Es muy respondón
Es sincero, demasiado. Y, además, tiene genio. Parece que el niño respondón es una mezcla entre desafiante, listillo y chulito. Todo términos peyorativos.
Cuando tiene un carácter fuerte.
Educar a los niños en la sinceridad, en que a papá y mamá pueden contarles lo que quieran y que nunca hay que mentir pasa -o puede pasar- por una fase en la que no nos gusta lo que nos dicen, ni cómo nos lo dicen. De ahí a ser un respondón que ante cualquier norma o límite da un no por respuesta o argumenta, de malos modos, lo que piensa o desea, hay una línea. Y es muy fina. Decir la verdad tiene que ser un objetivo,
pero el respeto a las normas, a los padres, a las formas en que se expresan las ideas y emociones, deber ser un principio innegociable para la sana relación de la familia.
La edad del “no”
“La edad de los 2-3 años es la edad del no” explica Yolanda Martínez a SER PADRES. Es la edad en que los niños hasta entonces obedientes y que aceptan las rutinas que las familias establecen “empiezan a querer diferenciarse del cuidador y tener iniciativa, suelen querer hacer las cosas solos y decir no ante muchas de las propuestas que les hacemos (ponerse el abrigo, merendar, recoger sus juguetes)”. En esta etapa, los padres tienen que intentar no prestar atención a los noes, que se puedan obviar, añade la experta, y, sobre todo, tener paciencia cuando sea necesario que obedezca, explicándole lo que se espera que haga. Por ejemplo: “tienes que ponerte el abrigo para ir al parque porque así no tendrás frío” o “tienes que merendar porque nos vamos a la calle y si no después tendrás hambre”.
El marisabidillo
Entre los 5 y los 12-13 años, los niños que tienen cierta madurez, ya sea verbal o cognitiva, o que tienen amplios conocimientos sobre un tema que les apasiona, suelen dar su opinión y demostrar que ellos saben corrigiendo a los adultos si es necesario. “Es bueno que les enseñemos a dar su opinión y que sepamos aceptar que nos hemos equivocado”, explica Martínez en este sentido. “Los padres somos un ejemplo para nuestros hijos tanto a la hora de aceptar los éxitos como las equivocaciones”.
Para muchas familias es fundamental enseñar a sus hijos a expresar su opinión desde la educación, es decir, “sin faltar al respeto, con un tono de voz adecuado, en el contexto y momento oportuno, y enseñarles a empatizar con los sentimientos del que se equivoca”. Educar de esta manera desde que son pequeños “forma parte de la educación emocional de nuestros hijos” y ésta es “la gran olvidada de la educación tradicional” por lo que según diferentes estudios y expertos, es necesario concienciar a las familias de su importancia: los niños tienen que aprender desde pequeños a identificar lo que sienten, lo que les parece cada situación y a expresarlo desde la serenidad y el respeto.
La adolescencia
En la etapa de la adolescencia los niños construyen su personalidad a partir de la diferenciación con sus referentes principales, es decir, los miembros de su familia. “Intentarán ser opuestos en gustos de vestir, comida, música e incluso en cuanto a hábitos y horarios”, explica la experta. Hay niños con adolescencias más difíciles que otros, pero las discusiones y contestaciones con los padres suelen ser bastante comunes. “Su deseo de ser mayores y tomar sus propias decisiones choca con el concepto que aún tienen sus padres de ellos, que siguen viéndoles niños, y que, por lo tanto, aún están necesitados de su supervisión y dirección”. Adaptarse a los cambios de los niños-jóvenes, reconociendo sus cambios, dándoles cada vez más independencia y confiando en sus decisiones, es fundamental para evitar cierta forma de hablar, contestaciones y respuestas que malogran la necesaria armonía del hogar. “Aunque siempre es bueno seguir negociando normas (en cuanto a horarios, uso del móvil, tiempo dedicado al estudio o vestimenta), hay que mantener una buena comunicación con ellos para poderles ayudar ante cualquier problema”. Las normas y los límites son siempre necesarios pero sin olvidad la comunicación.
Los niños han de aprender desde pequeños a decir lo que sienten, pero con respeto