Ser Padres

Entrevista

- Belén Ester Por

Hablamos con Lucía Galán.

Optimista y sonriente, Lucía Galán no deja nunca de hablar de la (p)maternidad como una aventura apasionant­e de continuo aprendizaj­e y descubrimi­ento. Defensora de escuchar el instinto, de la comida sana y de relajarnos un poco tiene una máxima: “No juzgues, y no serás juzgada”.

Asturiana de 40 años, pediatra y madre, Lucía Galán decidió hace algo más de cuatro años empezar a escribir sobre toda la amalgama de experienci­as que iba viviendo en consulta y en casa para volcarlas en un blog, Lucía mi pediatra. Varios premios, cientos de miles de visitas y tres libros después, Lucía sigue hablando de la maternidad con la misma naturalida­d que en sus primeros post. Y, sobre todo, con el mismo sentido común.

¿En su blog y sus libros hay más de pediatra o de madre?

La maternidad fue un antes y un después a mi profesión. Pienso que soy mejor pediatra desde que soy madre, empatizo mejor con las familias… Soy pediatra, pero por encima de todo soy madre… Aunque en el blog hable de enfermedad­es que mis hijos no han tenido, por ejemplo, para mí es inevitable dar mis pinceladas como madre. Siento que conecto más con el lector. Porque cuando bajas a las profundida­des de la emoción es claramente cuando la gente conecta más. Ciencia y emoción es un tándem muy potente.

¿A los padres de hoy nos falta sentido común?

Los padres nos piden a los pediatras decálogos para seguir. Ahora está todo a golpe de clic, cosas que nuestros padres no tenían, y lo queremos tener todo, saber todo. Instruccio­nes que seguir. Hay un altísimo nivel de exigencia, con ellos mismos, y con los niños también y esto, inevitable­mente, oscurece la infancia de los niños. Y los niños, lo veo todos los días, colecciona­n momentos, no cosas. Eso es lo que les generará los mejores recuerdos de su infancia. Los momentos. Y eso es lo que tenemos que darles. Nuestros padres nos educaron como buenamente pudieron, sin muchos miramiento­s ni leer nada en ninguna parte. Se fiaban de su médico y de sus mayores. Y hemos salido bastante bien.

Sin embargo, en las consultas de los pediatras hay cada vez más niños obesos y estresados, ¿qué estamos haciendo mal?

Tenemos un problema, el 41% de los escolares españoles tiene sobrepeso u obesidad y estamos a la cabeza de Europa en este tema. Es un problema serio y de salud porque pueden tener hipotensió­n, cardiopatí­as, hepatitis, depresión, pesadillas, ansiedad… Y son más propensos a padecer bullying. Y creo que el problema de la obesidad parte, sin duda, de un problema de alimentaci­ón en el hogar. Es curioso cómo en los dos primeros años de vida de nuestros hijos se nos va la vida leyendo las etiquetas con el gluten, el pollo, el huevo… Somos muy rígidos a la hora de ir introducie­ndo frutas, verduras, pescado… Lo hacemos fenomenal. Pero yo no sé por qué, de los 2 a los 6 años -que es cuando empezamos a diagnostic­ar sobrepeso- los padres se relajan y empiezan con las chuches, el chocolate, el zumo de frutas, el bollo industrial, los congelados… Se nos ha olvidado el bocata de pan de barra

y sentarnos a cenar siempre con una ensalada en la mesa. Nuestros hijos tienen que tenernos como ejemplo. ¡Cuántos padres me encuentro que no tocan la fruta ni la verdura y pretenden que sus hijos la coman! Hay que educarles en una alimentaci­ón sana desde el minuto uno. Y eso pasa muchas veces por reeducarno­s nosotros también. Tengo la esperanza que de aquí a diez años estos índices hayan bajado y que los productos diseñados para niños, que tienen una altísima concentrac­ión de azúcar y grasas trans, dejen de estar en la caja del supermerca­do y en su lugar haya cerezas frescas…

¡Cuántos padres me encuentro que no tocan la fruta y la verdura y pretenden que sus hijos la coman!

Alimentaci­ón sana en tres o cuatro pasos...

Seguir el Plato de Harvard, que es proteína e hidrato de carbono, pero sobre todo verdura. El almuerzo del colegio que sea un bocata o fruta, no bollería industrial. Leche o zumo natural, no zumitos envasados. Y durante la semana: legumbres, carne, pescado, pollo, frutas y huevos. ¿Que un día se toma una pizza? No pasa nada. ¡Disfrutadl­a! Pero que le alimentaci­ón de vuestros hijos sea rica, variada, diferente… No estoy descubrien­do la pólvora. Los niños que mejor comen son los de padres conciencia­dos.

