a la mascota. Y es que armoniza y aglutina a los miembros de la familia. Además, “aumenta el sentido de la responsabilidad de los más pequeños ya que entienden que hay que pasearle, cuidarle, asearle, darle de comer...”, indica Carlos Rodríguez, fundador y Presidente de la Fundación Mascoteros Solidarios. Por otro lado mejoran la empatía y la capacidad de observación ya que, como no hablan, debemos estimular al máximo los sentidos para conocer sus comportamientos y darnos cuenta si necesitan ir al veterinario.
Siempre dispuestos para jugar
Ya sea perro, gato o incluso conejo siempre estarán disponibles para el juego, algo muy importante para el desarrollo motriz y psicológico de los niños. Los adultos, que muchas veces olvidamos lo esencial que es jugar, también participaremos y con ello incrementaremos el bienestar y podremos manejar mejor las tensiones del día a día.
¿Cómo le presentamos al bebé?
Una de las preocupaciones de muchos padres es qué hacer con su mascota cuando llega un bebé a la familia. La respuesta es sencilla. ¡Pre-
sentarle al nuevo miembro! Nuestro compañero de cuatro patas no constituye ningún foco de infección siempre que esté debidamente vacunado y desparasitado. Tampoco va a dañar ni aplastar al bebé. Por otro lado, si se quieren evitar los celos hay que alterar lo menos posible su rutina y allanar el terreno. “Permite que entre en la habitación que estás preparando, deja que huela la cuna, su ropa... No le dejéis al margen cuando estéis en el hospital ni lo saquéis de casa. Cuando lleguéis, dejad que huela al bebé, poned el capazo en el suelo cuan- do estéis relajados...”. Es decir, evitar a toda costa que nuestra mascota se sienta desplazada y marginada.
Hay que explicarle que ya no está...
Es un momento muy triste y desgarrador aunque es peor para los adultos. “A los niños hay que explicarles qué ha sucedido pero ellos se sobreponen antes porque gestionan mejor el desapego. Además, es una gran lección de aprendizaje para el futuro”, concluye.