Amistad
Con la adolescencia llega un tema que produce nervios en los chavales y cierta inquietud en sus padres: los ligues. Abordarlo con naturalidad con ellos es esencial para que puedan recurrir a nosotros en caso de dudas.
Su primer ligue.
Los expertos coinciden: hacer bromas a los niños sobre novios y novias en la infancia no reporta nada bueno en ellos porque no son capaces de comprender el amor romántico y, de hecho, puede generales cierto rechazo, vergüenza e, incluso, ansiedad. Pero cuando empiezan a desarrollar otras emociones y sentimientos, que pueden coincidir con la llegada de la adolescencia, hay que dejar las bromas de lado y estar abiertos a la posibilidad de que nuestro hijo tenga dudas, inquietudes, nervios o sensaciones hasta entonces desconocidas y que no sabe cómo gestionar. Con la adolescencia llegan los primeros ligues, un momento que, también, puede ser precioso.
Confianza desde niños
“El primer amor está asociado a las primeras experiencias afectivas fuera del entorno familiar y social, que hasta el momento primaba en el interés de los chicos”, explica la psicóloga Angharad Albiach. La adolescencia es una etapa de cambios hormonales, físicos, conductuales y cognitivos. En este momento el chaval está pasando por una fase de adaptación al cambio que forma parte de la evolución del individuo. Muchas veces se ha hablado en esta revista con expertos sobre la necesidad de que la confianza se trabaje con los hijos desde la infancia más temprana, si no, será complicado que un día, de pronto, en la adolescencia, quieran de repente que sus padres sean sus confidentes. “Lo más recomendable sería haber creado un entorno familiar de confianza plena desde la infancia, con una educación basada en valores, como el respeto asimismo y a los demás, la empatía y diálogo y comunicación, fomentando estos valores crearemos un clima familiar óptimo para abordar estos y otros temas sin confrontaciones, ni resistencias por parte del adolescente” cuenta la experta.
Dándoles la oportunidad desde la niñez de hablar sobre cualquier tema, problema o dificultad con la que se encuentren “estaremos ofreciéndoles una validación emocional previa y un feedback reforzante para crear un vínculo adecuado para favorecer una comunicación adecuada”, enfatiza la psicóloga consultada.
¡No seas pesada, mamá!
Aunque los padres se mueran por saber si esa actitud de su hijo está relacionada con un enamoramiento, esas ganas repentinas de arreglarse y si esas sonrisas frente a la pantalla del móvil se deben o no a un tonteo, no es bueno presionarles para que lo cuenten. “Lo mejor es dejar que ese tipo de situaciones sigan su curso -explica Albiach- y que el papel de los padres, simplemente, sea el de estar ahí para intervenir cuando el adolescente lo necesite, poder escuchar de forma activa el contenido que desean trasladar
y poder realizar, por un lado, la validación emocional y, por otro, la devolución con la respuesta que para ellos sea necesaria en ese momento”. Abordarlo en plan cotilleo o para que sus hermanos o padres se rían de ellos no sirve de nada. Al revés, hará al adolescente más retraído.
A veces les da corte
Hay personas retraídas, vergonzosas y tímidas desde su infancia y no se puede forzar a un adolescente pudoroso a la hora de hablar de sí mismo a abrir su corazón abiertamente en casa. Lo más efectivo para este tipo de chavales, explica la experta, es ver que sus padres pueden tratar cualquier tema con naturalidad, sin escandalizarse ni juzgar. “De este modo, se crea un clima familiar de confianza que anima al adolescente a poder hablar de cualquier tema que le preocupe con sus padres, entendiendo que ellos no le van a juzgar, rechazar, ni criticar sea de la índole que sea el problema, duda o dificultad que tengan”. Las actitudes de comprensión, apoyo y empatía ayudan al adolescente a expresarse sin tanto temor al rechazo o la desaprobación de sus padres, que generalmente es el mayor temor que tienen, explica.
¿Eres muy joven?
Otra de las “tentaciones” en las que caen muchos padres es quitarle esa idea de la cabeza a sus hijos, animarles a postergar el ligoteo lo máximo posible y que estén más centrados en amigos y estudios. Pero hacerlo, explica la experta, “estaría privando al adolescente de una fase evolutiva propia de su edad”. Y esa fase está relacionada con la adolescencia misma que está sometida a una serie de cambios emocionales, conductuales, cognitivos y físicos, en la que el cambio hormonal es evidente y característico de esta edad. Sin embargo, este argumento a muchos padres no les sirve, dado que su principal temor no es el enamoramiento en sí mismo, sino las consecuencias negativas que éste pueda acarrear en la vida del chaval, tales como desatender sus estudios o iniciarse muy pronto en la vida sexual.
Resolverlo por sí mismos
Otro de los “grandes temas” ligados a la adolescencia es la resolución de conflictos por sí mismos sin que los padres puedan intervenir demasiado pese a que esos “grandes temas” cuando pasan por el filtro de lo emocional pueda hacerles sufrir demasiado. En este sentido, la directora de Albiach Psicólogos explica a SER PADRES que “la información es poder, por lo tanto, mantengamos informados a nuestros hijos, tratemos los temas -como el desamor, el enamoramiento, la sexualidad, las dudas, la inseguridad...- con normalidad y naturalidad y respetemos la evolución natural de sus actos”. Pero, además, la “mejor prevención” es ayudar a los chavales a “adquirir las estrategias y recursos necesarios para tomas decisiones, resolver problemas y afrontar situaciones que les puedan ser complicadas o desconocidas” además de “a valorarse, respetarse y respetar a los demás, ya que educando a nuestros hijos en valores básicos como el respeto y la empatía” estaremos educando a jóvenes que sepan respetar la toma de decisiones y tiempos de su pareja y a no hacer nada sin la aprobación del otro. “Estaremos educando adultos más sanos emocionalmente y más respetuosos y empáticos”, concluye.