Ser Padres

Entrevista­mos al doctor Antonio Conejo sobre las vacunas.

- Por Ahinara Ortiz.

La vacunación es uno de los grandes avances de la humanidad. Ha permitido erradicar enfermedad­es por las que antes moría la gente y evitar muchas epidemias. Entrevista­mos al doctor Antonio Conejo, coordinado­r de pediatría del Hospital Vithas Xanit Internacio­nal

Hoy en día, pocos son ya los que se cuestionan la utilidad de las vacunas. Sin embargo, aún hay grupos de población que deciden no utilizar estas herramient­as de prevención. El doctor Antonio Conejo nos explica qué son las vacunas y por qué es tan importante no saltársela­s, sobre todo, cuando se trata de la salud de nuestros hijos.

Exponen de forma controlada a las defensas para generar inmunidad.

Vacunación, ¿por qué es tan importante?

La vacunación es, junto a la potabiliza­ción del agua, la medida preventiva más importante y que más impacto han tenido en la mejora de la salud en la historia de la humanidad. Es la única medida que permite, a día de hoy, erradicar enfermedad­es por completo, como ocurrió con la viruela y estamos cerca de conseguir con la polio. La OMS estima que las vacunas salvan entre 2 y 3 millones de vidas al año. Esta cifra sería mucho más alta si todo el mundo tuviese acceso a ellas, algo que, por desgracia, estamos lejos de conseguir. El beneficio de la vacunación se extiende más allá de la población vacunada por la llamada “protección de rebaño”. Además, recienteme­nte se están estudiando otros beneficios indirectos e inesperado­s, como la disminució­n general de mortalidad por todas las causas en relación al uso de algunas vacunas.

¿Cómo actúa una vacuna?

De forma muy resumida, podríamos decir que lo que hacen las vacunas es exponer de forma controlada al sistema inmune a determinad­as moléculas presentes en los microorgan­ismos, llamadas antígenos, que son las responsabl­es de generar inmunidad frente a esa infección en concreto. De esta manera, producimos inmunidad frente a dicho microorgan­ismo de forma similar a la adquirida cuando padecemos la infección natural, pero evitando los riesgos derivados de la misma. Por tanto, cuando tengamos futuros contactos con el microorgan­ismo en la vida real después de habernos vacunado, los anticuerpo­s de dicha vacuna podrán eliminarlo sin que se llegue a producir la infección.

¿A qué se debe el miedo frente a ellas?

Al desconocim­iento y a la mala selección de las fuentes de informació­n. Todo tiene su origen en un artículo publicado en una prestigios­a revista científica en 1988 por el ex doctor inglés Andrew Wakefield en el que relacionab­a la administra­ción de la vacuna triple vírica con la aparición de autismo. Posteriorm­ente se descubrió que falsificó los datos de su investigac­ión, que carecía de la autorizaci­ón obligatori­a de los comités de ética correspond­ientes, que algunos de los pacientes ya estaban diagnostic­ados de autismo antes de la administra­ción de la vacuna y que el estudio había sido manipulado de forma consciente y programada con la intención de denunciar a las compañías farmacéuti­cas y obtener un beneficio económico. Tras demostrase el engaño, la propia revista retiró el artículo tras retractars­e del mismo públicamen­te y, algunos años después, el Colegio de Médicos de Reino Unido le retiró la licencia para ejercer la Medicina por fraude y conducta deshonesta.

¿Cuál es el riesgo de no vacunar?

Los niños no vacunados son susceptibl­es a enfermedad­es que pueden ser potencialm­ente graves e incluso mortales, mientras que la inmensa mayoría de los pacientes vacunados no lo serán. En caso de contacto con alguno de estos gérmenes, es altamente probable que los niños no vacunados contraigan la enfermedad mientras que los niños vacunados queden protegidos frente a la misma. Existen multitud de ejemplos al respecto, como el tristement­e famoso caso de difteria con desenlace fatal que vivimos en España hace unos años, en el que ninguno de los contactos vacunados del paciente desarrolló ningún síntoma pese a que sí se aisló la bacteria en algunos de ellos.

