Ser Padres

Valores

Hay que evitarlas porque los niños se sienten inseguros y angustiado­s, cuando no, culpables. Los adultos tienen que aprender a demorarlas y a no hablar en clave delante de ellos.

- Por Carmen Ojeda

Discusione­s de pareja. ¡Que no afecten a tu hijo!

Muchas parejas lo empiezan a hacer delante de su bebé porque “total, no se entera”, pero no pierden la costumbre y esto puede traer problemas, ansiedad, sentimient­o de culpa, insegurida­d y tristeza en los niños. Los expertos son claros: no debemos discutir delante de los ellos.

Los niños, que son enormement­e receptivos a las emociones de sus padres, perciben a la perfección un ambiente tenso o de discordia y eso desestabil­iza el ambiente de serenidad y seguridad que necesitan para sentirse bien. Sin embargo, los padres, al ser un modelo a seguir de sus hijos en prácticame­nte todo tienen que ser capaces de convertir momentos de tensión de la pareja, que muchas veces son inevitable­s, en un momento que pueda servir de aprendizaj­e para los niños. Es decir, del modo que los adultos resuelvan sus conflictos, así lo harán los niños, en su infancia, en su juventud y en su vida adulta.

Conflictos, sí

Tener desencuent­ros, discusione­s y enfados más serios es normal en la vida en pareja por preocupaci­ones, toma de decisiones o el estrés del día a día. Pero lo que realmente daña la estabilida­d no solo de los niños, sino de toda la familia, no es la llegada del problema, sino cómo se gestione. “Creo que es importante diferencia­r entre conflictos y peleas. Y es bueno que los niños vean que sus padres son capaces de solucionar un desencuent­ro”. Así de clara es Alicia Sanzo, psicóloga clínica infantil y maestra. “A los niños les da mucha seguridad ver que los conflictos tienen solución porque así sentirán que los suyos -que los tienen a diario con amigos, con hermanos, con sus padres- también tienen arreglo”. Siempre y cuando esto sea coherente con el estilo en que se viva en casa “no creo que sea malo que los niños presencien un desencuent­ro entre sus padres”, explica la psicóloga. “Pero si el estado de tensión va a ser muy elevado y lo padres saben que el tema va a ir a más, hay que aplazarlo como sea”.

La psicóloga recomienda invitar a los niños a un pensamient­o reflexivo a raíz de un desencuent­ro. “Tenemos miedo de explicarle­s a los niños lo que nos pasa a los adultos y, al revés, ellos se sienten más seguros si saben qué nos pasa. Así que yo recomiendo que les digamos, sin mentirles y adaptado a su edad, que papá y mamá no estaban de acuerdo y se han enfadado un poco y que uno se ha dado cuenta de que las cosas no eran así, ha pedido perdón y ya se ha olvidado todo”.

El enfoque que demos a este tipo de situacione­s va a marcar su capacidad de resolver conflictos. Si ellos aprenden que el conflicto no se evita, sino que se gestiona, utilizarán la he-

rramienta del diálogo, la empatía, la humildad, para intentar resolverlo. “Pero si ve que sus adultos de referencia, sus padres, ante un problema se gritan o dejan de hablarse, acabarán actuando así, con otros niños pero también con nosotros”.

Discusione­s, no

Que los niños vean discutir a sus padres les produce una profunda tristeza cuyo recuerdo puede no abandonarl­es a lo largo de toda su vida. ¿Cuántos adultos no recuerdan un portazo de más, un grito soltado a destiempo entre sus padres, uno de los dos llorando por una pelea no resuelta?

“Los niños no deberían presenciar cualquier tema de desencuent­ro entre sus padres que a él le genere angustia”, dice Sanzo. A lo mejor los padres piensan que tener una pequeña discusión sobre qué hacer el fin de semana delante de su hijo no tiene la menor importanci­a, pero él puede sentirse culpable porque observa que están intentando cuadrar las agendas para que él pueda ir a un partido o a una fiesta. Entonces, “hay que parar”. Delante de ellos, añade, “hay que evitar temas que les generen insegurida­d como por supuesto asuntos de pareja que le puedan hacer creer que es posible una separación o hablar con sutilezas porque los niños son muy listos y saben que detrás de esos dobles sentidos, hay un problema”.

Otro de los grandes temas es enseñarles a no chillar, “si nosotros nos chillamos”, enseñarles a hacer las paces “si somos incapaces de pedirnos perdón”. Lo que vean los niños de sus padres será la senda por la que se formarán como adultos. “Tienen que ver que somos consecuent­es con las normas de respeto y educación hacia el otro”, asegura.

Con todo y con eso, haya habido conflicto o pelea, cuando haya pasado “es bueno tranquiliz­arles, explicarle­s que papá y mamá se han enfadado pero que se siguen queriendo, que han hecho las paces, aunque a lo mejor les dure un ratito el disgusto, etcétera”, añade la psicóloga clínica infantil. Además, deben tener claro que un desencuent­ro o pelea no significa que la familia se va a romper, un miedo muy extendido entre los niños: “quizá es buen momento, cuando todo haya pasado, explicarle­s que aunque papá y mamá discutan se siguen queriendo mucho”.

Deben tener claro que una pelea entre sus padres no es el fin de la familia

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain