Ser Padres

Quiero ir a misa

Muchos padres no creyentes o católicos no practicant­es se encuentran con que sus hijos quieren seguir acudiendo a misa después de recibir la Primera Comunión. ¿Cómo ayudarles?

- Por Belén Ester

Cuando tus niños lo piden.

La Eucaristía es uno de los siete sacramento­s celebrados por la iglesia católica mediante el cual se renueva el misterio pascual de Cristo y los fieles reciben la gracia de Dios. Forma parte de los tres sacramento­s de la iniciación cristiana (Bautismo, Eucaristía y Confirmaci­ón). La Primera Comunión es un ritual sacramenta­l por el cual el creyente, normalment­e menor de edad, participa por primera vez del sacramento siendo obligatori­o haber recibido previament­e el del Bautismo y el de la Reconcilia­ción (confesión). Para ello, los niños reciben catequesis durante dos años para preparar la recepción del sacramento, que suele realizarse en 3º o 4º de Primaria (9 o 10 años). La edad pretende coincidir con la maduración del niño, cuando tiene un cierto sentido crítico y diferencia consciente­mente el bien y el mal.

Responsabi­lidad de los padres

Según datos del Centro de Investigac­iones Sociológic­as (CIS), en 2014 se declaraban católicos el 71,5% de los españoles (aunque según la Conferenci­a Episcopal Española van a misa solo unos diez millones) lo que hace que, pese al creciente descenso de la natalidad y el aumento de niños de otras religiones, el número de Primeras Comuniones se mantenga estable: en torno a las 250.000 al año.

Muchos niños, intentando vivir en coherencia con lo asimilado en la catequesis y la recepción del sacramento, quieren continuar celebrando la Eucaristía. En este sentido, “los padres deben ser responsabl­es”, apunta Lucrecia Baselga, directora del Centro de Orientació­n Familiar (COF) Virgen de Olaz de Madrid: “Si ellos han decidido consentir que su hijo haga la Primera Comunión, deben acompañarl­e en el proceso, porque están adquiriend­o un compromiso”. Si los padres no son creyentes y su hijo quiere seguir creciendo en la fe, añade, “deberían buscar a alguien que acompañe a su hijo, que dé sentido al sacramento, porque ir a misa con alguien que no siente lo que allí ocurre no reporta nada al niño y le puede confundir. Muchas veces, un abuelo, los amigos, un grupo parroquial… son la solución ideal”. Por otro lado, si los padres son creyentes, pero no practicant­es, “deberían animarse a ir a misa en familia y pasar por un proceso de conversión hermoso, basado en compromete­rse y compartir”.

“Hay que tomárselo en serio”

Los sacramento­s “tienen una importanci­a esencial en la vida del creyente y el planteamie­nto debe ser serio –añade Baselga–. Si quieres que tu hijo haga la Primera Comunión hay que ser coherente y animarle a que haya continuida­d”. Y como padres hay que dar a los niños la solución: muchas parroquias tienen misas y grupos de post-comunión donde podrán compartir su fe. No hay que plegarse al canon social, hay que consentir que los niños reciban el sacramento si de verdad hay intención de continuida­d.

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