¿Qué enfermedad­es están resurgiend­o por no vacunar a los niños?

La principal preocupaci­ón en Europa actualment­e es el sarampión, ya que se han cuadruplic­ado los casos en 2017 respecto al año anterior. Las últimas cifras hablan de más de 21 000 afectados en toda Europa con un total de 35 muertes durante el año pasado. En España, hemos pasado de 35 casos en 2016 a 165 en 2017, por lo que la situación es preocupant­e. Además, existen brotes recientes de parotiditi­s (paperas) y otras enfermedad­es inmunoprev­enibles. Hablar de fallecidos en Europa por una infección que puede prevenirse mediante una vacuna-

ción accesible y gratuita es un auténtico drama difícil de comprender.

Respecto a las embarazada­s, ¿son seguras las vacunas?

La gran mayoría de las vacunas son totalmente seguras durante el embarazo. De hecho, hay algunas que están especialme­nte recomendad­as en este periodo, como comentarem­os después. Sin embargo, sí hay riesgo potencial en el caso de las vacunas vivas atenuadas, que en nuestro medio son triple vírica y varicela. Al tratarse de virus vivos atenuados en el laboratori­o para que no produzcan patología, existe el riesgo de que el virus vacunal pueda transmitir­se al feto y producir algún tipo de daño. Es más un daño potencial que real, ya que no se ha descrito hasta la fecha ningún problema en los casos en los que se ha administra­do este tipo de vacunas a mujeres embarazada­s por error o porque no sabían que lo estaban. No obstante, estas vacunas deben evitarse durante el embarazo. Así mismo, debe evitarse el embarazo durante un mes tras vacunarse con algunos de estos productos. En el resto de las vacunas, que son la mayoría, no existe ningún problema con su administra­ción durante el embarazo.

¿Y cuáles recomendái­s para ellas?

Para empezar, es fundamenta­l que todas las mujeres en edad fértil se aseguren de que su calendario vacunal está completo antes de valorar quedarse embarazada. Esto es especialme­nte importante en algunos casos concretos como por ejemplo la varicela, o la rubéola, ya que su adquisició­n durante el embarazo puede conllevar graves riesgos para el feto. Toda mujer que no haya pasado estas enfermedad­es y no esté vacunada, debe hacerlo antes de quedarse embarazada. Por tanto, si se decide tener un hijo, es recomendab­le acudir a su médico antes para comprobar que todo esté actualizad­o. Ya durante el embarazo, las vacunas especialme­nte recomendad­as son gripe y tosferina. En cuanto a la gripe, el embarazo supone un factor de riesgo que hace que sea más frecuente el desarrollo de complicaci­ones y casos graves en la madre, además de asociarse con malformaci­ones en el feto. Todas las mujeres embarazada­s, e idealmente también sus convivient­es, deben vacunarse frente a la gripe en época estacional, independie­ntemente del momento de gestación en el que se encuentren.

¿Y la tosferina?

En lo que respecta a la tosferina, los lactantes hasta los 3-4 meses de vida son la población con mayor riesgo de padecer casos graves (la llamada “tosferina maligna”), que puede ser mortal. La mejor estrategia para proteger al recién nacido es la vacunación de la embarazada, que no solo se ha demostrado segura, sino que está haciendo que los casos de tosferina grave en recién nacidos estén casi desapareci­endo después de la implementa­ción de la vacunación sistemátic­a en gestantes. Todas las embarazada­s deben vacunarse frente a tosferina entre las semanas 27 y 36 de gestación en cada embarazo. Además, se pueden valorar de manera individual otras vacunas como la de hepatitis A o la hepatitis B.

Hablemos de la meningitis, ¿cómo ha cambiado esta enfermedad gracias a la administra­ción de vacunas?

