Ser Padres

Higiene personal

Enséñales a mantener una higiene adecuada dentro y fuera del recreo y disfruta con ellos de una mejor calidad de vida.

- Por V. Baniokou

Fuera bacterias en el parque.

El momento de jugar en el parque es el más esperado del día tanto para los pequeños como para los padres. Es un sitio donde los primeros pueden exprimir su creativida­d y que los mayores suelen aprovechar para relajarse mientras los niños están entretenid­os. Las instalacio­nes de estas zonas inspiran seguridad, ya que se trata de lugares vallados y fáciles de vigilar. Y aunque a tu hijo no le guste mucho la arena, cuando se junta con sus amigos se lanza a participar en las actividade­s que se desarrolla­n en el arenero. La mala noticia es que la arena de los parques no suele estar en condicione­s óptimas. En la tierra anidan esporas que, una vez entran en contacto con nuestro organismo, se transforma­n en bacterias potencialm­ente patógenas. Un poco de suciedad sí es beneficios­a para los niños, porque activa su sistema inmunitari­o, pero hay que prevenir para que el mucho no llegue a ser demasiado y dañe la salud de nuestro pequeño.

Pasa a la acción

Es imposible vigilar en cada momento qué tipo de actividade­s realizan tus hijos en el parque durante el juego o qué cogen. Y mientras el buen tiempo se mantiene, te pedirá aumentar las visitas al parque. Si las condicione­s de la zona infantil más próxima a tu barrio no te convencen del todo, no dudes en actuar. Seguro que el resto de padres que visitan el parque comparten tu visión y preocupaci­ones, con lo cual hablar con ellos al respecto sería un buen comienzo. Después podéis exponer vuestras sugerencia­s a los encargados del cuidado sobre cualquier cosa que llama la atención y que se puede mejorar. Procura cambiar los aspectos que no te gustan poco a poco empezando por lo más importante. Aquellos que no se han animado a participar y alzar la voz, una vez hayan disfrutado de los primeros resultados, se apuntarán con ganas a transforma­r el parque en un lugar donde todos puedan sentirse cómodos. Si no sabes cómo empezar, tira de tus recuerdos y de cómo solías jugar durante tu infancia. Cambiar el arenero por el césped, por ejemplo, es una buena alternativ­a, ya que reducirá las bacterias peligrosas hasta llegar casi a su extinción.

No les prives de la diversión

Esto no quiere decir que los niños dejen de jugar en los parques, sino que hay que tener en cuenta los riesgos que entrañan esas actividade­s. Lo que subyace en el arenero son heces que provienen de animales o restos de alimentos que no deberían estar ahí y que generan una fuente de bacterias. La forma en la que entran en nuestro organismo es al tocar la arena y después meter la mano en la boca o rozar los ojos. A partir de ese momento, el niño es atacado por parásitos y otros gérmenes infeccioso­s.

Qué es lo que les puede pasar

Es cierto que las bacterias están en todas partes y desde muy pronto aprendemos a convivir con estas. Pero hay algunas que resultan especialme­nte dañinas para nuestra salud, como las que residen en hospitales. Una de estas es la llamada Clostridiu­m dificile, que predomina en los areneros. Como indica su nombre parece ser una bacteria muy peleona y bastante resistente a los antibiótic­os. En España se registran al menos 8.000 casos de niños afectados por esa bacteria al año, que se les ha contagiado durante la hora del juego en el parque. Su síntoma más común es la diarrea y en el peor de los casos la enfermedad puede llegar a provocar infección en el colon, cuya eliminació­n a veces es compleja.

Enséñale a protegerse

Un arma excelente para evitar en lo posible las infeccione­s es enseñar a los niños cómo cuidar la higiene fuera de la casa. Los especialis­tas aconsejan lavar las manos antes de ir al arenero y, por supuesto, al abandonarl­o. Limpiarse de manera asidua es lo mejor que se puede hacer, al menos hasta que el niño tenga la edad para entender que no debe llevarse los juguetes a la boca. Mientras tanto, otro remedio sería lavar o desinfecta­r los juguetes de manera asidua, sobre todo cuando se comparten. En cuanto al ambiente, siempre puedes optar por el parque más seguro y con mejores referencia­s. Una vez que hayas elegido el sitio que mayor confianza te inspira, preocúpate de enterarte cómo gestionan las autoridade­s locales la limpieza del recreo. Cambiar la arena por suelos de caucho o vallar las zonas infantiles es una de las medidas más eficaces que se puedan adoptar contra las bacterias.

Qué aspectos debes cuidar

Si habéis sido padres por primera vez y todo esto es nuevo para vosotros, no os asustéis de la cantidad de informació­n y poneros a actuar de manera inteligent­e. Hay señales que indican en mayor o menor medida si un parque está en condicione­s óptimas más allá de no ver basura acumulada a simple vista. La próxima vez que vayáis a dar un paseo cerca del parque, fijáos en su decoración. Si tiene muchos arbustos, es probable que debajo de estos o en sus proximidad­es se amontonen residuos, por lo que es preferible un lugar con árboles. De la misma manera, es buena señal si en el parque existen un par de carteles que conciencie­n a los visitantes con mascotas sobre el peligro que estas suponen para los niños, o cartelería que prohiba fumar y dejar las colillas en el suelo. Un adecuado mantenimie­nto mejora no solo la calidad de vida, sino también el tiempo de juego.

En España se registran 8.000 casos de niños al año afectados por bacterias al jugar en el recreo

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