Nuevas tecnologías
En muchos colegios han comenzado a prohibir los móviles para que el recreo se llene de juegos y no de ‘artefactos’. Y es que muchos jóvenes necesitan su móvil más que comer. Y eso es un problema.
Evita que se enganchen.
En España no existe regulación al respecto del uso de pantallas dentro y fuera del aula, por lo que cada colegio lo gestiona según diversos criterios. El tema, polémico, se puso en la agenda del Gobierno francés la pasada primavera, tras lo que la Asamblea Nacional gala decidió que se prohibiría, a partir de este curso, la presencia en aulas, patios y actividades extraescolares el uso de teléfonos móviles y otros dispositivos digitales.
En Adicción a las Nuevas tecnologías en ado-
lescentes y jóvenes (Pirámide), se explica de manera profunda cómo al igual que las nuevas tecnologías de la información (TIC) han revolucionado el estilo de vida de los adultos que trabajan y se relacionan de manera distinta que en su juventud, este cambio es aún más significativo para los nativos digitales. La forma en que niños y adolescentes viven ahora es ostensiblemente diferente a cómo era la de sus padres y eso puede estar pasándoles factura en su desarrollo.
¿Cómo se relacionan con las TIC?
Observar en los menores el tiempo que emplean al día frente a una pantalla invita a preguntarse si su manera de relacionarse con el conocimiento, el ocio, el mundo, su familia y sus iguales es sana. Pero, a día de hoy, el adulto -que también vive pegado a su móvil- no entiende bien que sus hijos pasen las horas muertas ante una pantalla de televisión, un ordenador o un teléfono móvil. Cuesta comprender que, en lugar de estar con un amigo o llamarse por teléfono para charlar, se relacionen a través de redes sociales.
En el citado libro, sus autores revelan cómo las TIC están abriendo brechas digitales en la sociedad, en especial entre adultos y adolescentes. Y que si bien la tecnología se ha desarrollado “para facilitarnos la vida, también puede complicárnosla” pues los comportamientos “como la obsesión por adquirir la última novedad tecnológica, el sustituir los contactos personales por la comunicación virtual o la necesidad de estar conectado a Internet de forma permanente, han creado gran alarma social, en parte agravada por la falta de criterios de referencia sobre lo que es normal y lo que no”. Y en este sentido, los padres tienen un papel importante.
Datos reveladores
La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que una de cada cuatro personas sufre trastornos de conducta vinculados con las nuevas tecnologías. Y en España, se calcula que entre un 6 y un 9 por ciento de los usuarios habituales de Internet podría haber desarrollado algún comportamiento adictivo.
Según un estudio publicado por el Boston Collage en 2012, el 60% de los padres no supervisa el uso de la tecnología de sus hijos que, en el 75% de los casos, tienen acceso a ellas de forma privada, es decir en sus habitaciones o a solas. El tiempo, además, que pasan los niños frente a los dispositivos (entre ellos se incluye, siempre, la televisión) es cada vez mayor. Según la Academia Americana de Pediatría, los niños de 0 a 2 no deberían tener ningún contacto con dispositivos electrónicos, los de 3 a 5 años no deberían tener acceso a ellos más de una hora al día y, los de 6 a 18, más de dos. Sin embargo, la mayoría de estudios apuntan que los niños y jóvenes los usan cuatro veces más del tiempo recomendado.
Las TIC son excelentes porque mejoran la vida de las personas, les permiten estar conectadas con el mundo, aceleran sus procesos de conocimiento y de trabajo y abren todo un mundo
El 75% de los menores tienen acceso a las nuevas tecnologías de manera privada
de ocio en constante transformación y crecimiento. El problema surge cuando ese uso se convierte en nocivo, algo ante lo que los más jóvenes son más vulnerables, ya que están en pleno proceso de formación de la personalidad adulta. Además, los adolescentes de hoy en día no le otorgan importancia a este hecho porque el terreno virtual es para ellos tan real como el de las relaciones presenciales.