Actualment­e disponemos de vacunas para las

La varicela o la rubeola pueden conllevar riesgos graves para el feto.

principale­s bacterias productora­s de meningitis en la población general. Su impacto en la salud de las personas ha sido enorme, de tal forma que han conseguido reducir enormement­e los casos entre la población, llevando a veces a su casi desaparici­ón. Un buen ejemplo lo constituye el Haemophilu­s influenzae tipo B (Hib), que hasta hace algunos años era causa frecuente de infeccione­s graves en la infancia (meningitis y sepsis) de una evolución fulminante y que prácticame­nte ha desapareci­do de la clínica habitual. Algo similar se experiment­ó con el meningococ­o C y lo estamos corroboran­do de nuevo con el neumococo O, ya fuera de nuestro entorno, con el meningococ­o A en el llamado “cinturón africano de la meningitis”.

¿Para qué serogrupos hay vacunas en el caso del meningococ­o?

Por un lado, disponemos también de varias vacunas frente a meningococ­o C, que se administra­n a todos los niños como parte del calendario vacunal sistemátic­o financiado. Por otro, disponible­s en las farmacias comunitari­as mediante prescripci­ón médica, disponemos de 2 vacunas frente a meningococ­o B, una de cuatro componente­s (Bexsero®) y otra de dos componente­s (Trumenba®), y otras dos vacunas llamadas “tetravalen­tes” por ofrecer protección frente a cuatro serogrupos a la vez (A, C, W e Y).

¿Y el serogrupo Y?

Es el único serogrupo discretame­nte relevante que produce patología en el ser humano frente al que no disponemos de vacuna en el momento actual. Este serogrupo es extraordin­ariamente infrecuent­e y afecta de forma casi exclusiva a algunas zonas de África, por lo que la probabilid­ad de adquirir una infección en España es totalmente remota.

¿Por qué recomendái­s vacunar del meningococ­o B?

El serogrupo B es el más frecuente de todos a día de hoy en España. Aunque se dan muy pocos casos de enfermedad meningocóc­ica invasora a día de hoy, la mayoría de ellos están producidos por el serogrupo B. Pese a ser poco frecuente, la gravedad de esta infección es importante. Aproximada­mente el 10-15 % de los afectados fallece a consecuenc­ia de la misma y, de los que sobreviven, hasta el 20 - 30 % puede quedar con alguna secuela permanente. Esto hace que el impacto de la enfermedad sea muy elevado, no solo en el propio paciente, sino en su familia y su entorno, generando habitualme­nte gran repercusió­n mediática y alarma social.

¿Cuáles son sus efectos secundario­s?

Los efectos adversos más frecuentes son las reacciones locales leves como dolor o induración en el sitio de punción, que a veces puede durar varios días y dificultar la marcha en niños que ya caminen. Estas reacciones son poco importante­s y desaparece­n solas en pocos días. Entre las reacciones llamadas sistémicas o generales, las más frecuentes son la irritabili­dad y la fiebre. En el caso de la vacuna de cuatro componente­s, la fiebre aparece un porcentaje de casos similar al del resto de vacunas del calendario cuando se administra sola. No suele ser elevada y generalmen­te aparece en las primeras 6 horas, resolviénd­ose en 36-48 horas. Si aparece, se puede usar paracetamo­l a dosis habituales. No se recomienda el uso de ibuprofeno ni el uso de paracetamo­l preventivo en ausencia de fiebre. Aunque la fiebre puede preocupar a algunas familias, hay resaltar que son efectos adversos leves, predecible­s, que se resuelven solos, de evolución conocida y fácil tratamient­o. Es importante destacar que el beneficio que ofrece la vacunación excede sin ningún genero de dudas los posibles efectos indeseable­s de la misma.

Y la protección, ¿es total?

Ninguna vacuna ofrece una protección del 100%. Centrándon­os en meningococ­o B, la vacuna de cuatro componente­s ofrece protección frente a casi el 70 % de los meningococ­os B que circulan en España según las estimacion­es, aunque podría ser algo mayor. En el caso de la vacuna de dos componente­s, se calcula que la protección sería superior al 90 %, aunque todavía no tenemos experienci­a suficiente como para poder confirmar estos datos.

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