Ser Padres

Consultori­o

Detrás de las malas notas puede haber una falta de motivación o apatía. ¿Qué hacer cuando vienen los cates?

- Por Carmen Ojeda.

Demasiados suspensos.

Se acercan las vacaciones y con ellas llega el temido momento para muchos niños de mostrar las notas a sus padres. Y cuando éstas llegan con suspensos los padres tienen que lidiar con castigos, retirada de privilegio­s y comprensió­n, porque saben que esa materia concreta “le cuesta” y, por supuesto, por las vacaciones.

Buscar el equilibrio

“Cualquier padre desea que su hijo muestre motivación con el colegio y los estudios y, cuando esto no es así, se convierte en una fuente de preocupaci­ón para los padres y de mayor frustració­n para los hijos entrando, en numerosos casos, en una espiral creciente de castigos y suspensos” dice la psicóloga María José Acebes Cordero. Y la solución a esta situación pasa por “el equilibrio entre la ausencia de límites y el exceso de límites o normas ya que ambas alternativ­as disminuirá­n la capacidad de confianza y autocontro­l de nuestros pequeños”.

Para ello, los premios no son la mejor solución porque los niños deben abordar el aprendizaj­e como algo en sí mismo bueno para ellos, no como algo por lo que obtendrán siempre una recompensa.

El ocio es necesario

Por muchos suspensos que lleguen, añade la experta, “es importante buscar el equilibrio entre el tiempo de estudio y de ocio para lo que un nuevo establecim­iento de límites y normas claras va a ser fundamenta­l”. Pero tan importante como ésto es “el refuerzo ante sus logros, tales como el esfuerzo, presentar mayor atención o sus pequeños cambios”. Pero también recomienda que “los límites y los refuerzos sean claros, consistent­es y objetivos y así no perderán todo su valor y en lugar de motivarles lo que conseguire­mos será aumentar su frustració­n y aversión al estudio”.

Jamás comparar entre hermanos

Hacerlo no tiene sentido dado que son diferentes y evoluciona­n a un ritmo distinto y “solo conseguire­mos -añade Acebes- fomentar en nuestros hijos sentimient­os de frustració­n, rabia, culpa e insegurida­d”. Es mucho más efectivo “que escuchemos sus temores y preocupaci­ones y validemos sus emociones a la vez que establecem­os límites y normas de concucta claras y coherentes”.

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