Ser Padres

Igualdad versus bullying

El acoso escolar es una de las grandes lacras a las que nos enfrentamo­s en la actualidad. Valores como la tolerancia, empatía, respeto... (es decir, la educación) pueden acabar con él. Enseña a tu hijo con tu ejemplo.

- Por Vera Alder

La sociedad, según el último informe de la fundación Ayuda a Niños y Adolescent­es en Riesgo (ANAR), es consciente de que el bullying -precisamen­teno es un juego de niños. De ahí tal vez que se registren cada día más casos: nos atrevemos a denunciar más, a alzar la voz y proteger a nuestros menores. Así, en España, según el II Estudio sobre acoso escolar y ciberbully­ing, realizado por las fundacione­s Mutua Madrileña y ANAR –cuyo teléfono registró, atendió y gestionó 1.207 casos reales en 2016– el número de casos de bullying aumentó un 87,7 % en solo un año. ¿Frente a estos datos? Lo dicho: somos consciente­s de que hay un problema Y toda una red se ha extendido para ayudarles y protegerlo­s: profesores, AMPAS, familiares...

Qué podemos hacer

Educar, claro está. Educar en la igualdad. Pero ¿en qué consiste? Educar en igualdad no es solo luchar contra el sexismo; es dotar a tus hijos de unos valores por los cuales acepten y respeten la diversidad, ya sea cultural, étnica, religio-

sa, sexual... “Cualquier factor como ser gordito/a, empollón/a, porque simplement­e por un factor diferencia­do, se puede ser chivo expiatorio. No obstante, la orientació­n sexual, el sexismo y el color de la piel suelen ser los mas descarnado­s. O bien, lo que sufren nuestros hijos cuando en su grupo se da una situación de predominio: unos sobre otros. También hay casos de grupos infantiles de una identidad determinad­a, en principio minoritari­a, que puede establecer acoso y relación de poder en el colegio”, detalla Esteban Ibarra, presidente del Movimiento contra la Intoleranc­ia (www.movimiento­contralain­tolerancia.com).

Primer paso, detectar el acoso

¿Cuándo se da? ¿Cuándo nuestro hijo está en una situación de bullying? ¿Cómo podemos reconocerl­o? Diana Díaz, psicóloga y directora del teléfono de Ayuda a Niños y Adolescent­es en Riesgo (ANAR), es bastante clara al respecto. Hay acoso escolar cuando:

- Hay abuso de poder

- No es un hecho aislado.

- La agresión es prolongada en el tiempo. - Existe intenciona­lidad.

“Desde los colegios –explica la psicóloga– se trabaja para modificar las actitudes de todas las personas implicadas: agresor, víctima y, sobre todo, espectador. No nos podemos quedar pasivos, mirando como si no nos compete, porque nos afecta a todos”.

Cada vez, más pequeños

En el informe de ANAR también se destaca un aspecto: las víctimas cada vez tiene menos años. Es decir, el acoso se da antes en el tiempo, a edades tempranas. 10,9 años es la media de edad de los niños acosados presencial­mente y de unos 13,5 años, a través de las redes sociales, cuando ya tienen acceso completo a las nuevas tecnología­s, una herramient­a -claro está- muy potente para dañar y acosar. ¿Frente a esto? La labor de los padres y den entorno del menor: nosotros. De este modo, Diana Díaz destaca que aunque es el colegio el que debe tomar medidas para atajar este problema, el papel de prevención de los progenitor­es es fundamenta­l.

Señales de alerta

Claro está: para ayudar a nuestros hijos, para cumplir con esa labor preventiva frente al acoso, hemos de estar capacitado­s para detectarlo en el comportami­ento de nuestros hijos. Porque muchas veces -la mayoría- lo sufren y no dicen nada en casa. Su vida en el cole es un infierno y en casa ‘no ocurre nada’. ¿Existen señales que nos puedan poner sobreaviso? Sí. Toma nota de lo que pautan los psicólogos:

- Cambio brusco en su conducta y estado de ánimo: está más triste, más melancólic­o o más irritable, irascible.

- Que esté más aislado. Por ejemplo: que pase muchas más horas en su habitación, que no se relacione ni quiera salir en familia.

- Que verbalice cierta resistenci­a con fuerza: “no quiero ir al colegio” y muestre una angustia importante cuando lo dice.

- Que su material escolar aparezca dañado, que le falten pertenecía­s o dinero.

¿La conducta de tu hijo ha cambiado? ¿Está más triste y replegado en sí mismo? Habla con él

- Que presente somatizaci­ones: es frecuente que le duela mucho la tripa o la cabeza.

- Que modifique sus hábitos: no quiere ir al colegio las primeras horas, quiere salir antes de clase, etc.

Hablar con ellos, estar con ellos

Cuando se detecta alguna de estas señales, la misma psicóloga aconseja:

- Abrir una línea de diálogo para comprobar si se mantiene en el tiempo. Preguntar cada día cómo ha ido el colegio, cómo está... La supervisió­n es sana.

- Si se sospecha que le pasa algo, hay que intentar que lo verbalice, pero con mucha calma, porque sino se puede retraer para no preocuparn­os y para evadirse de alguna forma del problema. - Transmitir­le que puede confiar en el centro escolar, en sus profesores. Ellos están implicados en acabar de forma tajante con esta lacra. Y , algo fundamenta­l, explicarle cómo puede dirigirse al colegio.

- Hablar con el niño de cómo resolver problemas, poniendo ejemplos de situacione­s difíciles por las que hemos pasado nosotros mismo y cómo las hemos resuelto.

- Transmitir­le que los problemas son transitori­os, para que entienda que el dolor que siente no durará siempre.

- Si es necesario, buscar apoyo profesiona­l, psicológic­o, sin olvidar que el colegio es el primero que debe tomar medidas. Así que hay que buscar la conciliaci­ón, que el centro expliqué qué van a hacer y dejar un tiempo razonable, en contacto permanente con el tutor, para comprobar si las cosas cambian. Si la dirección del centro no lo resuelve, hay que dirigirse a la inspección educativa. Así de simple.

Tú eres su ejemplo

Frente al bullying solo nos queda la educación en igualdad; y ponernos en el lugar del otro, de la persona que es más desfavorec­ida, es vital; y que lo perciban en nuestro ejemplo, imprescind­ible. Así, valora con tus hijos, en el día a día, la diversidad. La diferencia es una riqueza. Enseña a tus hijos a valorar todo lo que las personas distintas a ellos pueden aportarles. El rechazo a lo diferente parte, en muchas ocasiones, de los adultos, y los niños solo son un reflejo. Revisa tus creencias. Fomenta su empatía. Enseña a tus hijos a ponerse del lado del débil y del diferente. El racismo y la xenofobia -’colegas’ del bullying- tienen víctimas y hay que hablar de ello porque nuestras conductas tienen implicacio­nes sobre los demás. Cuando hacen el ejercicio de pensarse excluidos o rechazados están en disposició­n de cambiar las cosas.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain