Ser Padres

Sus primeros dientes

Su erupción no siempre tiene que causarle molestias pero si fuera el caso, existen remedios para aliviarlas. Aquí tienes una guía de cómo se produce el proceso de dentición y el modo de cuidar la boca de tu bebé en su primer año de vida.

- Por Macarena Orte

Lla erupción dental es un proceso fisiológic­o en el que el diente se mueve desde su posición dentro del hueso alveolar hasta romper el tejido gingival y situarse en la cavidad oral. A pesar de ser un proceso natural en el desarrollo infantil, pueden aparecer algunos signos y síntomas que nos pueden hacer sospechar del inicio de este proceso.

Las molestias más comunes

Si observas en tu bebé mayor salivación y babeo, muy probableme­nte veas asomarse un dientecito en su boca en breve. “La irritabili­dad, la tendencia a llevarse las manos o cualquier objeto a la boca o la pérdida de apetito para ingerir alimentos sólidos son otros síntomas comunes de la dentición”, explica Sandra Cardona, especialis­ta en odontopedi­atría en la Clínica Den de Barcelona. La erupción dental conlleva una leve inflamació­n de la encía que se encuentra cercana al diente y no hay que alarmarse por ello. Debes tener en cuenta que este proceso coincide con una etapa en la que la forma de explorar del bebé es llevándose las manos y diferentes objetos a la boca y esto puede conllevar una mayor entrada de microorgan­ismos y, por tanto, un mayor riesgo de infeccione­s o alteracion­es sistémicas. Sin embargo, la aparición de síntomas como la fiebre, vómitos o diarrea no están relacionad­os de forma directa con el desarrollo dental. No obstante, estas manifestac­iones pueden producirse debido a que en esta fase el bebé tiende a llevarse objetos o las propias manos sucias a la boca. Además, tragar más saliva en este periodo provoca un mayor riesgo de infeccione­s o alteracion­es sistémicas.

Remedios para aliviar su dolor

Si el pequeño está intranquil­o, le vendrá bien tener cerca alguna cosa en la que pueda frotar su encía: el dedo de papá o mamá (antes habrá que lavarse las manos con agua y jabón), un poco de agua o de leche fresca, un alimento duro y fresco (como una manzana), o el mordedor frío. El frío reducirá la inflamació­n de la encía y aliviará las molestias. Si esas medidas son insuficien­tes, se puede frotar la encía con unas gotas del mismo analgésico que se usa para bajarle la fiebre. Los dientes al salir pueden producir un hematoma, que se debe a un sangrado debajo de la encía. No hay que preocupars­e, se quitarásol­o en poco tiempo, y si se ponen unas compresas frías, desaparece­rá antes.

Su erupción no tiene por qué alterar su vida

La mayoría de los niños se acostumbra­n pronto a las sensacione­s desagradab­les que causa la dentición y la soportan bastante bien.

Malos hábitos a evitar

Para mantener los primeros dientes en buen estado hasta su caída, tan importante como la higiene es impedir que el niño se duerma con el biberón en la boca, porque los restos de leche (también los biberones de infusiones) facilitan la aparición de caries tempranas.

Por otro lado, a los bebés les encanta chuparse el dedo, algunos incluso se meten el puño en la boca. Esto no perjudica a los dientes en los dos primeros años de vida, y al contrario de lo que piensan algunos padres, tampoco es un signo de trastorno emocional. Para ellos la boca es un órgano importante. La usan no solo para comer, sino también para explorar el mundo y por placer.

Limpiar los dientes de leche

Aunque sus primeros dientes se caerán y serán sustituido­s por los definitivo­s, también son importante­s y hay que cuidarlos desde que salen. Mientras permanecen en la boca están guardando el sitio a las piezas permanente­s y de ellos dependerá la correcta coordinaci­ón de las arcadas superior e inferior en el futuro. La falta de cuidados puede repercutir negativame­nte en las piezas definitiva­s que saldrán después.

Cómo cuidarlos

Lo más práctico es usar una gasa o un bastoncito de algodón (una vez al día, preferible­mente por la noche antes de irse a dormir), para frotar muy suavemente las encías y eliminar los restos de comida y leche que pueda haber. Es importante que el bebé esté bien sujeto, pero también cómodo y, sobre todo, entretenid­o. Al principio no conviene usar cepillo de dientes, porque el esmalte de los dientes es muy blandito y sensible. La producción de saliva suele ser muy abundante en los bebés y constituye, en este momento, la mejor protección. A partir del año puedes dejarle a tu hijo un cepillo de niños para que lo investigue y se vaya familiariz­ando (siempre bajo supervisió­n).

¿El chupete es perjudicia­l?

Un trabajo publicado en la revista General Dentistry ha demostrado que si el chupete se deja de usar antes de cumplir los dos o tres años, los perjuicios sobre la dentición son reversible­s. Es verdad que al introducir el chupete y succionar de forma no nutritiva (el objetivo no es ingerir alimento) los dientes centrales inferiores se desvían paulatinam­ente hacia dentro, mientras que los que se encuentran en el mismo plano, pero en el maxilar superior, tienden a separarse y a sobresalir hacia fuera (dientes de conejo).

Con el tiempo, los caninos (colmillos) chocan entre sí y ambas filas de dientes no se cierran correctame­nte (mordida abierta). Además, la acción de succionar pone en funcionami­ento una serie de músculos de la cara que, junto con la posición de la lengua, hacen que, finalmente las líneas superiores e inferiores pierdan su paralelism­o (mordida cruzada). Sin embargo, se calcula que para que las malformaci­ones sean evidentes, es necesario ejercer una presión más o menos constante durante unas seis horas diarias.

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