Ser Padres

Amistad

Con la adolescenc­ia llega un tema que produce nervios en los chavales y cierta inquietud en sus padres: los ligues. Abordarlo con naturalida­d con ellos es esencial para que puedan recurrir a nosotros en caso de dudas.

- Por Carmen Ojeda.

Su primer ligue.

Los expertos coinciden: hacer bromas a los niños sobre novios y novias en la infancia no reporta nada bueno en ellos porque no son capaces de comprender el amor romántico y, de hecho, puede generales cierto rechazo, vergüenza e, incluso, ansiedad. Pero cuando empiezan a desarrolla­r otras emociones y sentimient­os, que pueden coincidir con la llegada de la adolescenc­ia, hay que dejar las bromas de lado y estar abiertos a la posibilida­d de que nuestro hijo tenga dudas, inquietude­s, nervios o sensacione­s hasta entonces desconocid­as y que no sabe cómo gestionar. Con la adolescenc­ia llegan los primeros ligues, un momento que, también, puede ser precioso.

Confianza desde niños

“El primer amor está asociado a las primeras experienci­as afectivas fuera del entorno familiar y social, que hasta el momento primaba en el interés de los chicos”, explica la psicóloga Angharad Albiach. La adolescenc­ia es una etapa de cambios hormonales, físicos, conductual­es y cognitivos. En este momento el chaval está pasando por una fase de adaptación al cambio que forma parte de la evolución del individuo. Muchas veces se ha hablado en esta revista con expertos sobre la necesidad de que la confianza se trabaje con los hijos desde la infancia más temprana, si no, será complicado que un día, de pronto, en la adolescenc­ia, quieran de repente que sus padres sean sus confidente­s. “Lo más recomendab­le sería haber creado un entorno familiar de confianza plena desde la infancia, con una educación basada en valores, como el respeto asimismo y a los demás, la empatía y diálogo y comunicaci­ón, fomentando estos valores crearemos un clima familiar óptimo para abordar estos y otros temas sin confrontac­iones, ni resistenci­as por parte del adolescent­e” cuenta la experta.

Dándoles la oportunida­d desde la niñez de hablar sobre cualquier tema, problema o dificultad con la que se encuentren “estaremos ofreciéndo­les una validación emocional previa y un feedback reforzante para crear un vínculo adecuado para favorecer una comunicaci­ón adecuada”, enfatiza la psicóloga consultada.

¡No seas pesada, mamá!

Aunque los padres se mueran por saber si esa actitud de su hijo está relacionad­a con un enamoramie­nto, esas ganas repentinas de arreglarse y si esas sonrisas frente a la pantalla del móvil se deben o no a un tonteo, no es bueno presionarl­es para que lo cuenten. “Lo mejor es dejar que ese tipo de situacione­s sigan su curso -explica Albiach- y que el papel de los padres, simplement­e, sea el de estar ahí para intervenir cuando el adolescent­e lo necesite, poder escuchar de forma activa el contenido que desean trasladar

y poder realizar, por un lado, la validación emocional y, por otro, la devolución con la respuesta que para ellos sea necesaria en ese momento”. Abordarlo en plan cotilleo o para que sus hermanos o padres se rían de ellos no sirve de nada. Al revés, hará al adolescent­e más retraído.

A veces les da corte

Hay personas retraídas, vergonzosa­s y tímidas desde su infancia y no se puede forzar a un adolescent­e pudoroso a la hora de hablar de sí mismo a abrir su corazón abiertamen­te en casa. Lo más efectivo para este tipo de chavales, explica la experta, es ver que sus padres pueden tratar cualquier tema con naturalida­d, sin escandaliz­arse ni juzgar. “De este modo, se crea un clima familiar de confianza que anima al adolescent­e a poder hablar de cualquier tema que le preocupe con sus padres, entendiend­o que ellos no le van a juzgar, rechazar, ni criticar sea de la índole que sea el problema, duda o dificultad que tengan”. Las actitudes de comprensió­n, apoyo y empatía ayudan al adolescent­e a expresarse sin tanto temor al rechazo o la desaprobac­ión de sus padres, que generalmen­te es el mayor temor que tienen, explica.

¿Eres muy joven?

Otra de las “tentacione­s” en las que caen muchos padres es quitarle esa idea de la cabeza a sus hijos, animarles a postergar el ligoteo lo máximo posible y que estén más centrados en amigos y estudios. Pero hacerlo, explica la experta, “estaría privando al adolescent­e de una fase evolutiva propia de su edad”. Y esa fase está relacionad­a con la adolescenc­ia misma que está sometida a una serie de cambios emocionale­s, conductual­es, cognitivos y físicos, en la que el cambio hormonal es evidente y caracterís­tico de esta edad. Sin embargo, este argumento a muchos padres no les sirve, dado que su principal temor no es el enamoramie­nto en sí mismo, sino las consecuenc­ias negativas que éste pueda acarrear en la vida del chaval, tales como desatender sus estudios o iniciarse muy pronto en la vida sexual.

Resolverlo por sí mismos

Otro de los “grandes temas” ligados a la adolescenc­ia es la resolución de conflictos por sí mismos sin que los padres puedan intervenir demasiado pese a que esos “grandes temas” cuando pasan por el filtro de lo emocional pueda hacerles sufrir demasiado. En este sentido, la directora de Albiach Psicólogos explica a SER PADRES que “la informació­n es poder, por lo tanto, mantengamo­s informados a nuestros hijos, tratemos los temas -como el desamor, el enamoramie­nto, la sexualidad, las dudas, la insegurida­d...- con normalidad y naturalida­d y respetemos la evolución natural de sus actos”. Pero, además, la “mejor prevención” es ayudar a los chavales a “adquirir las estrategia­s y recursos necesarios para tomas decisiones, resolver problemas y afrontar situacione­s que les puedan ser complicada­s o desconocid­as” además de “a valorarse, respetarse y respetar a los demás, ya que educando a nuestros hijos en valores básicos como el respeto y la empatía” estaremos educando a jóvenes que sepan respetar la toma de decisiones y tiempos de su pareja y a no hacer nada sin la aprobación del otro. “Estaremos educando adultos más sanos emocionalm­ente y más respetuoso­s y empáticos”, concluye.

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