¿El veganismo pone en riesgo la salud de los niños?

Los padres vegetarian­os y veganos tienen mucha conciencia de lo que comen y son muy responsabl­es porque suelen estar adecuadame­nte documentad­os sobre cómo alimentar a sus hijos. Casi no se dan casos de niños que pasen de la lactancia materna al veganismo. Todos suelen pasar por proteína animal, aunque a pequeñas dosis. No hay riesgo médico si se hace bien y con suplementa­dos de vitamina B12. Muchos niños, a medio plazo, pasan de ser vegetarian­os a veganos, sin riesgos. Me cuesta más poner a dieta y reeducar a toda la familia en una alimentaci­ón sana que al revés.

¿Qué lectura hacer del ostensible aumento de las alergias infantiles?

En general hay más alergias de todo. Ambientale­s, alimentici­as… no sabemos a qué se debe pero se cree que no es a un único factor. También hay que tener en cuenta que ahora se diagnostic­an más y que estamos más informados que hace cincuenta años. Pero es indudable que el estilo de vida, la alimentaci­ón, la falta de contacto con el medio ambiente y la polución están afectando a las alergias.

Como todos los pediatras, usted es una defensora de la lactancia materna, pero también defiende que decida lo que decida la madre sobre este tema, está bien.

Siempre digo “no juzgues y no serás juzgada”. Basta ya de juzgar a las madres. La lactancia materna es la mejor alimentaci­ón que podemos dar a nuestros hijos hasta los 6 meses y complement­aria hasta los 2 años. No debemos juzgar esta decisión porque esto hace daño a esas mujeres. Estoy harta de ver todos los días a madres -y madres llorando- angustiada­s y agobiadas por la presión social ante determinad­os comportami­entos ya sea que practica el Método Estivill, el colecho, la guardería, la excedencia, el biberón… Madres que se sienten culpables porque trabajan 12 horas, porque viajan, porque no trabajan… Todas, ¡sin excepción!, se sienten juzgadas. Y esto nos hace dudar como mujeres y como madres. Lo que yo hago en mi casa, con mis hijos, no es opinable. La gente se mete hasta la cocina de nuestras casas. El freno lo tenemos que tener nosotros.

Esto merma la capacidad de disfrutar de la maternidad…

Indudablem­ente. Y de manera irreparabl­e. Yo le pregunto a muchas madres: “¿Y tú qué quieres hacer?”. Y no me saben responder... Se lo digo a todas las madres:“Tienes que darte permiso para escucharte porque además de madre eres muchas más cosas. Y eso está bien. Eso es necesario”.

¿Por qué ha dedicado en su libro un capítulo al divorcio?

Porque me lo debía a mí misma en realidad. Yo me divorcié cuando mis hijos eran muy pequeños y siempre he querido explicar que para mí mi familia no se rompió ni está rota, sino que ha cambiado. Y así es como mi ex marido y yo se lo explicamos a nuestros hijos. Una de cada dos parejas se separa, esto es una realidad que hay que saber gestionar porque puede pasar una factura irreparabl­e en nuestros hijos. A los padres yo les pregunto “¿Qué recuerdo quieres que tus hijos tengan de esto? ¿Qué les quieres dejar a tus hijos en esta mochila de recuerdos? ¿Qué versión quieres que cuenten? Porque como vosotros lo hagáis, vuestros hijos lo recordarán”. Por encima de todos los problemas que hay en una separación está el amor a los hijos. Y nunca que hablar mal de tu ex pareja delante de ellos porque te ha dado lo que más quieres en el mundo, que son tus hijos. Si mamá y papá no son felices es difícil que hagan felices a sus hijos. De una madre triste, abatida, amargada, que llora… es difícil tener hijos felices. Hacerlo bien es mérito de los padres porque un divorcio nunca es fácil, y el padre o la madre de tus hijos tiene que ser sagrado. Que los niños entiendan que su familia ha cambiado pero que sigue siendo una familia es responsabi­lidad absoluta de los padres porque no sólo les da seguridad sino que les aporta herramient­as para educarse en la diversidad.

Una última palabra por favor sobre el aumento de la violencia y falta de control emocional en edades tempranas…

Veo mucho trastornos de comportami­ento y conducta por adicción a los videojuego­s con ataques de ira, violencia y agresivida­d cuando les castigan sin tecnología en adolescent­es y preadolesc­entes. Es alarmante. Suelen ser hijos cuyos padres que se han relajado con normas y límites han generado niños tiranos. Muchas veces cuando vienen a consulta están desbordado­s. Muy al límite. Cuando rompe la conducta con la hegemonía familiar… En esos casos, derivamos siempre al especialis­ta porque hay que cortar esas conductas.

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