Por qué se enganchan
Conectarse con el mundo a través de los dispositivos digitales permite a quien los usa mantenerse protegido de aquello que le produce inseguridad: son más ágiles e imaginativos en sus conversaciones porque no tienen contacto visual con su interlocutor, se desconectan de aquéllas relaciones que no les interesan, entran y salen de la vida de los demás con facilidad... Sus relaciones interpersonales son, en definitiva, más acomodaticias en una edad, la adolescencia, en que las inseguridades aumentan.
En otras ocasiones, la causa que está detrás de las adicciones es la soledad, no solo en los chavales que tienen menos amigos o mayor dificultad a la hora de hacerlos, sino los que pasan mucho tiempo solos en casa o sin ninguna clase de supervisión.
Muchas veces, la falta de tiempo de los padres -que están trabajando o pasando tiempo con otros hijos-, hace que el cuidado de los hijos dependa en ocasiones de terceras personas -abuelos o cuidadoras- o un sencillo desconocimiento o inocencia por parte de la familia– como creer que todo lo que ponen en un canal de televisión infantil es inocuo-, puede hacer que los niños estén haciendo un uso excesivo o indebido de las TIC. Y hay que ponerle freno.
Cómo evitar que se enganchen
“Cuando aparece una adicción en la adolescencia, el problema suele haberse gestado antes” dice Consuelo Martínez Valero, psicóloga clínica. “Pero para evitar que se enganchen a lo digital en un mundo digital, de nada sirve la prohibición radical porque pueden sentirse aislados y anhelarlo con más ganas”, añade.
El uso, el consumo y la manera de engancharse al móvil, los videojuegos, las redes sociales o a internet, explica la experta, “es muy distinto en cada caso” pero sí se pueden establecer ciertas pautas familiares para promover que el uso que hacen de cada pantalla sea racional y lógico dentro del contexto familiar. 1. Explicarles cómo deben usarlo: “Cuando les compremos o les demos su primer móvil con acceso a internet es importante que seamos nosotros quienes les digamos cómo lo tiene que usar y qué riesgos hay si dan datos personales, cuelgan fotos que pueda ver todo el mundo o hacen pública su intimidad... Sin ser alarmistas hay que explicarles cómo se usa y qué problemas puede haber”. 2. Ser un modelo para ellos: “No tiene sentido que pidamos a nuestros hijos un uso moderado del móvil si nos ven siempre con él, si no les atendemos cuando nos hablan ni les miramos a los ojos porque estamos a la vez con el whatsapp”, añade la experta.
3. Marcar límites: “No tengamos miedo a poner nuestras normas: se puede usar en determinado horario, los videojuegos solo en fin de semana, el móvil solo por la noche y nunca en la mesa ni a solas en la habitación, si tiene que navegar por internet que lo haga en el salón, etcétera”.
Si se les habla solo de los peligros de internet, no aprenderán a usarlo correctamente por sí mismos
4. Generar una buena comunicación: “No tiene sentido que los padres empiecen a hablar con sus hijos para pedirles contraseñas de sus redes sociales, interrogarles sobre su uso o hablarles solo del peligro de internet. Así nunca se animarán a contarnos algo raro que les pueda estar pasando en el entorno digital”.
5. Conocer sus contraseñas y contactos:
“Este tema es polémico pero hay que ver bien cómo hacerlo. La idea no debería ser que los padres podamos cotillear sus cosas, sino que sepan que podemos acceder a ellas si lo consideramos necesario. Es una medida disuasoria y de confianza. Lo ideal sería que voluntariamente nos la dieran, que entiendan por qué es importante que las tengamos. Queremos
saber si están tomando decisiones digitales que pueda acarrearles problemas como amenazas, acoso o abuso. Si no quieren dárnosla es porque seguramente tengan algo que ocultar”.
6. Ponernos al día: “Nuestros hijos saben más de las TIC que nosotros y hay que estar al día de lo nuevo, del entorno, de dónde se mueven y cómo se manejan. El porcentaje de padres que no saben de qué va esto es altísimo”.
7. Navegar y jugar con ellos: “Compartid un entorno digital así verás qué les gusta, dónde se meten, qué fotos y videos laikean, etc”. 8. Que haya más opciones de ocio: “Haced planes ‘desconectados’: deporte, salidas al campo, al cine...”