Stop a las varices
El aumento de peso y el sedentarismo durante el embarazo favorecen su aparición. Toma nota de cómo puedes reducirlas.
Las mujeres embarazadas son más propensas a sufrir varices debido a que la progesterona es una hormona que relaja la musculatura de ciertas estructuras, entre ellas el útero, favoreciendo su crecimiento durante el embarazo. “Pero también relaja la musculatura de la pared venosa, por lo que las venas tienden a dilatarse. Además el aumento de tamaño uterino comprime los vasos venosos del abdomen, dificultando el retorno de la sangre desde las piernas al corazón”, explica el doctor José Francisco Valderrama Marcos, cirujano cardiovascular del Hospital Vithas Parque San Antonio (Málaga).
Diferentes zonas
Las varices mas visibles suelen aparecer en los miembros inferiores, desde las finas arañas vasculares hasta cordones varicosos mas gruesos (varices tronculares). Son típicas del embarazo las que aparecen en la zona genital (varices vulvares), que pueden ser muy llamativas e incluso pueden producir dolor y prurito en la zona. “Las venas uterinas pueden dilatarse por el aumento de flujo procedente del útero hacia la vena cava, llegando en casos avanzados a producir un Síndrome de Congestión Pélvica. También aumentan las venas hemorroidales, con las consiguientes crisis de dolor e incluso trombosis de las mismas, así como las venas de la pared abdominal”. explica el doctor Valderrama.
Una vez que se ha dado a luz muchas de las varices tienden a desaparecer. Por eso es aconsejable dejar pasar 4 o 5 meses para iniciar un tratamiento para las varices residuales. “Después, e incluso tras la lactancia, se pueden tratar las arañas vasculares con microespuma y/o con láser transcutáneo con un excelente resultado estético. En aquellos casos de varices donde la vena safena presente insuficiencia severa o en caso de varices uterinas sintómaticas, utilizamos técnicas endovasculares que permiten una recuperación casi inmediata”, afirma Valderrama.
Tomar medidas
Lo más eficaz para prevenirlas es intentar aliviar la presión que ejerce la sangre dentro de la venas: es recomendable elevar las piernas 25 centímetros por encima del corazón al menos 2 o 3 veces al día, así como dormir de costado para evitar que el útero comprima las venas cava inferior e ilíacas durante la noche. Hay que evitar los baños calientes o de vapor y las fuentes de calor como el sol directo o cera caliente. Para favorecer el retorno venoso es bueno aplicar chorros de agua en sentido ascendente.