¿Se puede evitar el tda/tdah?
Imagina que el problema no está en el organismo del niño, sino en sus condiciones de vida y piensa si éstas pueden estar afectando a su comportamiento. El entorno del niño, con paciencia y buena voluntad, se puede cambiar:
Comparte aficiones con tu hijo y crea vínculos basados no en la obligación sino en el placer de estar juntos. Programa salidas a parques, jardines o excursiones al campo. Invítale a disfrutar de la naturaleza y observa su actitud en ella.
Fomenta en él el juego libre. En un mundo repleto de normas, es importante que el niño se sienta libre a la hora de experimentar, crear, imaginar. Y observa cómo se siente.
Ofrécele una tregua escolar, que durante un tiempo su bienestar sea más importante que su rendimiento académico. Quítale presión y motívale de cara a los estudios, que sienta que para ti lo importante es su felicidad, no sus calificaciones.
Gestiona el tiempo que pasa delante de las pantallas de forma racional y positiva, nunca como un premio o un castigo.
Pasad tiempo juntos cada día sin que haya nada planificado y aprovéchalo para tener con él contacto físico, si lo acepta, y contacto ocular.
Céntrate en sus intereses. No le quites importancia a lo que te cuente, no le metas prisa para que termine de hablar, atiéndele sólo a él cuando te esté contando algo. Asegúrate de que en el colegio aceptan la diferencia y respetan los tiempos de cada uno. A la hora de buscar un profesional, opta por uno con el que tu hijo se sienta a gusto, que lo acepte y se vea aceptado.
( Principios extraídos de ¡ Estáte quieto y aprende! de Heike Freire)