¿Y si es adicto?
Si no se tiene claro el límite entre que a un niño o a un adolescente le encante estar con el móvil (consola, ordenador o televisión) o que tenga una adicción, convendría hacerse las siguientes preguntas.
¿Cuántas horas lo usa al día?
El tiempo de ocio y juego libre de un niño, sin colegio ni tareas, debería ser de, al menos, 4 horas diarias. Si emplea la mayoría de ellas ensimismado en la pantalla, hay un problema.
¿Ha bajado su rendimiento?
Si sus notas y calificaciones han bajado al tiempo que el uso del móvil ha aumentado, puede estar relacionado.
¿Sale menos de casa?
Se aisla, solo habla con sus amigos a través de chats y redes sociales, ha hecho nuevas amistades solo digitales... Esa manera de relacionarse es insana, porque las relaciones humanas se construyen a través del contacto con el otro.
¿Duerme peor?
Los niños necesitan dormir de 9 a 11 horas y los adolescentes un mínimo de 8. De acuerdo con los investigadores, si lo útlimo que se hace antes de dormir es estar expuesto durante un rato prolongado a na pantalla digital con luz LED, se inhibe la producción de melatonina, la hormona del sueño, y aumenta el riesgo de padecer insomnio.
¿Se irrita si no puede usar el móvil?
Problemas de conexión con una wifi fuera de casa, castigarle sin móvil o que se le acabe la batería saca lo peor de él. Grita, se enfada y da golpes... Mala señal.
¿Niega que lo use mucho?
“No es verdad”, “Pues como toda la gente de mi edad”, “Eso es lo que tú te crees pero no tienes ni idea”... Si cuando le recriminas la cantidad de tiempo que lo usa lo niega tajantemente, quizás podrías apuntar las horas y mostrárselo.