¿Peleas? ¡Que las resuelvan ellos!
Cuando sus juegos terminan siempre en enfrentamiento su comportamiento nos irrita y muchas veces no sabemos cómo actuar. ¿Podemos evitar sus discusiones?
Cuando supiste que ibas a tener un segundo hijo imaginaste un hogar feliz, con hermanos que se llevaban muy bien, jugaban juntos, se apoyaban y defendían, compartían los juguetes y la comida… Y ahora que ya tienes más de un hijo te ves interviniendo en peleas sin fin, parando ataques, apagando fuegos. Los celos han acampado en tu casa, y te entristece ver cómo los niños no se llevan bien. Sobre todo, es agotador tener que parar peleas y agresiones varias veces al día. Estás desilusionada y te gustaría que las cosas fueran de otra manera, pero no hay manera de frenar esas peleas. Pese a todo, tus hijos también se quieren, que no te quepa ninguna duda. Pero habrá días que jugarán y disfrutarán muchísimo juntos y otros que no.
Es posible ayudarles
Los hermanos siempre van a tener conflictos. Es inevitable cuando convivimos, igual que tú tienes enfrentamientos y malos días con ellos, con tu pareja, con tus compañeros de trabajo… La convivencia genera roces y cariño a la vez.
Los conflictos son importantes porque nos ayudan a crecer, menos los golpes e insultos que no con buenos para nadie. Si aplicas estas tres normas, estarás enseñando a tus hijos cómo resolver sus disputas ellos solos, de manera respetuosa.
No seas el juez de tus hijos
Es probable que normalmente tú digas: “María, déjale el juguete a tu hermano” o “Roberto, vete a tu cuarto y deja en paz a la niña”. Yo te propongo que dejes de ser tú quien decide cómo solucionar el conflicto, que dejes de ser el árbitro en sus peleas.
Tienes que dejar de ser juez para convertirte en mediadora o guía de los niños. Así serán ellos los que lleguen a un acuerdo.
Enséñales a solucionarlos solos
Conviértete en su guía, alguien que les ayuda a encontrar una solución al conflicto. Tu misión en favorecer una conversación en la que, por un lado, se den cuenta de que algunas situaciones les hacen sufrir. Y por otro lado, para que se responsabilicen en la búsqueda de soluciones.
Por ejemplo, si siempre que juegan al “pilla-pilla” terminan peleando, proponles buscar una solución. Os sentáis tranquilamente con una hoja de papel y un lápiz y les preguntas: “¿Qué podemos hacer para que no terminéis siempre enfadados cuando juguéis al pilla-pilla?”. Escribe en el papel cada una de las ideas de tus hijos, ¡incluso las más descabelladas! Cuando ya no tengan más ideas, tachad las que creáis que no van a funcionar hasta que quede una sola. Pégala en la puerta del frigorífico para que no se os olvide. Es importante que ellos encuentren la solución: ninguno estará herido y les resultará más aceptable que una solución impuesta por ti.
Respetaos todos en la familia ■
El respeto tiene que ser uno de los valores más importantes en tu familia. Vosotros, los abuelos, los niños… todos tenéis que ser tratados con cariño. Si tus hijos aprenden este valor tan importante, poco a poco aprenderán a tratarse entre sí con respeto también. Cuando tus hijos se falten al respeto, puedes repetir: “en esta familia nos tratamos todos con respeto. Puedes decir cómo te sientes, pero sin faltar al respeto.