A partir del año y medio
Corre, salta, trepa y toma conciencia de su identidad. Busca nuevos retos. Conforme domina el caminar busca nuevas metas: correr, trepar y saltar, habilidades que refuerzan su sentido de identidad. Parece haber descubierto definitivamente que es alguien diferente a sus padres. Empieza a tomar conciencia de su identidad, y ya hacia el final del segundo año dice el «Yo solo» y el «No»: traslada al lenguaje el deseo de autonomía, una autonomía real porque su cuerpo se la permite.
Qué necesita: «Es una etapa que te desquicia, pero es fundamental: se está preparando para definir lo que quiere más adelante. Pero se centra en lo que no quiere, una manera mucho más fácil de hacer valer su criterio», apunta Sánchez. «Es momento de negociar y a veces también frustrar, porque todo no puede ser. Es importante que pueda decir que no porque va probando defender sus opiniones con las personas que le dan más confianza: sus padres».