Convivencia
La integración de la mujer en el mundo laboral y la falta de políticas de conciliación hace que muchas familias tengan que mandar a los niños un mes con los abuelos. Un momento único para ellos.
Verano con los abuelos.
El alejamiento paulatinode la vida en el entorno familiar es objeto de estudios sociológicos desde hace muchos años. La educación formal, pero también la informal, está relegada a los colegios y a los educadores quedando la labor de los padres, muchas veces, compartimentada en una recortada vida familiar. “No nos damos cuenta, pero los padres han ido perdiendo la importancia de su función educativa y formadora, delegando en los profesores de los colegios todo este quehacer, que a veces se ciñe a cuestiones tan sencillas como la manera de sentarse en una mesa a comer, cómo se cogen los cubiertos, la manera de hablar en determinados registros ante adultos u otras personas, etcétera” explica a SER PADRES el sociólogo José Luis Sampedro.
Otro factor que ha influido notablemente en este alejamiento de las familias en la educación de sus hijos es el hecho de que “ya no nos desarrollamos en entornos estables, como eran antes los pueblos, donde los patrones de comportamiento estaban establecidos”, añade, “nuestras vidas cambian con nuestras casas, a veces alejadas de los entornos donde hemos ido creciendo, y ya no nos reconocemos con un entorno concreto, sino que nos vamos adaptando”. Volver por tanto a las raíces, al entorno familiar siempre que se pueda, a contactar con quiénes somos y de dónde provenimos no sólo es recomendable, sino que cada vez más estudios avalan los beneficios que tienen a nivel emocional pues es ahí, en las raíces de cada uno, de donde parten las primeras preguntas que se hará el niño conforme crezca: ¿quién soy yo?
Positivo para el desarrollo
La incoroporación de la mujer al mundo laboral y la ausencia de políticas de conciliación que sitúan a España a la cola de Europa provoca, verano tras verano, que muchos padres de familia tengan que optar por mandar a sus hijos el mes de julio -o más- con sus abuelos. Indistintamente de las razones que haya detrás, “es una manera inmejorable de adquirir nuevas referencias con los mayores, de aprender respeto hacia la ancianidad y a relacionarse con personas mayores que no son nuestros padres”, explica Sampedro. De acuerdo con una información publicada recientemente del último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), casi un 42% de los jóvenes siente indiferencia hacia sus abuelos. “En muchos casos el problema reside en que no ha existido nunca o casi nunca relación con los abuelos, pr lo que el hecho de compartir un tiempo con ellos, aunque sea en vacaciones o en fin de semana, no deja de ser positivo pues permite que esta relación haya existido”, dice el experto. De este modo, se crean entre abuelo y nieto “caricias positivas que generen recuerdos buenos que les duren de por vida”.
Ejercicio de padres
Aunque la decisión de que los niños pasen parte del verano con los abuelos obedece, casi siempre, a una necesidad familiar, los padres
Hay que animar a los abuelos a que se relajen y que asuman estos días como momentos de complicidad
deben ser tolerantes con las normas, los “caprichos” y la organización en casa de los abuelos para evitar rencillas.
Con todo, es importante dejar algunos puntos claros: 1.
Algunas cuestiones obligatorias o pautas de crianza que son innegocaiables como lavarse los dientes, leer un ratito, comer fruta todos los días. 2.
Hacer saber a los abuelos lo que preferimos aunque no lo consideramos indispensable en el tiempo estival: la hora de acostarse, el tiempo de televisión... 3.
No ejercer de padres: si los niños se exceden en algo deben llamarles la atención y retirarles algún privilegio pero puden delegar en nosotros la parte menos amable de la reprimenda aunque en ocasiones puntuales. 4.
Animarles a que se relajen y asuman estos días como momentos de complicidad, cuidados, mimos, apoyo y cariño en el que van a pasar tiempo juntos y compartir muchas experiencias.