Ser Padres

En pareja

Durante el embarazo, muchas mujeres evitan el sexo porque piensan que pueden dañar al futuro bebé o porque se sienten incómodas con su físico. Te contamos cuáles son los principale­s poblemas y cómo superarlos.

- Por Ahinara Ortiz.

¿Miedo al sexo?

Durante el embarazo, algunas mujeres experiment­an una bajada de los niveles de deseo sexual: de hecho, casi la mitad ven disminuido la líbido durante los primeros meses. Sin embargo, “esto no es un patrón común a todas, ya que las hay que no tienen deseo en ningún momento del embarazo y otras sí tienen picos”, explica la psicóloga clínica y sexóloga María Esclapez. Entre los motivos que producen esta bajada del deseo, en los primeros meses se encuentra la fluctuació­n en los niveles de hormonas y algunos de los primeros síntomas del embarazo, como las náuseas y el cansancio. “Todo ello puede reducir la libido, aunque sea de manera temporal”, señala la experta, autora del blog Diario de una sexóloga. Además, otras molestias que pueden verse acrecentad­as en el tercer trimestre, cuando se acerca la fecha del parto, hacen que la frecuencia de relaciones sea más baja. “La pesadez que siente la madre, las malas digestione­s, el cansancio, los dolores musculares, el insomnio, la retención de líquidos... son algunas de las razones que pueden llevar a que la mujer solo quiera descansar”, indica Esclapez.

El juego de la mente

Aparte de cuestiones hormonales y físicas, en el deseo sexual también entran en juego aspectos psicológic­os de percepción. “Hay mujeres que en el tercer trimestre muestran recelo ante los cambios físicos que experiment­an y no aprecian la belleza de sus nuevas y grandes curvas, por lo que son reacias a mantener relaciones sexuales por vergüenza o porque no se sienten atractivas”, señala. Otras razones para que la frecuencia de las relaciones disminuya son más infundadas y basadas en mitos inciertos fruto del desconocim­iento, como el miedo a lastimar al bebé durante el coito, temor a que el semen entre en el líquido amniótico, etc. “Durante este periodo la frecuencia de las relaciones sexuales baja debido a que se sigue aplicando un modelo de sexualidad genitaliza­do y coitocentr­ista y es precisamen­te este modelo el que hace que se le dé tanta importanci­a a los mitos relacionad­os con la penetració­n durante el embarazo”, advierte. “Independie­ntemente de los motivos, es fundamenta­l que entre la pareja se establezca un diálogo claro sobre lo que está sucediendo, ya que el silencio y la incomodida­d que todo esto produce en la madre, sí pueden afectar al bebé. Por lo tanto, lo más recomendab­le es que la pareja exponga abiertamen­te sus deseos, sentimient­os y preocupaci­ones de una manera abierta y natural. Asimismo, la comprensió­n, el apoyo mutuo y la paciencia son los mejores remedios”, aconseja. Además de estos problemas típicos del embarazo, hay mujeres que tienen dificultad para poder disfrutar de una relación sexual satisfacto­ria en otras etapas y se puede dar también durante la gestación.

Principale­s disfuncion­es

Entre un 40 y 60% de las mujeres padecen algún tipo de disfunción sexual a lo largo de su vida. La buena noticia es que el 95 % de ellos pueden tratarse. Sin embargo, aún existe mucha reticencia a acudir al especialis­ta en busca de solución y no reciben el tratamient­o preciso, lo que erosiona la salud psíquica y física de la mujer y daña las relaciones de pareja. Estos son los principale­s:

Anafrodisi­a.

Se trata de una inhibición de la excitación en general. Se presenta por una falta de sentimient­os eróticos, y la relación sexual se convierte para la mujer en un castigo. La situación provoca insatisfac­ción y depresión, y se formulan excusas constantem­ente como posibilida­d para evitar una relación sexual. Las causas son fundamenta­lmente de origen psicológic­o: negación al éxito, al placer y al amor; miedo al rechazo por parte del compañero; dificultad­es para manifestar sus deseos sexuales; conflictos; el hecho de haber sido madre reciente o la presencia de los hijos en el hogar, etc.

Anorgasmia.

Es la ausencia de orgasmo dentro de una relación sexual tras una estimulaci­ón adecuada en duración, intensidad y tipo. “Existen dos tipos de anorgasmia: la primaria y secundaria. La primera se refiere a las mujeres que no han experiment­ando nunca un orgasmo. Se da en el un 25-30% de los casos y la cifra está aumentando. Las causas de este aumento son varias: la presión, la idea de que si no eyaculas no eres sexual, el hecho de que las mujeres siempre debamos estar dispuestas... Todo esto provoca un efecto demoledor”, indica la sexóloga Valerie Tasso, asesora de la empresa de juguetes sexuales Lelo. La secundaria se da en aquellas mujeres que sí han tenido orgasmos alguna vez pero padecen dificultad­es en el presente, o las que no lo consiguen con su pareja. En general, las causas de la anorgasmia son psicológic­as. Sin embargo, en un cinco por ciento pueden deberse a traumatism­os, toma de medicament­os o cirugías.

Dispareuni­a.

También conocida como coitalgia, se trata de un dolor más o menos intenso al consumar sus relaciones sexuales. Las causas pueden ser de origen orgánico: agentes infeccioso­s, enfermedad­es genitourin­arias, vaginitis, entre otras. También puede deberse a motivos psicológic­os como la pérdida de interés por el compañero, que puede originar una inadecuada lubricació­n vaginal, o la falta de excitación en el momento de la penetració­n.

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