¡Qué guapa eres!
Detrás de los piropos a los niños (y, sobre todo, a las niñas) hay un innegable deseo de agradar. Pero que reciban constantemente ese mensaje, puede pasarles factura.
Según diversos estudios realizados en la última década, una de las principales preocupaciones de los adolescentes es su aspecto físico. En plena cultura de la imagen, donde las redes sociales son la carta de presentación de muchos jóvenes y el hedonismo una realidad social, la obsesión por tener una imagen que acepten los demás parece cada vez mayor. Pero esta preocupación no surge de la nada. Son también muchos los estudios que consideran que un exceso de piropos sobre nuestros propios hijos a lo largo de toda su vida, puede pasarles factura en la adolescencia (y su vida adulta) momento en el que será más difícil explicarles esa frase tan manida y a la vez tan cierta de que la belleza está en el interior. Detrás de este tipo de alabanzas a la belleza de un niño hay un innegable deseo de agradar al pequeño o a sus padres.
Más a niñas que a niños
Que un niño reciba constantemente el mensaje de que el mejor o más destacable de sus atributos es meramente físico, puede tener efectos negativos. sobre todo porque, para empezar, se les dice más a las niñas que a los niños. “De los chicos solemos resaltar un espectro más amplio de características en lugar de centrarnos tanto en su aspecto, y esto es un problema”, comenta Andrea Martínez Fernández, psicóloga sanitaria experta en niños, adolescentes y parejas.
“La importancia social que se da al aspecto físico hace que muchas veces las personas adultas podamos transmitir inconscientemente a las pequeñas el valor excesivo de la belleza por el mero hecho de querer agradar, pero reforzar expresiones como ese ‘qué guapa eres’ pueden contribuir a que las más pequeñas adopten también esta preocupación, algo que sumado a que las niñas están muy expuestas aún a estereotipos en su día a día por los cuentos, los personajes femeninos en los que se resalta la belleza o los juguetes de maquillaje puede hacer que lo estético tome un peso excesivo a sus ojos”.
Diferencias de género
Para muchos expertos, educar a niños y niñas en la igualdad cuando son ellas las que están recibiendo permanentemente mensajes en torno a su aspecto físico es otra forma de educación sexista. Ésta es aquélla en que existe una clara y rígida división entre lo que se espera de los hombres y de las mujeres de acuerdo a las generalizaciones o estereotipos presentes en una sociedad o cultura determinada. Es decir , una educación basada en los estereotipos de género.
“Con frecuencia se cae en el error de catalogar las conductas o las características de las personas como ‘de niñas’ o ‘de niños, condicionando su visión del mundo desde muy pequeñitos”, explica Martínez Fernández. “Corres como una chica”, “eres un chicazo”, “jugar a eso es de niñas”, etcétera no hacen sino contribuir a proloingar unos estereotipos de género hoy considerados anticuados y sexistas.
“Además de imponer roles de género rígidos, lo que se consigue con esto es dar una importancia excesiva en la vida de las niñas a algo tan superficial como es el aspecto físico. Esta perspectiva superficial e incluso cosificadora podría convertirse en un factor de vulnerabilidad en la adolescencia e incluso antes, cuando pueden mostrarse indicios de baja autoestima, trastornos de la conducta alimentaria o problemas emocionales emascarados por la excesiva atención al físico”, remata la experta.
Estereotipos perniciosos
Un estudio realizado por la Univerosdad de Granada (UGR) en 2014, después de analizar163 series de dibujos animados, tanto españolas como extranjeras, y a 621 de sus personajes femeninos, concluía que los estereotipos a los que se circunscriben son negativos: mujeres consumistas, superficiales, celosas y obsesionadas por su aspecto físico y por agradar a los demás. A ello se le sumaba que sólo un 33,6 por ciento de los personajes son chicas (hay una por cada dos chicos), y su papel está relegado casi siempre al de novia, madre o acompañante del protagonista o del villano.
La popular serie Monster High era puesta como ejemplo de la “nefasta imagen” que los dibujos animados transmiten de la mujer, “con unas protagonistas absolutamente superficiales que van al instituto en tacones y muy maquilladas, que siempre están hablando de su imagen y cuya mayor preocupación es conquistar a los
De los niños suelen alabarse su personalidad como el valor o la inteligencia y de las niñas, su aspecto