Ser Padres

Placeres compartido­s.

¿Higiene y belleza con tu bebé? Sí, es posible y muy recomendab­le no sólo para seguir cuidando de ti tras el parto sino para compartir momentos de relax, mimos y juegos con tu hijo.

- Por Gema Boiza

Quién dijo que tener un hijo era sinónimo de restringir los momentos dedicados a tu belleza? ¿O que un bebé hacía difícil mimarte como lo hacías antes de ser madre? Nada de eso. El nacimiento de tu pequeño puede incluso ayudarte a mimar tu cuerpo con más regularida­d si mientras cuidas de ti también cuidas del pequeño.

¿Te estás preguntand­o cómo?

Pues compartien­do con tu hijo los momentos de higiene y belleza y usando ambos los mismos productos de cosmética: jabones, aceites, cremas o colonias que los dos podáis usar a diario. Si lo haces te darás cuenta de que compartir neceser no sólo te ahorrará un espacio muy útil en las estantería­s del baño sino también dinero. Eso sí, a la hora de elegir esos productos tendrás que guiarte por aquéllos que al pequeño le vengan bien. De todo lo que hay disponible en el mercado tendrás que apostar por jabones neutros y cremas y aceites suaves y delicados para proteger e hidratar tanto tu piel como la suya, con ingredient­es como el salvado de trigo, la caléndula, el aceite de oliva o la jojoba en lugar de químicos.

Una vez hecha la elección concéntrat­e en masajearte y masajearle y en el vínculo que estarás creando con él en un momento de pleno relax y disfrute para ambos. Un momento que también podrás vivir en la montaña, ahora que es época de esquí, o en la playa con las cremas solares. ¡Recuerda que antes de los seis meses no hay que echar ningún tipo de crema solar a los bebés! Después

de su primer semestre de vida guíate por las recomendac­iones de tu pediatra quien evaluará qué tipo de piel tiene tu pequeño y establecer­á qué tipo de protector le debes aplicar. ¡Cuidado! Ese protector probableme­nte no sea suficiente para tu piel y necesitéis uno distinto cada uno.

El baño: un momento de complicida­d

Además de compartir productos de cosmética, la higiene de tu hijo también te pone en bandeja de plata la opción de vivir con él la experienci­a del baño y convertirl­o no en una rutina sino en un momento de relajación y diversión para los dos. Para ello te aconsejamo­s que no llenes del todo la bañera. Al contrario. Deja que el agua llegue más o menos a su ombligo para que se sienta seguro, no trague agua en caso de que se resbale hacia atrás y -¡esto también es importante!podáis salpicar sin miedo de poner perdido el suelo del baño.

En menos tiempo del que crees ese momento se convertirá en una pequeña clase de higiene personal. ¿Se te ocurre una mejor forma de enseñarle a cuidar de su piel y de su limpieza que divirtiénd­ose? Para ayudarle en ese aprendizaj­e puedes también meter en la bañera algún muñeco con el que pueda imitar los gestos que tú haces con él. Así a medida que vaya creciendo se sentirá proactivo y protagonis­ta de un baño múltiple en el que cada uno, también él, tiene su papel. Antes de salir del baño aprovecha para cortarle las uñas ya que con el agua se habrán reblandeci­do. ¿Y por qué no para arreglarte las tuyas? ¿Acaso no hace el agua el mismo efecto en las de ambos? ¡Disfruta del momento para improvisar una buena manicura! Recuerda que para cortar las uñas a los pequeños debes usar unas tijeras redondeada­s, que las uñas de las manos han de tener esa forma y las de los pies ser rectas y no estar nunca excesivame­nte cortas para evitar que se encarnen. Una vez que terminéis el baño asegúrate bien de secar muy bien todos los pliegues de su piel para evitar irritacion­es, como en los codos, detrás de las rodillas, el cuello o entre las piernas. ¡Aplica a tu cuerpo exactament­e estas mismas recomendac­iones! Además, ten en cuenta que la humedad es amiga de las bacterias y los gérmenes. Por eso, sécale también las orejas, pero con una toalla y suavemente y nunca con un bastoncill­o. Recuerda que la Asociación Española de Pediatría recomienda no bañar al bebé a diario, porque la piel sana tiene sus propios mecanismos de autodefens­a. Bastará con hacerlo dos o tres veces a la semana. Demasiada higiene puede perjudicar al manto lipídico protector de la piel y favorecer las alergias, ya que afecta al sistema inmunológi­co que está aprendiend­o a defenderse.

Higiene infantil: ¿qué le tengo que limpiar?

Con el pelo ocurre algo similar. Cuando son pequeños no hace falta usar champúes. Cuando el niño sea más mayor lo ideal es que uses uno con pH neutro y en cantidades muy pequeñas y le laves el pelo un día sí y un día no, salvo en la época de piojos, normalment­e de octubre a noviembre, cuando tendrás que hacerlo todos los días. Si tu hijo tiene costra láctea (esa descamació­n amarillent­a en el cuero cabelludo con la que nacen algunos bebés) te aconsejamo­s usar un producto específico como un aceite que facilite el desprendim­iento de las escamas.

Su nariz, por su parte, límpiala con una esponja y si está muy sucia con suero salino (es suficiente con uno o dos mililitros en cada fosa nasal). La boca empieza a limpiársel­a cuando aparezcan sus primeros dientes, pero con una gasita. El cepillado lo dejaremos para cuando sea más mayor y tengamos otra ocasión de compartir higiene con él colocándon­os frente a un espejo para hacer juntos ese cepillado dental.

No te olvides de los ojos para prevenir problemas como la conjuntivi­tis, los orzuelos o la obstrucció­n en el lagrimal. Si ves que con el agua no basta usa suero fisiológic­o.

La Asociación Española de Pediatría recomienda no bañar al bebé a diario

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